Andrés Ojeda, candidato a la presidencia: «Uruguay no se puede convertir en Venezuela»
Con un vídeo de 48 segundos, Andrés Ojeda revolucionó la campaña para las presidenciales de este domingo en Uruguay. En el gimnasio, moviendo pesas y exhibiendo músculos, el abogado de 40 años le dio una sacudida a la política habitualmente pudorosa de su país y cumplió con el objetivo de mostrarse disruptivo y aspirar a la segunda vuelta. «Soy el más disruptivo de la política uruguaya. No me siento igual que Javier Milei, porque Uruguay no es Argentina. Pero sí el punto de comparación es la disrupción, agradezco la comparación», dijo Ojeda durante una entrevista con El Mundo.
El Partido Colorado, al que pertenece, es el del dos veces presidente Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000), heredero de José Batlle y Ordöñez, que fundó el Estado esencialmente socialdemócrata que es el Uruguay moderno. Los colorados forman parte de la coalición que llevó al poder en 2020 a Luis Lacalle Pou, miembro del Partido Nacional (Blanco).
Álvaro Delgado, el candidato blanco, no tiene el carisma de Lacalle Pou. Y, aunque a Ojeda las encuestas le siguen mostrando tercero, sueña con dar el golpe y dejar al postulante oficial fuera de la segunda vuelta el 24 de noviembre. ¿El rival? Yamandú Orsi, de la coalición de izquierdas Frente Amplio. ¿La advertencia de Ojeda? El peligro de que Uruguay se convierta en una nueva Venezuela.
Pregunta. Uruguay tiene, en la otra orilla, a Milei. ¿Se identifica con él?
Respuesta. Es alguien que puso el foco en otros lugares, logró sintonizar y conectar con un montón de gente que estaba desconectada de la política. Es un poco lo que nos pasa a nosotros. Después, obviamente, hay cosas muy agresivas. Uruguay no es igual. En Argentina son mucho más aguerridos, más potentes. Y acá es un poco más parco. Pero ha llegado lo nuevo, y tiene que ver con un cambio de época muy grande. Y digo Milei como digo Santiago Peña, Daniel Noboa, Gabriel Boric o Nayib Bukele.
P. ¿Va más allá de lo ideológico?
R. Lo que lo corta transversalmente no es lo ideológico, es el cambio de época. La discusión hace mucho tiempo ya que no es entre izquierda y derecha, es entre lo nuevo y lo viejo, entre el futuro y el pasado. Los gobiernos nuevos son mucho más pragmáticos que ideologizados. Están más cerca de hacer lo que a la gente le sirva.
P. El Partido Colorado ha sido visto históricamente cómo el partido socialdemócrata del Uruguay. ¿Dónde están los colorados hoy y cómo se definiría políticamente?
R. Pragmático, mega pragmático. No estamos en el tiempo del debate de las grandes ideas, estamos en el tiempo de las soluciones tangibles, prácticas y concretas. Por eso hablo de lo que sirve. Que al micromundo político esto le moleste, es otra historia. Pero colorados y blancos somos hoy una unidad, espalda contra espalda. Porque la historia y el momento nos reclaman eso. Hoy hay dos bloques en Uruguay, el bloque Frente Amplio y el bloque Coalición Republicana. Y dentro de los bloques la gente elige.
P. Ha hecho una campaña, disruptiva, incluso desde el gimnasio, con pesas y guantes de boxeo. ¿Esto es un mensaje profundo o, como algunos de sus críticos señalan, tiene mucho de frívolo y superficial?
R. La campaña es un todo, es integral. Juzgar una campaña por 40 segundos de un vídeo parece, al menos, algo prejuicioso. También hay un programa de casi 300 páginas, donde hay 28 capítulos, el trabajo de más de 200 técnicos. Uno no puede pretender resultados distintos haciendo siempre lo mismo.
P. Una frase que utiliza Milei.
R. Pero que es de Einstein… Había que probar cosas diferentes. ¿Qué logramos? Que un vídeo de 40 segundos ya se ha convertido en la publicidad electoral más vista del Uruguay. Nada se vio más que esto. Generó un nivel de conversación que la política hacía muchísimo tiempo no generaba. Yo no soy quién para darle clases de moral al ciudadano, yo tengo que hablarle desde todos los lugares posibles. Me tienen que conocer a mí.
P. Se le acusa de tener demasiada simpatía por el presidente Lacalle Pou, que cuando asumió tenia 47 años.
R. Es que Uruguay tiene que romper con la tradición de las canas. Yo soy abogado, y eso es muy parecido. Y Lacalle Pou demostró que no hay que tenerle miedo a la juventud, no hay que tenerle miedo a la renovación.
P. Uruguay es un país caro y de población envejecida. ¿Cómo se soluciona eso?
R. Podrá ser más barato, pero no va a ser nunca más barato que la región. Uruguay tiene una salud pública fuerte, una educación pública fuerte, una vivienda fuerte, relaciones laborales fuertes, un salario real fuerte. Paraguay, Argentina y Brasil son competitivos porque evidentemente tienen un menor gasto público en estas áreas. Es real también que Uruguay gasta mucho porque tiene un Estado que está en demasiados lugares, muchas veces para bien. Entonces, Uruguay tiene que aumentar la competitividad, bajar el déficit fiscal, tratar de gastar menos. La clave es no tocar puestos de trabajo, salario, jubilación y políticas sociales.
P. Hoy se vota en referéndum una propuesta de los sindicatos para reformar el sistema de pensiones. Hay gente que dice que esto puede marcar un antes y un después para Uruguay, que dejaría de ser ese oasis latinoamericano de estabilidad.
R. El plebiscito de reforma constitucional de la Central de Trabajadores Uruguaya es un atentado a Uruguay. Yo creo que es la política más bolivariana, en el peor de los sentidos. En el formato Maduro-Chávez. Uruguay puede darle un golpe a lo más preciado que tiene, que es su nombre, su prestigio internacional por su calidad democrática, por siempre haber cumplido con sus deudas y por haber sido siempre un fiel de la balanza de la democracia mundial. No se puede convertir en Venezuela, no puede hacer lo que ya hizo Argentina, con la consecuencia de miles de juicios contra el Estado. Si estás viendo a tus vecinos arder, mejor poner las barbas en remojo rápido.