Una muerte honorable

Opinión | marzo 26, 2020 | 6:24 am.

Creo que no hemos dado suficientemente el mensaje de que la mejor manera de luchar en contra del Covid-19 en Venezuela es salir de Maduro. Pero si ahora le añadimos que factores internacionales como la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, solicitando que se levanten las sanciones al régimen de Maduro, nos están aplicando a los venezolanos un chantaje inaceptable. Que hay que dejar de lado las sanciones para abordar esta crisis. Y eso es inaceptable.


¿Por qué ese virus iba a ser distinto de la mortandad que ya ocurría y sigue ocurriendo todos los días en Venezuela como consecuencia de una tiranía que no ha aceptado la ayuda internacional humanitaria? ¿Qué hace diferente la muerte de un niño por septicemia porque no pueda ser operado en un hospital público de una simple apendicitis porque no hay anestesia ni anestesiologos y su muerte por ese nuevo virus? ¡Absolutamente nada! De hecho puedo decir que tal y como se encontraba Venezuela antes de aparecer esta pandemia, el Covid-19 es la menor de nuestras preocupaciones. Así de grave debe entenderse la pandemia de Maduro y sus delincuentes. Eso lo debería ya haber entendido la socialista Michelle Bachelet.

Entonces a los militares de Maduro y quienes lo sostienen en el poder les tocará lidiar con la cantidad de muertes que deberán comenzar a salir de un momento a otro, y donde estarán sus familiares también. Y deberán decidir entre ellos mismos y tener alguna oportunidad de luchar mejor en contra de la pandemia por ayuda internacional, o morir sosteniendo al régimen. Ese virus no hará ninguna diferencia para el resto de los que vivimos aquí. Si un venezolano se enferma de cualquier cosa tiene la muerte segura con y sin Covid-19 en cualquier hospital, porque nadie en Venezuela cuenta con un seguro medico para ir a una clínica privada. Los seguros privados para la salud desaparecieron de los presupuestos de la mayoría de los venezolanos. Simplemente no los podemos pagar.

Entonces, ¿que venga el coronavirus? ¿Qué diferencia hay? Pero ahora Bachelet le pide al mundo que suspenda las sanciones para que Maduro siga haciendo lo que mejor sabe hacer: sojuzgar a la población para enriquecerse con lo que queda de Venezuela. No puedo hablar por el resto de los venezolanos, pero prefiero entonces que los sigan ahorcando, porque ninguna ayuda administrada por esos delincuentes se reflejará en cambios en los sistemas de salud.

Pero lo mas lamentable no es que Bachelet, redomada comunista infiltrada en los Derechos Humanos del mundo en la ONU, pida por el régimen, sino que lo haga un “opositor” como Henrique Capriles que ahora propone “algún tipo de acuerdo” “para lograr superar la pandemia con las fuerzas que ambas partes tienen para ofrecer”. De la misma manera lo hace Henri Falcon, otro pseudo opositor: “Es la hora de la unidad de la nación, porque es lo correcto. Hay que apartar: el odio, la división y los intereses grupales, para asumir los nacionales”. De verdad no se lo que es peor, si un comunista afuera tratando de aliviar las sanciones impuestas a estos delincuentes, o unos colaboracionistas dentro tratando de trabajar con el régimen para lograrlo.

Supongo que Capriles debe haber entendido a estas alturas que el costo de no haberse arriesgado el 15 de abril de 2013, cuando alegó de “las posibles muertes” que ocasionaría marchar al CNE a cobrar una victoria electoral, mandando a todos a “bailar salsa y tocar cacerolas”, resultó ser hoy en día, luego de todas las muerte provocadas y por provocar por Maduro, infinitamente menor a no haberlo hecho. Ese fue el momento que no perdieron los dirigentes bolivianos con el fraude electoral de Evo Morales. Esos son los liderazgos tóxicos de los cuales los venezolanos debemos alejarnos mas allá que de la peste del coronavirus.

Algunos a estas alturas algunos de ustedes estarán diciendo, “este lo que quiere entonces que el virus nos mate”, dándoles la razón por desesperación a Bachelet y Capriles. A ellos les diré: mucho cuidado con confundir la gimnasia con la magnesia. La desesperación es la peor consejera. Desmontar unas sanciones que nunca estuvieron dirigidas a impedir la entrada de alimentos y medicinas al país, no solucionará la crisis sanitaria del país. La ayuda asistencial para ayudar a los hospitales públicos aun esta en pie y Maduro la ha impedido y todavía la impide en plena pandemia del Covid-19. Esa ayuda no la está pagando el régimen sino la Comunidad Internacional, y está plenamente disponible. ¿Porque no ha entrado aun? Pregúntenselo al régimen Maduro. ¿Quien está violando entonces los Derechos Humanos de los venezolanos? ¿A favor de quien habla Bachelet, a favor del régimen o a favor de los venezolanos?

Capriles presenta una situación de polarización política que no existe sino en su mente. Aquí no hay una dirigencia politica gobernando el país con quien agarrarse de las manos para trabajar juntos. Capriles no a acabado de entender (¿o no ha querido?) que del otro lado lo que hay es una mafia de peligrosos criminales, incursos en delitos de lesa humanidad, capaces de cualquier cosa para sostenerse en el poder, incluyendo el asesinato. No es que podamos hacer una “tregua” entre fuerzas iguales. No. Aquí hay una mafia narcocriminal que está sojuzgando los derechos humanos de una población indefensa, con hambre y enferma. Esa es la situación. Y si todavía no lo ha comprendido como dirigente político, entonces que salga de una buena vez la escena política venezolana, porque quien no ayuda estorba. Ya hizo el suficiente daño para una generación en el 2013.

Los venezolanos no podemos caer en esa falsa disyuntiva de “o es el régimen o es la pandemia”. El régimen es una cosa y la pandemia es otra. No estamos en la mejor posición de combatirla porque el régimen acabó con la salud del venezolano. Pero no es fortaleciéndolo, “uniéndonos” con él o pedir quitarles lo único que los ha disminuido en todos estos años que lograremos vencerla. Las sanciones son una suerte de quimioterapia para un cuerpo con cáncer. No es quitando el tratamiento que lograremos eliminar las células cancerígenas. El régimen debe irse para que podamos tener mejores oportunidades para vencer el virus.

Pero si aun así el cuerpo no aguanta, prefiero tener una muerte honorable luchando hasta el final en contra del cáncer que permitir que por temor morir acepte convivir con él. Diré entonces como El Libertador en su carta al Gral. Urdaneta antes de morir en Santa Marta: “prefiero la muerte a las medicinas”. Y aun así nunca antes una muerte fue tan honorable como la suya…

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