La ira ecológica
Comienza a ser conocida como “la niña del clima”. Una jovencita de apenas 16 años, de origen sueco, Greta Thunberg, y a quien Donald Trump ha mandado a que se lave ese trasero. Dicho en los términos más groseros; que es la lectura que uno hace entre líneas, a propósito de su recomendación de que maneje su ira, y vaya al cine con un amigo para que se relaje. Lo que significa que lo ha sacado de quicio, y esto porque, precisamente, esta joven representa lo que Hegel conocería como el espíritu de su época. Esto es, un espíritu que se ha puesto en vigilia, con motivo de lo que su generación conoce como la destrucción del planeta, consecuencia de la era del progreso de la humanidad que le ha brindado al mundo capitalista comfort, placer y larga vida, sólo que a cambio del sacrificio de los recursos naturales, y que van desde la desaparición de numerosas especies de animales, el arrase de grandes hectáreas de bosques y el deshielo, sobre todo, de los cascos polares.
Por supuesto, a esto se agrega la alteración de los períodos estacionales, y que se observa en la sequía que se padece en algunas zonas del planeta; conduciendo a la desertización de campos que en otrora estaban destinados a cultivos agrícolas; como en torrenciales aguaceros en otras zonas que también han incidido sobre siembras; rebaños de ganados; cuando no en deslaves; como el que tuvimos en Venezuela hace, justo por estos días, 20 años; obligando a contingentes humanos a migrar hacia otros territorios. Sobre todo, como se ve en el caso de muchos países africanos; buscando nuevos horizontes en el viejo continente, y que fue lo que llevó a Sartre a decir que el ser humano es una pasión inútil.
En efecto, fue un paso muy importante para la humanidad el descubrimiento que hizo René Descartes en su época; cuando se dio cuenta de que lo que estaba presente en el espíritu del hombre era la nueva orientación que iba a tomar la razón humana que, luego de más de 1 mil 500 años de oscuridad; como se le ha considerado a ese tiempo que ocupa la edad media, y donde lo que prevalecía era la fe puesta en el Dios cristiano, ahora tomaba el camino de la investigación. Sobre todo, a partir de la fusión de las todas las ciencias, y que es lo que se va a conocer como la epistemología, y que él lo planteaba de un modo bien pintoresco, cuando decía que cuando uno se lava las manos, no lo hace por separado, sino que una se ayuda con la otra. De forma que así también venía a suceder de ahora en adelante en el campo de las ciencias; siendo su primer aporte el de inducir a la aritmética a auxiliar a la geometría, y que es lo que se conoce en filosofía como la aritmetización de la geometría; senda por donde se va a resolver el problema de la cuadratura del círculo; lo cual había sido un enigma que había mantenido en vilo a generaciones de pensadores; dando con el radio dentro del círculo, y lo que va a permitir grandes avances en el campo geométrico, y con ello incidiendo en materia de construcción, tanto de inmuebles como objetos de la tecnología para llegarse finalmente a eso que se conoce como el mecanicismo.
Los profesores de filosofía acostumbran sinterizar la filosofía de Spinoza, uno de los principales alumnos de Descartes, trayendo a colación lo que sucede al comienzo de la película “2001, Odisea del Espacio”; donde hay un antropoide en guerra con otros de sus semejantes, y el que descubre que con un hueso puede golpear a otro, y hasta matarlo; que sería el principio de la técnica, y entonces loco de felicidad lanza el hueso al aire, y el que termina convirtiéndose en una nave que viaja por el universo en una misión espacial, y que es lo que se conoce como el momento spinociano, y se le define así, porque se considera que los avances en materia de técnica no se dan sino por procesos de encadenamiento; hasta llegar a plantearse lo que, precisamente, constituye el tema de la película: una guerra entre la tecnología y el hombre. Algo que no deja de estar presente en la mentalidad de algunos científicos, y quienes no descartan la hipótesis de que las computadoras de pronto, dada su capacidad operativa por encima del cerebro humano, puedan intentar competir en términos de misiones con nuestra especie, aunque ya ese es otro tema.
El hecho es que estamos ante una joven que ha venido liderando una serie de manifestaciones, sobre todo en su país; así como en otros de la Unión Europea, hasta hacerse presente por estos días de diciembre en la famosa Cumbre del Clima en Madrid, y en donde dijo que el problema de los desequilibrios ambientales, producto de la sobre explotación de los recursos naturales, no es una cuestión del futuro sino que está presente ya. Y que se traduce en la muerte y sufrimiento de muchos habitantes del planeta, precisamente, en países, que no tienen un desarrollo industrial; como los EEUU, y al que se considera el más contaminante de la comunidad internacional, aunque hay quien dice que en eso le gana China, y que es, justo, donde se ha sentido aludido Donald Trump, a propósito de ese desdén, con el que el susodicho ha tomado el tema del ambientalismo, en especial, al ser considerada Thunberg el personaje más importante del año por la revista Time. Tomando en cuenta que Trump en su loco afán por el progreso echó para atrás una serie de medidas, que se habían adoptado en torno, sobre todo, al uso del carbón, que es lo que se considera que despide más lo que se conoce como el CO2; una de las causas fundamentales del calentamiento de la Tierra; una joven que se presenta a los escenarios internacionales con los mismos zapatos de tenis, que usa para las manifestaciones; es decir, sin pretensiones de ninguna especie, y dejando bien asentado el espíritu de nuestra época, allanado por las preocupaciones ecológicas, y que son las que incuben a su generación.