«El futuro está en juego»: relator ONU advierte que venezolanos siguen comiendo mal
El relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el derecho a la alimentación, Michael Fakhri advirtió que el futuro de Venezuela está en riesgo porque los niños menores de cinco años, mujeres embarazadas y lactantes son los más afectados por la inseguridad alimentaria.
La mañana de este miércoles, Fakhri ofreció una rueda de prensa en Caracas en la que compartió algunas de las observaciones más relevantes de su visita al país que comenzó el pasado 31 de enero, y duró dos semanas. Pese a que el Gobierno no le permitió visitar hospitales, cárceles ni centros de detención, afirmó que le queda claro que los venezolanos siguen comiendo mal y menos de lo que deberían, debido a la inflación, la dolarización no oficial, la crisis de servicios públicos, sanciones, corrupción, entre otras.
«En Venezuela, la inseguridad alimentaria está fuertemente correlacionada con la crisis de los medios de sustento. La hiperinflación, con una tasa anual cercana al 190 % en 2023, y la dolarización informal de la economía venezolana debilitan aún más el poder adquisitivo de los hogares. Casi el 82 % de los venezolanos vive en la pobreza en términos de nivel de ingresos, y el 53 % está expuesto a la pobreza extrema, con ingresos insuficientes para adquirir una canasta básica de alimentos. La
situación también se ve agravada por el precio del combustible y la falta de electricidad y agua potable», declaró a ND y otros medios nacionales e internacionales.
En este contexto, las familias venezolanas se han visto obligadas a usar mecanismos negativos para sobrevivir: reducir el tamaño de las porciones, saltarse comidas y comprar alimentos menos nutritivos.
Subrayó que las mujeres soportan una carga desproporcionada porque en general, son las cuidadoras de sus familias y comunidades y aún así tienen que trabajar para obtener un salario o un beneficio. Afirmó que escuchó diversos testimonios de que «algunas mujeres se ven obligadas a intercambiar sexo por comida».
«Las mujeres y jóvenes embarazadas y en periodo de lactancia corren un riesgo especial, dada la creciente crisis de los medios de subsistencia. Me preocupan mucho los niños. He recibido muchos testimonios de distintos puntos del país que indican que algunos niños están cada vez más expuestos a riesgos asociados con mecanismos de supervivencia negativos como la separación familiar, el trabajo infantil, la explotación sexual, la violencia física y los abusos. Los niños menores de 5 años con desnutrición aguda, los adolescentes, las mujeres embarazadas y lactantes con bajo peso son los más afectados por la inseguridad alimentaria y nutricional. El futuro de Venezuela está en juego», sentenció.
Escuelas, hospitales, cárceles y el CLAP
De acuerdo a los testimonios que recabó en el interior del país, afirmó que los niños suelen ir a la escuela solo cuando se les sirve la comida, por tanto, alimentar a todos los niños a través de las escuelas, utilizando la mayor cantidad posible de alimentos de origen local sería la forma más eficaz de asegurarse de que sean fuertes y sanos.
Pese a que no tuvo acceso a ningún hospital, estimó que necesitan un apoyo significativo para garantizar que los pacientes tengan las dietas especiales con las que se recuperan. Así como debe restablecerse significativamente el apoyo a los comedores universitarios para fortalecer el derecho a la alimentación de los estudiantes en las instituciones de educación superior.
«La inseguridad alimentaria, la desnutrición y el deterioro de los medios de subsistencia se mencionan como la principal causa de la emigración masiva del país. Al marcharse tantas personas en edad de trabajar, los niños se quedan atrás, lo que aumenta la carga financiera y de seguridad alimentaria de los abuelos y familiares».
Fakhri aclaró que no le fue permitido visitar ninguna cárcel o centro de detención, pero familiares indicaron que en los calabozos policiales donde reina el hacinamiento, no hay baños adecuados y mucho menos comedores. Mientras que, en las cárceles la cosa va un «poco mejor», pero la comida es la mayor parte del tiempo «una arepa sola».
También habló de los CLAP y lamentó que lo que empezó como un programa para hacer frente a la escasez de alimentos en la cadena de suministro formal, en 2016 se ha convertido en clientelismo.
«Cada vez son más las críticas que recibe el programa CLAP, entre las que se incluyen la entrega inconsistente, el abastecimiento esporádico en zonas remotas, así como su falta de valor nutricional y calidad. He oído con frecuencia que se niegan las bolsas CLAP a personas consideradas como críticas o que expresan opiniones políticas alternativas. Algunos beneficiarios sugieren que las bolsas del CLAP son tratadas por las autoridades como una limosna caritativa y no como parte de la liberación del hambre, lo que socava la dignidad humana de los receptores».
«El CLAP tenía buenas intenciones como ayuda humanitaria temporal del gobierno. Sin embargo, se ha vuelto susceptible a clientelismo político y no aborda las causas profundas del hambre y la desnutrición en Venezuela ni cumple las normas sobre el derecho a la alimentación».
Recordó que el Estado tiene la obligación fundamental de tomar las medidas necesarias para mitigar y aliviar el hambre y la malnutrición, incluso en tiempos de crisis económica o sanciones.
«Por lo tanto, animo enérgicamente al Gobierno de Venezuela a desarrollar un plan de acción urgente sobre el derecho a la alimentación en Venezuela, a través de un proceso socialmente inclusivo. Un plan de acción sobre el derecho a la alimentación, basado en las leyes y los mecanismos de participación existentes, puede ayudar a que las medidas de ayuda humanitaria se orienten más hacia la mejora de los medios de vida y el desarrollo inclusivo».