Un desconocido cuento de Navidad venezolano
Primero, el desconocido cuento de Navidad venezolano:
San Nicolás, con su espuerta llena de juguetes, su barba fluvial y rebosado su corazón de ternura inocente entra en la casa del compañero Viriato. Toca discretamente a la puerta:
– ¿Quién es?
– Yo, San Nicolás, el Santo.
– Pase anciano, ¿qué desea?
– Le traigo al nene unos juguetes.
– Imposible que se los reciba, el niño mío no cree en Ud.
– ¡Ah! ¿En el Niño Jesús, sin duda?
– ¡Qué va! Mi hijo no cree en ni el pan de trigo, es un niño laico, es un ateísta precoz.
El excelente Santo se aflige.
– Yo le traía una locomotora y un juego de boliches. Pero si a ese niño le sobra malicia y le falta la fe, me parece inútil dejárselos.
– San Nicolás, usted fue en vida un hombre simple y lejano a las sutilezas. Le da usted demasiada importancia a la fé. Creer o no creer, la ilusión es todo. Mi pobre hijito no ha perdido su inocencia. El es en el fondo tan inocente como todos los hombres mayores que perdimos la fé pero siempre estamos esperando…Vea Ud. al acostarse dejó sus zapataticos en la mitad del cuarto. El es un chico muy inteligente, sabe que yo estoy sin trabajo, sin un centavo. Sabe que su infeliz mamaíta murió, sabe que estamos abandonados de la suerte. ¿Por qué coloca esos zapatos abiertos y desgarrados que parecen pedirme por sus muchas bocas un regalo para su amo? ¿Qué espera ese pobre niño?
– En que se cumpla el suave milagro,
La faz del bondadoso Santo resplandece de piedad y de indulgencia:
– Vaya, vaya, hijo de todos modos les dejo esos juguetes. No le digas que en realidad me viste. No te creería, discutiría contigo, le entraría la duda, desconfianza de ti. Saldrían a relucir todas esas frases de relumbrón, que tal vez tu mismo le enseñaste, todas esas ideas que llamas racionalistas. ¡Cómo si lo extraordinario no fuera razonable! En fin, deja más bien a su corazón que interprete el sentido de este hallazgo.
– Mañana simplemente creerá en usted porque mañana se despertaría feliz y los felices, de necesidad, son ingenuos.
– Es posible.
Y San Nicolás algo aligerado de su alegre carga pero entristecido bajo el peso de dolorosa incertidumbre, se adentra en la casa del opulento doctor Tal y Cual. Toca el timbre, una doméstica abre:
– ¡Qué susto! ¡Quién es usted?
– San Nicolás; los niños me escribieron…
Sale la señora.
– ¿También a usted? Esos niños son muy ambiciosos: ya le habían escrito al Niño Jesús, lo mismo piensan hacer con los Reyes Magos. Generalmente ustedes son demasiado generosos con ellos.
– Señora, la fe de esos niños nos conmueve…
– ¡Um! No creo mucho en esa fé.
– Sin embargo usted decía…
– Hay para desengañarse! La ilusión de la Noche Buena ha quedado para nosotros, los padres. Ellos, los niños, han roto su encanto ellos mismos. No creen en Ud.
– No obstante, me escribieron…
– Precisamente al hacerlo, dicen de su poca fé y desconfianza: para pedirle algo a los santos no se necesita otro testimonio que la conciencia.
– Así es, señora, antes no se estilaba esto. Era más descansado y procuraba más alegría y sorpresa; yo distribuía los juguetes a mi arbitrio: los niños no sabían de antemano lo que le iba a dejar en sus zapatos. En cambio, ahora…ya no soy el alegre Dictador, héme aquí convertido en un chico repartidor. Aquí está la lista de los niños. A ver, señora…¿dónde pongo el pedido?
Autor: Tony Manrique, 19 de diciembre de 1936. Radio Crónicas Navideñas, Semanario Fantoches, Pág. 5, Año XIV, No. 567.
Con gran cariño les obsequio este 24 de diciembre esta desconocida historia de la Navidad venezolana. Publicada hace 83 años para la Nochebuena de un país a un año de haber salido de una dictadura.
Quiero hacer varias reflexiones que creo importantes como acostumbramos en esta época.
Esta historia navideña es hermosa pero muy dura, como suelen ser a veces las enseñanzas. ¿A cuál de estas dos visitas creen ustedes que corresponde la Navidad venezolana de hoy? ¿La de aquel niño que no cree pero tiene fe, o la de aquellos niños que sin importarles la fe, saben de cierto que recibirán regalos del “chico repartidor”? En ambos casos “no creen” en San Nicolás pero por razones diferentes, pero el primero espera un milagro. Y seguramente comenzará a creer en ellos al ver los juguetes el día de Navidad. Los otros niños no creerán nunca pero siempre recibirán.
Venezuela tozudamente coloca hoy sus zapaticos en el medio del cuarto esperando algo que su lógica irrebatible le dice que no llegará. Pero los pone. ¿Por qué lo hace? ¿Qué espera? El Santo nos da una respuesta: “En que se cumpla el suave milagro”. ¿Cuál regalo será más apreciado? El que no se espera…
No dejo de comparar los otros niños con aquellos que en Venezuela siempre recibieron sin importar lo que sucediera. Y están tan seguros que recibirán que les pidieron a los dos, a San Nicolás y al Niño Jesús, y se disponen también a pedirle también a los Reyes Magos. Sin duda recibirán dentro y fuera de esta tragedia. Para ellos San Nicolás será un mero “chico repartidor”, porque sin importar quien reparta ellos tendrán lo suyo. Este año los repartidores que se alzaron después del 23E se ocuparon bien de eso.
Pero la gran mayoría es esa Venezuela de corazón grande. La que sabe que su padre está sin trabajo y su mama se murió. Y aquellos a quienes corresponde repartir “los regalos” de un mejor futuro para la familia venezolana deberían sorprendernos a partir de esta Navidad 2019. Los venezolanos dejamos de creer en ellos por cuatro años de desencantos, en especial este último devastador de promesas incumplidas.
Pero ¿quién sabe? Puede ser que en el año 2020 se cumpla el “suave milagro” como el que un damnificado de Vargas, devenido en “chico repartidor” de regalos para aquellos que siempre recibieron, recuerde su propia condición, dándole de inmediato una sorpresa a esa Venezuela que perdió la fé, y dejando que lo extraordinario se haga razonable, y brindando felicidad a los que por tenerla son ingenuos. Solo así, muchos comenzaríamos a creer…
Con el profundo deseo de que se cumpla para Venezuela ese “suave milagro” de este desconocido cuento de Navidad venezolano, reciban todos mis seguidores en TICs & Derechos Humanos, la más hermosa Navidad posible este duro 2019, en la convicción y la fe de que el Hijo de Dios que nace hoy no nos abandonará…
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