«Lo peor está por llegar»

Opinión | abril 1, 2020 | 6:14 am.

El impresionante rebote de la semana pasada de la bolsa estadounidense, de más de 14%, puede sugerir un optimismo infundado. Primeramente no compensa la pérdida de 18% en lo que va de 2020. Sí claro, el Oro subió casi 9%, pero petróleo siguió en el piso por debajo de los 23 dólares por barril (WTI), una caída de 63%.


Ese rebote fue, en buena medida, consecuencia de un paquete de ayudas para mitigar la crisis dado a conocer por Trump. La mayoría de las principales economías mundiales han igualmente anunciado beneficios sociales, fiscales y de relajamiento de las políticas monetarias: recortes de tasas de interés, avales gubernamentales, reducción de la presión fiscal, ayudas directas a los nuevos desempleados, etc.

Pero hay que tener cuidado con estos remedios que pueden agravar la enfermedad. Esta es precisamente la medicina de la que se estaba abusando antes de la pandemia. Si estos estímulos no se delimitan y no retiran a tiempo, la economía despegará mal, si es que despega en lo que queda de 2020. Ayudar a las empresas más afectadas, como las líneas aéreas, es muy discutible. La razón de mantener en estado latente a esas compañías para facilitar una recuperación rápida, no es justificación para una masiva transferencia de riqueza de todos los ciudadanos hacia los accionistas de esas empresas. Aquí cada palo debe aguantar su vela.

Los agentes económicos intuyen que estas políticas de estímulo no son más que fuegos artificiales para justificar que se está haciendo algo donde no se puede hacer nada. El tufillo a populismo es evidente. Es un año electoral en los Estados Unidos y en Europa el colapso económico puede barrer los gobiernos de las economías más afectadas. Que viene un doloroso desplome económico parece ser una realidad inevitable. Las predicciones para Q2 promedian una caída del PIB de los Estados Unidos de entre -10 y -15%, con algunos pesimistas que presagian un -30%.

Realmente lo peor no fueron las caídas de las cotizaciones desde comienzo de año, entre 20 y 60% dependiendo de la industria, sino que los volúmenes transados también cayeron. Casi nadie compra a pesar de los estímulos y los precios bajos. Eso quiere decir que se espera que el precio de los valores cotizados caigan más y que nadie, por ahora, apuesta a futuro. Esta es la mala noticia.

Inclusive, si la confianza retorna y los inversionistas vuelven a los mercados financieros a comprar títulos baratos haciendo que los índices bursátiles comiencen a subir establemente, la economía tardará más tiempo en recuperarse. Ya lo vimos en el último gran crash mundial. En 2009 la bolsa empezó a subir mientras el desempleo también subía.

El desencadenamiento de la pandemia afectó secuencialmente a las principales economías mundiales. Las primeras afectadas serán las primeras en superarla, pero la recesión mundial durará hasta que la última en ser afectada se recupere. Si bien China, el grueso de la oferta mundial, ya casi la ha superado, los Estados Unidos, el grueso de la demanda, recién comienza la batalla.
Casi marcando una despedida optimista, “The Best Is Yet to Come” fue la última canción que Frank Sinatra cantó en público. Esta no es una canción, tampoco es optimista, pero tampoco es el final…

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