El silencio de los corderos
Intervención en la Cátedra Pío Tamayo de la UCV del 9 de Marzo de 2020
De nuevo agradezco a la Cátedra Pío Tamayo y al Prof. Agustín Blanco Muñoz la invitación para debatir los temas que gravitan sobre el país. En esta oportunidad discutir uno de la magnitud del planteado en esta oportunidad no es de ninguna manera fácil. Responder a una pregunta como esta, “¿Negociación electoral para mantener o derrotar «la usurpación»? implica de entrada haber asumido un posicionamiento en relación a lo que está realizando la oposición oficial venezolana con el mandato que se le entregó a Juan Guaidó Márquez el 23 de enero de 2019.
Y en eso mi posición ha sido diáfana desde el mismo momento en que decidieron abandonar el mantra del cese de la usurpación en la Asamblea Nacional para ir a elecciones con el régimen. Esto ocurrió el 1ro de octubre de 2019 con la aprobación de la famosa Ruta Integral denominada eufemísticamente “Acuerdo para la ruta política integral planteada al país que permita elecciones libres y transparentes como salida a la crisis que viven los venezolanos y la reinstitucionalización del país”.
Ese nuevo Acuerdo llevó a la basura el Estatuto que rige la Transición aprobado el 5 de febrero de 2019, razón por la cual aun me extraña que los venezolanos aún se pregunten si Guaidó y la MUD-Frente Amplio irán o no a elecciones con el régimen. ¡Claro que irán! Eso ya fue decidido el 1ro de octubre de 2019.
Ese nuevo Acuerdo que permite elecciones con Maduro en el poder marcó una ruta distinta a la decidida el 23 de enero de manera oficial.
Los partidos mayoritarios de la Asamblea Nacional decidieron ir a elecciones este año con el régimen.
Entonces la pregunta no es si la “negociación electoral es para mantener o para derrotar “la usurpación”. No se derrota “la usurpación” yendo a elecciones con el régimen bajo sus condiciones, como efectivamente está sucediendo desde que montaron la Comisión Preliminar de 11 diputados, integrándola con diputados del Psuv que habían perdido su condición de tales por abandonar sus cargos.
La sucesión de eventos posteriores demuestra que la negociación está en pie, continuando con la designación paritaria del Comité de Postulaciones Electorales encargado de nombrar los nuevos Rectores del CNE. Nadie entiende ese 50-50 si la oposición oficial es mayoría en la Asamblea Nacional. La guinda de esa torta la pondrán ambas “Asambleas Nacionales”, la de Parra y la de Guaidó, para designar esos Rectores ya negociados con el régimen de Maduro con el visto bueno del Presidente Encargado, aunque él siga insistiendo extrañamente que “no irá a elecciones hasta que Maduro se vaya”.
No ha negado ni uno solo de los pasos para la conformación de ese CNE negociado por su segundo vicepresidente, Stalin González.
Creo que algunos en Venezuela nos vemos como la agente Clarice Starling en la extraordinaria película “El silencio de los corderos”, mejor conocida como el “El silencio de los inocentes” en Hispanoamérica, protagonizada por Anthony Hopkins y Jodie Foster (original en inglés “The silence of de lambs”).
Para los que recuerden esa extraordinaria película de 1991, el personaje protagonizado por Foster, la Agente Starling, relata que de niña oye a los corderos de la granja de su tío llorar y al acercarse nota que los están sacrificando. En un intento de salvarlos le abrió las puertas para que escaparan y ellos no se movieron, y continuaron llorando, congelados llenos de miedo. Ella en su desesperación decide al menos salvar uno y sale corriendo con él hasta que la atrapan. Eso es exactamente lo que está pasando con los venezolanos hasta el día de hoy. Vamos una y otra vez al matadero electoral, y aunque alguien nos abra la puerta nos quedamos allí esperando que nos degüellen. Y hasta que la manada se mueva, seguiremos oyendo llorar a los corderos hasta que esta pesadilla se acabe.
En estos términos la respuesta de la Cátedra es obvia: la negociación es para mantener la famosa usurpación del mantra. Pero eso no nos resuelve el problema. La pregunta debería ser por qué los venezolanos, y los políticos como consecuencia, continúan pensando que una negociación electorera con el régimen cambiará el gravísimo estado de cosas del país, en el que todo el planeta coincide que existe un régimen narco-criminal en el poder que ha corrompido los espacios opositores al punto que algunos pensamos que hay que convocar a la soberanía popular para que se decida lo que hay que hacer con él.
Los venezolanos rechazamos la confrontación. Y recordando un análisis que realicé después de las elecciones regionales de diciembre de 2013, ese síndrome de la “no confrontación” que alguna vez expliqué, en relación con los estudios de Elena Granell en el IESA, el venezolano evitaba a todo evento la confrontación, con la tendencia a escurrir el bulto, a no entrarle de frente a los problemas, a pensar que no hacer nada es una decisión. Y de hecho lo es. No hacer nada frente a los problemas es en efecto una decisión. Sin embargo, la experiencia indica que la mayoría de las veces resulta ser la peor decisión.
Efectivamente no nos gusta confrontar. Citando a Granell, “nuestra cultura tiende a no enseñar ni reforzar la asertividad, es decir el derecho que tiene y debe ejercer la gente para exponer su punto de vista, sin irrespetar el del oponente. Ser asertivo significa decir lo que se piensa con seguridad, sin agresividad y con gran respeto por la opinión de otro que pueda ser contraria, y no inhibirse de dar la respuesta apropiada aún cuando creamos que ella no va a ser bien recibida”.[1]
En una cultura donde los liderazgos hacen uso de esa condición de la población para su beneficio, es claro que el país entero se comportará como los corderos de la agente Starling.
Me llamó mucho la atención que de eso también se dio cuenta la ex senadora colombiana, Piedad Córdova en un controvertido programa de televisión en su país, y que reseñé en una nota que publiqué hace pocos días donde ella confiesa lo siguiente: “Ese es un equipo muy sólido (refiriéndose a Maduro y su gente), muy venezolano siento que están muy contentos trabajando con la oposición. La oposición tiene una gran oportunidad. ¿Sabes que es lo más importante? Que no se matan. Es muy distinto a lo de nosotros…”. En esa confesión de la colaboradora del régimen se expone con crudeza la realidad de los que nos pasa. Un régimen delincuente muy contento con trabajar con sus colaboracionistas y una oposición oficial muy contenta que se le dé la oportunidad para hacerlo. Cualquier otro pueblo se estuviera matando con las barbaridades que están sucediendo en Venezuela.
Pero asumiendo que esa condición del venezolano es positiva, y que creemos en la solución de los conflictos de una manera pacífica, yo me preguntaría ¿por qué no usar más bien eso a nuestro favor y no para coincidir con quien nos somete por la fuerza? ¿Por qué entrar en un terreno en el que el régimen, no solo nos lleva una ventaja porque están armados y ellos si están dispuestos a usar esas armas en nuestra contra, sino porque siendo mayoría podríamos lograr cambiar el curso de los eventos políticos a nuestro favor.
Y eso me lleva a las otras preguntas de la Cátedra: “¿Qué se busca con este posible proyecto de medición de fuerzas? ¿Una marcha de las oposiciones por el centro de Caracas en plena dictadura-usurpación?” Respuesta: Buscan lo mismo que el 2014 en un nuevo intento de desatar “algo” en un pueblo que estructuralmente no confronta, cuando esa solución, que se dio el 2002 sin confrontar, ellos mismos no supieron qué hacer con eso cuando los militares sí tuvieron la decencia de expulsar del poder a un asesino. No ocurrirá con esas Fuerzas Armadas que ya no son lo mismo y manejadas por extranjeros, y menos aún con 5 millones de personas ausentes en nuestro haber.
Si la oposición oficial en realidad buscará desalojar a Maduro del poder y no convivir con su régimen las acciones serían otras.
Tengo la desagradable impresión que Guaidó le oculta algo al país con su llamado a ciegas a las calles. Y ese llamado es exactamente el mismo caso de llevar corderos a un matadero sin decirles que pasará. Está jugando con la línea dura de la confrontación, confiando en que tal vez eso desate eventos que lleven al régimen a su salida abrupta del poder. Me gustaría creer que tiene las garantías para eso, pero en política esas garantías no existen. Vuelve a lo mismo del 2014 cuando Leopoldo López y María Corina Machado llamaron a “La Salida” pero ahora con menos fuerza en las calles. López y Guaidó aun siguen creyendo en ese cuento que nos sigue costando vidas.
Hace falta que los políticos que están a cargo sean políticos de verdad.
Lamentablemente no aprendieron nada más después de dejar el Movimiento Estudiantil cuando cayeron en las manos de lo más rancio y descompuesto de la oposición oficial tradicional, acostumbrados a hacer un uso irresponsable de la responsabilidad que tienen.
Necesitamos desesperadamente Estadistas, con “E” mayúscula, conductores de pueblos, que puedan utilizar ese músculo político de una sociedad hastiada de tanta corrupción opositora y vejámenes del régimen, combinada con la fuerza formal que se le pueda sacar a la Comunidad Internacional. Existe un condicionamiento para utilizar la fuerza de las naciones para desalojar un régimen como el que oprime a Venezuela. ¿Se ha recorrido ese camino? ¿Se se ha reunido Juan Guaidó y su gobierno interino en una Fórmula Arria para discutir el uso probable de una fuerza multinacional en Venezuela con el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas? Obviamente que no, aun habiéndoselo propuesto el mismo inventor de esa Fórmula, el ex embajador Diego Arria, en su reciente visita a los Estados Unidos.
Desde ANCO hemos propuesto usar la voz del pueblo de Venezuela en Consulta como detonante para recorrer ese camino del uso formal de la fuerza en contra de estos delincuentes que azotan nuestro país.
Eso no puede considerarse una “invasión militar” como se etiqueta incorrectamente esa acción. Es el uso de una prerrogativa que tenemos los venezolanos y que internacionalmente se llama autodeterminación de los pueblos. Y no es “una esperanza”, como reza una de la preguntas para el día de hoy de esta Cátedra. Sería una realidad si se trabajara seriamente por eso. No sacando a la gente a la calle para que la sigan matando.
Los políticos en Venezuela tienen la realidad histórica cambiada. No fue que el pueblo salió a las calles para sacar al dictador Pérez Jiménez. El pueblo salió a celebrar las calles después –no antes- y luego que quienes tenían que hacer su trabajo efectivamente lo hicieran. Les corresponde a los políticos esa responsabilidad y nosotros a apoyarlos, no al revés.
A las preguntas de la Cátedra: “¿Se impondrá entonces y en definitiva, la vía “pacífico-electoral’ o seguirá con vida la línea de acabar con la usurpación por la vía de la fuerza como se vio el 2019? ¿Se aplicará el mismo esquema 2019 de la “guerra humanitaria”, el intento de golpe, la utilización de miembros de las FANB para fines subversivos?”, hay una respuesta: La vía electoral o el intento de utilización golpista de las FANB se impondrán mientras la sociedad civil siga su plan de corderos en el matadero y no le imponga cívicamente una nueva ruta a quienes conducen el proceso. No puede seguir en el plan de simple espectadora. Seguiremos en lo mismo mientras los corderos sigan en silencio porque ya los mataron…
Muchas gracias…
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