Dolarización sin dólares
La verdad es que Nicolás Maduro no deja de sorprender a la opinión pública con sus salidas. Ahora, resulta que se jacta de haber llevado la economía a una dolarización; en detrimento del bolívar, que es lo que le han hecho ver, es decir, que reconoce que su política monetaria ha fracasado, puesto que ha permitido que su moneda, en la práctica, desaparezca, y entonces en medio de su gran impotencia por frenar, lo que en otra época llamaba la guerra del dólar; considerándose el famoso portal financiero Dólar Today, como el arma más negativa, que tenía el imperio en contra de la revolución bolivariana; incluso, hasta se llegó a prohibir que se hablara del dólar paralelo, y fue cuando se le puso el innombrable; con el perdón de la digresión; en medio de su gran impotencia, decía, ahora celebra que su verdugo le haya ganado la guerra, y lo cierto es que también no está del todo en lo cierto Maduro, con respecto a su percepción, de lo que es el comportamiento de la circulación de las monedas; pues la economía está dolarizada, para aquéllos que obtienen sus ingresos en dólares; que no es la mayoría, tomando en cuenta que los salarios del trabajador venezolano se cancelan en bolívares, y que es la otra parte absurda, que le puede salir a un hombre de su investidura.
Porque en el fondo es admitir que él gobierna para un círculo cerrado de personas, y que son las que se favorecen con el reparto de las divisas que le ingresan al país; digamos, unas tres mil personas; que es lo que explica la proliferación de los llamados establecimientos comerciales; donde tú consigues de todo, sólo que a precios inaccesibles, y establecimientos que pertenecen sobre todo a militares; cuyas cúpulas son las que se han apoderado no sólo de las empresas del Estado, incluyendo Pdvsa; sino también la administración central y los institutos autónomos. Hemos regresado, en ese sentido, a los tiempos del Libertador, y su famoso decreto de Confiscaciones y Fueros Militares de 1819, y en donde a los altos oficiales les quedaban reservadas las confiscaciones, que se hacían de las propiedades de los realistas; así como les asistía el derecho de ocupar los más altos cargos de la administración pública, y que fue lo que dio pie, para que Pedro Carujo tumbara al doctor José María Vargas del poder, con el cuento de que el mundo era de los valientes; cuando el otro le respondió, que no, que el mundo era de los justos, y el hecho mismo de que Páez lo hubiera restituido en la presidencia, ya se había gestado una aberración, que va a signar a nuestro Estado de por vida, y es que los militares quedan como árbitros de la nación.
Obsérvese que cuando Chávez llegó al poder, lo que hablaba, sin importarle el lugar, donde lo hiciera, era de la moral corrupta de la clase política de ese entonces; cuando en el alma del venezolano lo que predominaba era el sentimiento de la antipolítica; que era la tabla, donde él se había permitido flotar, y alcanzar el poder, sin ninguna trayectoria pública de ninguna especie, salvo la de ser administrador de una cantina del destacamento militar, donde fungía de comandante de un batallón. He allí donde demostraba que no sabía por donde andaba; lo que explica el que necesitó la guía de Fidel Castro; quien fue el que lo ayudó a desenvolverse en los escenarios internacionales; aun cuando, en todas partes demostraba que no estaba a la altura de su investidura ni de las de sus homólogos, a quienes trataba como un igualado.
Esto lo digo porque a lo largo de estos veinte años, la salida de los militares de los cuartales no ha significado, sino eso: un estigma para las fuerzas armadas. Primero, porque se ha demostrado que la mentalidad militar, no va con la que se requiere, para gerenciar cualquier alto cargo de la administración pública; puesto que se limita a dar órdenes en predios, donde no tiene experticia de ninguna especie, y, en ese sentido, termina corriendo a los que sí la tienen; puesto que ha sido nombrado, no para recibir contraórdenes, sino para darlas, se repite, lo que lo lleva a apelar a la estrategia de la arrogancia y del atropello. Segundo, que lo que Chávez veía en la clase política de ese entonces, ha venido a recaer sobre su gremio; lo cual no es un secreto para nadie; pues hasta en el pueblo llano la gente percibe, que los militares son los señores que compran y venden en dólares, es decir, la otra Venezuela, y que es lo que demuestra que tampoco el militar está llamado a sanear un Estado, desde el punto de vista ético.
Obsérvese, que ha habido una distensión en materia de la dolarización de la economía; que ya lo estaba hace algunos años, precisamente, cuando era prohibido hablar del innombrable. Recuerdo que eso comenzó con la propiedad inmobiliaria; luego se fue extendiendo al comercio del automóvil, y así sucesivamente, hasta admitir Maduro que hasta el jardinero está cobrando en dólares.
¿Qué nos trajo a esta situación? Las mafias de militares, que no permitieron que aquí se ajustara la política cambiaria; tomando en cuenta que la administración de las divisas siempre estuvo en sus manos, y lo que privó allí fue la discreción más absoluta. Durante muchos años los economistas advertían sobre la inconveniencia de mantener un control de cambio; que tuvo su justificación en un momento determinado, pero que llegó para quedarse, puesto que, en lugar de aplicarse como una medida económica; se descubrió, además, que también podía ser usado con fines de retaliación política. He allí de donde partía, por cierto, Giordani, para hacer ver, según su punto de vista, la causa del fracaso de la política económica de este régimen: en el reparto de las divisas, que no iban a parar a manos de gente, que las iba a reinvertir en el desarrollo del país, sino que iban a parar a sus bolsillos, y fue cuando habló de un robo de 24 mil millones de dólares por esta vía, y cuyos autores nunca aparecieron.