¿Saben hasta cuándo durará Guaidó?
Permítanme argumentar. La obra del expresidente Chávez se resume así: Sus denominados logros se materializaron en su periodo 2000–2006; el haber llegado a 3 millones de pensionados; homologar las pensiones a sueldo mínimo; el segundo puente sobre el Orinoco; las nuevas líneas (hoy caóticas) del Metro de Caracas; el metro cable; el tren de los Valles del Tuy; Metro de los Teques, Valencia y de Maracaibo, por cierto, estos últimos inconclusos; al igual que el mil millonario sistema férreo nacional y una Misión Vivienda, hasta hoy, sumergida en un profundo hermetismo inauditable. Chávez vivió con eso hasta el día de su muerte.
El periodo 2006-2012 fue un fracaso dantesco. En su campaña electoral, la “Campaña del Amor”, Chávez se mostró demócrata, como un manantial de tolerancia, con lenguaje mesurado y camisa azul. Pero justo cuando en la noche de ese 3 de diciembre 2006 el CNE dio los resultados, asomado en el denominado “Balcón del Pueblo” en Miraflores, mágicamente el azul fue sustituido por el rojo. El “socialismo” se tumorizó en su verbo y obra. Un cambio drástico que el venezolano advirtió inmediatamente, prendió las alarmas. Poco después, los venezolanos se vengaron de la estafa de su oferta electoral pacifista/plural al detectar su verdadera intención oculta, la de constitucionalizar el modelo cubano. La nación rechazó aquella reforma constitucional 2007.
Cuando Chávez activó públicamente su modo “socialista” dio inicio a su ruina. Impuso su modelo cubano vía leyes habilitantes y AN, a pesar el pueblo la rechazó. Aquel revés de la reforma fue solo el comienzo. Perdió importantes gobernaciones y alcaldías a lo largo del país, a quienes de la mano del parlamento y TSJ rojos rojitos restó competencias y recursos constitucionales, e incluso impuso poderes paralelos que él mismo designaba a dedo. En 2010 perdió en votos la Asamblea Nacional, pero consiguió la mayoría de diputados de la mano de una antidemocrática reingeniería electoral perpetrada por la dupla AN-CNE, permitiéndole la sobrerrepresentación, obtuvo más diputados siendo minoría, la oposición ya era mayoría en el país en ese entonces. Para 2012, tal como lo confesara Jorge Giordani, su mano derecha y Rasputín económico, Chávez se vio obligado desfalcar la nación para ganarle a Capriles. A pesar de dilapidar todos los recursos disponibles y usufructuarse de las instituciones del Estado, solo pudo obtener un millón de votos de ventaja (aunque posteriormente el CNE fue inflando silentemente esa “pírrica” ventaja, hasta algo más de millón y medio).
Ya lo electoral presentaba un gran problema para el régimen. Pero el secuestro institucional permitía minimizar los castigos que el pueblo le infringía. En abril 2013 Maduro replicó la leonina fórmula de su antecesor, además de no permitir auditar 100% las elecciones. En 2015 perdió por paliza la AN. En 2016 evitó burdamente (jurídicamente hablando) el revocatorio. En 2017 el régimen se inmuniza contra lo electoral consumó sobre un gran charco de sangre una constituyente al margen absoluto de la constitución y preceptos democráticos, donde la misma Smartmatic cuestionó los resultados ofrecidos por Tibisay Lucena. A partir de ese momento todos los procesos electorales celebrados han sido, de la mano de las instituciones psuvizadas, fiestas del castrismo venezolano donde éste impone candidatos, partidos, circunscripciones, electores, resultados, entre otras innumerables fechorías.
¿Qué tiene qué ver esto con Guaidó? El reconocido, por la comunidad internacional determinante e influyente, Presidente Interino de Venezuela supo ganarse el reconocimiento y confianza del mundo democrático con su quirúrgica agenda: Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres ¡En ese orden! pues como hemos visto, lo electoral no puede ser el camino para derrotar el castrismo venezolano. Es inmune a ello de la mano del secuestro de las instituciones, los recursos y armas del Estado.
Guaidó continuará teniendo ese respaldo de los demócratas criollos y del mundo mientras respete sus líneas iniciales de acción ¡En estricto orden! de ese modo ha podido arrinconar al régimen, hasta el punto de vislumbrar nuestra segunda independencia…
Caso contrario, Guaidó llegaría súbitamente a su fin sí aceptase convalidar algún proceso electoral con la “maldición de las condiciones mínimas” proveniente de las instituciones psuvizadas, hasta ese instante llegaría su liderazgo nacional e internacional… sería irreversiblemente desechado.
@leandrotango