Asalto a la AN

Opinión | enero 21, 2020 | 6:20 am.

La verdad es que nuestra institución legislativa ha sido mancillada más de una vez por este régimen. Incluso, desde que comenzó, cuando entonces Hugo Chávez, al juramentarse como presidente de la República en el año 1999, dijo que lo hacía sobre una moribunda Constitución, y lo que ya de por sí fue un irrespeto a la institución legislativa reunida en pleno en el entonces soberano Congreso de la República, en un acto ceremonioso donde estaban presentes dignatarios de diversos países del mundo; representaciones diplomáticas; corresponsales de los principales medios de comunicación internacionales; además de un irrespeto al resto de poderes cuyas máximas autoridades también se habían dado cita allí. Se trataba de un escupitazo a nuestra Carta Magna; con independencia de la opinión que le mereciera a este señor este texto, y que era donde demostraba que no tenía una idea de lo que era un Estado.


Porque para eso son los protocolos y Chávez lo sabía muy bien. Habiendo sido un hombre formado en una Academia Militar donde se comenzaba la labor del día con la ceremonia de una parada militar; que implicaba una formación mientras se izaba la bandera; se cantaba el himno nacional, y se escuchaba la lectura de un pensamiento del Libertador; para protocolizar aún más el asunto; por aquello de estar abocada esa academia al culto a Bolívar. De modo que cualquier chanza de este tenor en medio de la misma que se le hubiese ocurrido a Chávez; partiendo de la idea de un cadete rebelde era considerada una impertinencia; cosa que no iba a suceder.

Pero el ejemplo vale en tanto está de por medio una ceremonia; que aquí fue un desconocimiento a nuestra institucionalidad, y desde entonces se pasó a un personalismo absoluto en términos de poder a partir de esta situación, y la que nadie tuvo el valor de impugnar. Pues Chávez consumó ese absolutismo a medida que se le iban presentando las oportunidades, y donde quedaban extinguidos todos los poderes en uno solo, a la manera de Luis XIV en Francia quien pregonaba que el Estado era él. En efecto, se rompió el estado de derecho marcado por el equilibrio en todos los poderes; al punto de que cualquier exceso allí de un jefe de Estado de palabras o de gestos puede ser motivo a que se le someta a una investigación como está ocurriendo con Donald Trump por estos días en los EEUU.

No hay que pasar por alto aquel voto de censura que aprobaron las cámaras legislativas al comienzo del gobierno de Chávez; bajo la iniciativa de Carlos Andrés Pérez, y en su condición de senador, y esto por las bravuconadas con las que Chávez se conducía frente aquel antiguo Congreso Nacional.

Que por cierto fue una de las últimas audacias políticas que se le vieron al ex presidente antes de desaparecer de escena; el hecho es que cualquier decisión que no le era del agrado a Chávez de aquel antiguo parlamento; cuando aún no había llegado a su dominio total, enseguida era respondida con una reacción por parte suya; llegando a la larga a extinguirlo para ser sustituido por una Asamblea Nacional, unicameral; de acuerdo a la nueva Constitución de 1999. Que vino a cobrar un gran protagonismo a raíz del 6 de diciembre de 2015; cuando entonces pasó a manos de la oposición con una victoria contundente, y que llevó al régimen a adoptar una de esas medidas arbitrarias que le dan carácter de dictadura, a partir de la anulación de la elección de tres diputados; acusados de haber comprado los votos para su nominación con el despropósito de escamotearle la mayoría absoluta a la oposición, y evitar que aquel aparato legislativo se convirtiera en un contrapoder; lo cual reproduce esa conducta, que hemos dicho de violación in fraganti de nuestra institucionalidad por parte de este régimen.

Incluso, a partir de ahí se puede considerar que la AN a lo largo de estos cuatro años ha funcionado en forma clandestina; toda vez que se le declaró en desacato a raíz de la vicisitudes derivadas de la integración o no al cuerpo legislativo de los tres diputados impugnados aunque sin ninguna significación; puesto que la historia de la declaración írrita del desacato llevó a que Maduro convocara a una Constituyente para la que migró la fracción parlamentaria del Psuv representada en la AN. Y que vino a hacer su reaparición en estos días en su seno con el objeto de apoyar un nuevo golpe legislativo; como se le ha calificado a la acción de Luis Parra de autojuramentarse como nuevo presidente de la AN, luego de que éste y otro grupo de diputados fueran comprados en el marco de la llamada Operación Alacrán que propició el régimen entre los fracciones parlamentarias, según lo ha demostrado el diputado Alfonso Marquina mediante una grabación; aunque el solo hecho de que los diputados del oficialismo regresaran a una AN que la consideraban en desacato ya era una nueva muestra de que esta gente trajina con las instituciones; de acuerdo a su conveniencia.

Incluso, el hecho mismo de la compra de voluntades con el fin de alterar las combinaciones políticas y los juegos de intereses, que se manejan en las lides partidistas también constituye una forma de menospreciar el Estado de Derecho, y es por esto que la Iglesia habló, y habló de unos mercaderes de la política; que no sin razón Jesús los expulsó en su tiempo del templo, que en el caso de un estado de derecho las instituciones también lo son, esto es, templos de laicidad.

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