Golpes por siembra de odio
Hay diferentes tipos de golpes. Unos buenos, otros malos y algunos neutros. Repasemos algunos casos: ganar la lotería es un golpe de suerte, el fallecimiento de alguien cercano es un duro golpe, darse golpes de pecho es sinónimo de hipocresía, un golpe de Estado para sacar a un dictador es justificable; en boxeo, dar un golpe bajo es contrario a las reglas; valerse de información falsa para condenar a alguien es un golpe a la justicia, mandar a dar unos golpes a un rival amoroso o político es de cobardes y sembrar odio para que otros agredan es de perversos. Aquí solo nos referiremos a los tres últimos casos.
En Venezuela, los jueces frecuentemente propinan golpes a la justicia al condenar a gente inocente. Nuestras cárceles están llenas de ciudadanos que no han cometido delitos, pero a quienes por razones políticas el régimen de Maduro ordena encerrar. Citarlos a todos abarcaría varias páginas. Solo mencionaremos a los más antiguos: los efectivos de la Policía Metropolitana Héctor Robaín, Luis Molina y Erasmo Bolívar, acusados sin pruebas por la entonces fiscal Haifa El Aissami y condenados por la jueza Marjorie Calderón por los sucesos del 11 de abril del 2002, a pesar de que se probó que sus armas no causaron ninguna víctima. También, a los hermanos Rolando y Otoniel Guevara y de su primo Juan Guevara, presos desde el 2004 por supuestamente haber asesinado al fiscal Anderson, a pesar de que tanto el testigo Giovanni Vásquez, como el fiscal Hernán Contreras han declarado que fue un montaje contra ellos.
En cuanto a agresiones físicas, en la Caracas de los años 30, la policía le daba palos en la calle a jóvenes considerados revoltosos y ciudadanos comunes “mandaban a dar unos palos” a jóvenes de mala conducta o a rivales amorosos. Por razones políticas, cabe recordar los golpes propinados en 1937 al humorista y periodista Leoncio Martínez por estudiantes que no comulgaban con sus ideas. También, los que le mandó a dar la dictadura de Pérez Jiménez a don Mario Briceño Iragorry en la década de los años 50 mientras estaba exiliado en Madrid.
El régimen actual da carta blanca a sus grupos violentos armados, a la policía y a la Guardia Nacional para que asesinen y torturen. También para que les den palizas a ciudadanos por el solo hecho de manifestar en demanda de sus derechos violados. Además, Maduro, Diosdado y Jorge Rodríguez, entre otros, siembran odio en sus fanáticos para que agredan a dirigentes de la oposición.
No podemos olvidar la cobarde agresión a la entonces diputada María Corina Machado, a quien la también diputada roja Nancy Ascencio golpeó a traición fracturándole la nariz. Así mismo, el reciente ataque a Henrique Capriles cuando caminaba por la parroquia Rafael Urdaneta del estado Carabobo, en campaña para las primarias. En el caso de María Corina, la agresora fue una mujer que llegó a la Asamblea Nacional sin méritos y que, probablemente, con su golpe sucio quería ganar puntos con su jefe Maduro. En el de Capriles era una simple ciudadana que no lo conocía. Su agresión se pudo deber a que el odio que siembran Maduro, Diosdado y Jorge Rodríguez, entre otros, la convencieron de que Henrique era un enemigo del pueblo. La otra hipótesis, es que es una tarifada por el gobernador Lacava. En cualquier caso, debería estar presa y sometida a juicio. Todos sabemos que eso no sucederá.
Estas agresiones por pensar diferente deben ser repudiadas por todos. Solo una mente enfermiza disfruta sembrando el odio por diferencias políticas. Esos perversos son incapaces de rechazar esas acciones. Por el contrario, cultivan la inquina y disfrutan la violencia. Los rojos son tan hipócritas que aprobaron una ley contra el odio, pero solo para encarcelar a cualquier tuitero de oposición que critique al régimen.
Es positivo que los exministros de Chávez, Rodrigo Cabezas, Héctor Navarro, Ana Elisa Osorio y Oly Millán hayan dirigido una carta al presidente de Brasil, quien había declarado que los señalamientos contra Maduro por violaciones humanas no eran ciertos. Entre otras cosas, la carta señala que “La deriva autoritaria y, por tanto, antidemocrática del señor Nicolás Maduro no es una “narrativa construida”, no responde a ningún plan propagandístico de quienes se le oponen, y lo más grave desde una perspectiva humana, ella ha dejado y continúa dejando, demasiadas víctimas”. Aunque no simpatizamos con su candidatura, debemos elogiar al precandidato Benjamín Rauseo por haber condenado la agresión a Capriles.
Ya es tiempo de que cesen los asesinatos políticos, las torturas y las sentencias sin pruebas, así como los fanatismos. Reconstruir Venezuela pasa porque haya justicia y tolerancia. A pesar de los grandes escollos, tenemos que lograr una primaria exitosa. No es lo que deseamos, pero si no hay otra opción debemos votar incluso con este Consejo Nacional Electoral, con las máquinas y hasta con las captahuellas. Una asistencia masiva permitirá acudir a la elección presidencial del 2024 con mayores probabilidades de éxito. Los demócratas somos una gran mayoría, pero debemos organizarnos para movilizar a los centros de Registro Electoral a quienes no están inscritos y también para tener testigos en todas las Mesas. Quienes estamos en el exterior tenemos que presionar para exigir nuestro derecho a votar. Desde luego, el régimen repetirá sus trampas. Quizá votando no se logre superar las trácalas, pero es el medio de lucha de que disponemos en estos momentos. Ojalá hubiese otro.
Como (había) en botica: En su discurso de recepción del Premio Alma Mater UCV 2023, la académica Gioconda Cunto de San Blas expresó “la firme convicción de que en un futuro no lejano podremos disfrutar nuevamente de libertades y derechos humanos y civiles, nos permite visualizar esa Venezuela de progreso, insertada en la cuarta revolución industrial, en el mundo globalizado que ya hoy en día se expresa en países desarrollados o en vías de desarrollo”. Lamentamos el fallecimiento de Francisco Davalillo Romero, compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol. ¡ No más prisioneros políticos, ni exiliados!