La solidaridad en tiempos de coronavirus
Nada mejor que la adversidad para certificar la fortaleza de una solidaridad. El caso de nuestra «Pequeña Venecia» es la mejor demostración de orfandad nacional que pudiera concebirse. Y esa es una realidad que no debe olvidarse.
Porque resulta totalmente injustificable que más allá de nuestra mediocridad como sociedad nacional, y lo criminal de la dirigencia demócrata venezolana, este genocidio que se desarrolla en el país a partir del 11 de abril de 2002 merecía la contención adecuada por parte de la comunidad de países en América.
No existe en la historia política delito o falta que haya dejado de cometer el Estado Criminal Socialista en el poder en contra de la población venezolana. De hecho tales fechorías tienden a incrementarse.
Si lo anterior resultara insuficiente, estamos a las puertas de una verdadera hecatombe representada en los estragos que está llamado a causar el «virus de China», pandemia que en Venezuela podría tener efecto letal incalculable habida cuenta el colapso de la salud pública a nivel nacional.
Esto es una realidad conocida a todos los niveles políticos regionales, continentales y mundiales. Y la presente inacción da a entender que se mantendrá esa actitud de meros espectadores, testigos mudos de una tragedia humana, cuando es bien sabido que han sido cubiertos todos y cada uno de los supuestos jurídico-políticos necesarios para que la comunidad democrática internacional con base en la propia Carta Magna venezolana, salve a un país, secuestrado, esclavizado, y en proceso de exterminio
¡Prohibido olvidar! Ora y labora