Guaidó, improvisado, escaso y tardío
Muy deplorable que sea ese el final de una de las más brillantes oportunidades de restaurar el orden constitucional en Venezuela desde aquel aciago 11 de abril de 2002. Pero más pudo el compromiso non sancta con la Organización Criminal Electoral (oposición oficial) esa que le abrió las puertas de la «fama» que el deber constitucional de encabezar la gesta por la liberación nacional y poner fin al vigente genocidio.
Que ahora pretenda remendar el capote huyendo al extranjero amparado en un discurso de rectificación se nos antoja irrelevante y burlesco. Porque el daño causado es inconmensurable tanto como las miles de vidas que se han perdido desde su negligencia criminal al ocupar un cargo de tal importancia, indispuesto como está para ejercerlo a cabalidad, sobremanera en la actualidad empeñado en no cederlo a quien sí pudiere.
Porque el enfrentar al Estado Criminal Socialista implica siempre exponer todo, incluso la propia vida, en especial para la vanguardia. Obviamente quien funja de Presidente Encargado será siempre el más exigido. Pero el prenombrado tenía otros planes. Veamos.
Dedicarse todo un año a cualquier cosa menos a hacer aquello para lo cual fue designado, desoyendo multitud de voces autorizadas que le conminaban a retomar el rumbo, no puede menos que servir de base para desconfiar. E incluso desdeñar cualquier tratativa política de este personaje, sobremanera cuando la ejecución se manifiesta desordenada.
¿Quién en su sano juicio aprobaría una gira presidencial internacional en ausencia de sus embajadores?
¿Cómo apoyar a quien está negado incluso ahora a solicitar públicamente apoyo internacional con fundamento constitucional, dirigido a cesar un genocidio protagonizado por terroristas, traficantes de drogas y/o ladrones?
¿Qué grado de confianza puede inspirar aquel Presidente que solo buscó ayuda internacional cuando perdió su propio despacho, sin que le importare hasta entonces la tragedia humana que pudo evitar desde hacía ya un año?
Un pronto exilio dorado se nos antoja como la mejor aportación de este oportunista, cuando menos para acelerar la aparición de un nuevo liderazgo criollo que destaque ahora por su virtud y no por sus vicios ¡Prohibido Olvidar!