Hasta que los corderos se conviertan en leones

Opinión | marzo 17, 2020 | 6:24 am.

Se suscitó una interesante discusión en la Cátedra Pío Tamayo del 9 de marzo ante mi afirmación, sustentada por estudios académicos realizados por investigadores de una institución académica reconocida, que una característica que define al venezolano es que incapaz de confrontar. De allí concluía que por esa condición se encuentra bajo el arbitrio de los delincuentes que gobiernan el país y bajo el control de quienes todavía afirman representarlos como su oposición.


Busca en consecuencia salir del grave problema que tenemos en el país por la vía pacífica, intentando utilizar medios que solo pueden tener validez y éxito con interlocutores civilizados, y que definitivamente no funcionan con una mafia narco-criminal. Y los liderazgos opositores, evitando la confrontación por una u otra razón, la mayoría de ellas asociadas con corrupción, negocian con el régimen salidas que lo perpetúan en el poder, en detrimento de aquellos que comparé con corderos listos para un matadero, reciclándose en cada elección.

Efectivamente, hasta el sol de hoy los venezolanos no hemos confrontado a este régimen en los términos conocidos internacionalmente. Esto es, de manera violenta. Lo digo con toda responsabilidad. Una confrontación de este tipo sucede cuando dos bandos se confrontan de la manera tradicional: con efectivos armados. Aquí lo que ha ocurrido es que cientos de venezolanos han salido a las calles a protestar, siendo masacrados por las fuerzas de seguridad del régimen y sus bandas de colectivos paramilitares. Esto ha ocurrido desde el 2002 con la masacre del 11 de abril en la Av. Baralt, y no ha parado hasta ahora.

Verdaderas confrontaciones armadas se han dado y se siguen dando en Latinoamérica. Ocurrió a finales del siglo pasado con el movimiento de los “contras” de Nicaragua, y la hasta ahora guerrilla colombiana de las FARC, ELN, etc., financiadas por el narcotráfico. Todas ellas hacen vida en Venezuela porque el socialismo del siglo XXI ha sido su refugio desde que comenzó nuestra tragedia con Hugo Chávez en la Presidencia de la República. Esos movimientos guerrilleros, que en su mejor momento llegaron a tener más 60.000 efectivos armados, confrontó y siguen confrontando a las Fuerzas Armadas del legítimo gobierno colombiano para sacarlo del poder por la vía violenta, sin éxito alguno.

La pregunta que con razón nos estamos haciendo en Venezuela es por qué, con la gravedad de lo ocurrido en el país, con los niveles de destrucción de nuestra institucionalidad e infraestructura, sumado a unos niveles de corrupción jamás antes vistos en el planeta, los venezolanos aun siguen comportándose como corderos listos para un matadero.

De aquel venezolano que aguerridamente salió de las fronteras a libertar cuatro naciones aparte de la suya, nos hemos convertido en un rebaño fácilmente manipulable por quienes en mala hora nos representan. ¿Qué fue lo que nos pasó? Incluso, podría decir que de aquellos legendarios partidos que asumieron una clandestinidad activa de verdad en contra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, con lideres de la talla de Alberto Carnevalli, lo que queda es una marioneta triste que se presta a continuar la narco-tiranía. Vuelvo a preguntarme, ¿qué pasó allí?

Quiero aclarar que mi pregunta es meramente teórica. No la estoy planteando con la intención aviesa que pudiera imaginarse un lector descuidado de pretender que Venezuela se convierta en un polvorín sangriento. La hago precisamente porque lo que podría estar ocurriendo es que ese nivel de tolerancia mansa puede estar llegando a su límite. No puede ser que ante tanta iniquidad no comience de un momento a otro a existir una respuesta que sea cónsona con la violencia que se nos está aplicando.

Los venezolanos hemos vivido una época de paz de más de 100 años. Nuestras últimas confrontaciones armadas las terminó el General Juan Vicente Gómez al unificar el país ya hace más de un siglo. Antes de eso nuestras diferencias políticas se resolvían a tiros, y quien tenía mayor fuerza de las armas tenia la razón. Años de paz forzada, al principio por 27 años de una dictadura férrea como fue la de Gómez, y luego de un breve periodo democrático, otra dictadura, la de Pérez Jiménez, nos obligó a cambiar nuestra manera de plantearnos la lucha, trocando las armas por la confrontación política pacífica.

Ni siquiera en la dictadura de Marcos Pérez Jiménez nadie se planteó en Venezuela armar un ejército para acceder al poder. Hubo sí movimientos clandestinos armados de partidos proscritos cuya militancia se negó a aceptar las imposiciones del régimen. Sin embargo, durante la dictadura de Gómez, los movimientos sí iban en esa dirección. El caso de la invasión del Falke fue uno de ellos. Nótese que con el tiempo se ha ido perdiendo esa inclinación.

Ya después de 1958 definitivamente se consagró en Venezuela otro nivel de confrontación, y a pesar del interés del castrocomunismo de llevarnos por ese camino violento convenciendo a algunos jóvenes venezolanos de la posibilidad asaltar el poder por la vía de las armas, la extraordinaria calidad y capacidad del liderazgo político con que contaba nuestro país se impuso. No le temblaron las manos a Rómulo Betancourt para aplicarle toda la violencia que un Estado puede tener a las incursiones armadas que se atrevieron a realizar los cubanos de Fidel Castro en tierra venezolana.

Tal vez muy pocos venezolanos conozcan de la existencia del Monumento de Pantano de Vargas, en Boyacá, Colombia, levantado en conmemoración de la batalla que selló la victoria del ejército libertador para la independencia de la Nueva Granada, actual Colombia.

Ese monumento fue levantado en gratitud del pueblo colombiano a los 15 lanceros, encabezados por un llanero venezolano del estado Guárico, llamado Juan José Rondón, responsable de quebrar las líneas de batalla españolas ¡solo con 15 hombres!, poniendo en retirada al enemigo. Esta oportunidad la aprovecha hábilmente el Libertador para consolidar la victoria de su ejército. Eran solamente gente del pueblo que estuvo a la altura del momento histórico. ¿Ustedes creen que un pueblo como el venezolano, que atravesó el Páramo de Pisba a pie, mal vestidos, y en un altiplano a mas de 2.600 metros, realiza la proeza de enfrentar un ejército estructurado como lo era el ejército español de esa época, y salir vencedores, no sea capaces de enfrentar con la respuesta debida a esta mafia de narco delincuentes? ¿Cuál es la diferencia? Estoy convencido que la diferencia se encuentra en los conductores.

Antes fueron nuestros libertadores como en el ejemplo del Pantano de Vargas, y luego, nuestra mejor clase política en democracia. Ambos condujeron a los venezolanos a la victoria sobre lo que siempre intento imponerse sobre la libertad de nuestro país. Con el mismo material dos artistas, uno mediocre y otro excelente, son capaces de realizar, el primero una obra mala y sin calidad y el segundo una extraordinaria e imperecedera. ¡El material no tiene nada que ver! En el artista está la diferencia. Quienes conducen los pueblos tienen la responsabilidad de hacer con ellos la diferencia entre la libertad y la esclavitud.

Y así como recordé en una nota anterior la película “El silencio de los corderos”, ahora recuerdo el ”Robin Hood” de Ridley Scott, protagonizada por Russell Crowe. Al protagonista le cae en suerte una espada que tiene la siguiente inscripción: “Rise and rise again until lambs become lions» (“Álzate y vuelve a alzarte hasta que los corderos se conviertan en leones»). No entiende su significado hasta que le recuerdan que de niño su padre es el responsable del acta de compromiso de los gobernantes para con su pueblo, estando este en la obligación de alzarse y alzarse hasta convertirse en leones para que estos cumplan con ese compromiso. Eso le cuesta la vida. ¡Qué interesante! ¡Los corderos convertidos en leones! Pero esa conversión no sale sola, requiere de una conducción política de primera.

Tenemos entonces unos corderos que una dirigencia mediocre quiere llevar de nuevo a un matadero, y no solo electoral. De ese rebaño de corderos tiene entonces que salir una nueva dirigencia que se imponga, de nuevos conductores capaces de alzarse y alzarse hasta convertir, cuales artistas extraordinarios, a ese rebaño de corderos en leones. No digo que sea fácil pero si definitiva y absolutamente necesario si deseamos salir de este infierno.

Blog: http://ticsddhh.blogspot.com/
Email: [email protected]
Twitter:@laguana