Azúcar amarga

Opinión | mayo 22, 2023 | 6:26 am.

Las complejas cadenas alimentarias, incluyen a los productores primarios, productores secundarios, transportistas, distribuidores, consumidores y a las administraciones públicas, que tienen la obligación de proteger la salud pública en todos los eslabones de la cadena de suministro y garantizar la seguridad alimentaria del país. En cada uno de esos segmentos de actividad los participantes tienen o adquieren responsabilidades que definen la viabilidad, el éxito o el fracaso de los objetivos de la cadena alimentaria.

Esta información viene al caso porque en Venezuela estamos enfrentando problemas muy especiales derivados del nivel de responsabilidad de los integrantes de la cadena alimentaria. En este caso nos referiremos a dos agentes en particular, el consumidor y las instituciones responsables de las políticas de importación de alimentos.

La importación de alimentos requiere una serie de trámites a cumplir por los interesados, según el rubro a importar, cada ente vinculado, tiene un procedimiento, formularios y requisitos específicos para emitir las perisologías de importación:

  1. Licencias de Importación

2.-Código Arancelario para información del Régimen Legal aplicable

3.-Certificado de Origen

4.-Factura

5.-Permisos Sanitarios

6.-Documentos de Transporte

Cada vez más vemos aparecer en los mercados productos importados con precios por debajo de los establecidos en el mercado internacional y los vigentes en Venezuela. De allí la necesidad imperiosa de reforzar el control de las instituciones responsables en el otorgamiento de permisos de importación a productos que no cumplen las normas administrativas que conspiran contra la estabilidad de la producción interna del país, la rentabilidad e importancia del sector productor, el empleo agrícola y la salud de los consumidores.

La única forma de penetrar un mercado arrasando la estructura de precios vigente es utilizando mecanismos fraudulentos para obviar los requisitos de entrada, principios que todos tienen un costo, no se cumplen los permisos sanitarios, hay violaciones de los estándares de calidad exigidos para la admisión de nuevos productos en el mercado nacional. Es casi imposible o poco probable que en la oferta de productos tradicionales se haya podido realizar un salto cuántico en productividad que permita destruir las estructuras de precios vigente en el mundo y dentro del país.

Es el caso de la penetración en el mercado de azúcar importado por debajo de estructura de precios mundial y nacional. Se trata de una importación que no adopta el carácter de suministrador permanente del mercado, sino que irrumpe de forma irregular con un cargamento de bajo precio para luego desaparecer de los estantes, arruinar al sector productor y generar una posible situación de escasez.

El efecto de esta operación es la destrucción de los productores nacionales, sustituidos por un producto que aparecen intempestivamente, generan un beneficio al importador ocasional, un mínimo ahorro al consumidor para luego desparecer de los mercados como una aventura importadora más.

En este caso se pueden citar dos temas importantes, el primero es el relativo a la necesidad de reforzar los controles de entrada y el cumplimiento de los requisitos exigidos. La presunción más cercana a la realidad es que el permiso de importación ha sido otorgado por una vía completamente informal. No se trata de un producto escaso en el mercado nacional, sino todo lo contrario, un rubro que satisface la demanda a nivel interno y que se encuentra en pleno proceso de culminación de su proceso productivo, la zafra. Permitir la entrada de un producto de suministro esporádico y con dudas de su cumplimiento sanitario atenta directamente contra los grupos de productores que si han cumplido las normativas y cuyo precio del producto corresponde con los estándares mundiales. No están especulando los productores nacionales.

En segundo lugar, las instituciones deben ejercer una vigilancia extrema en los procedimientos para otorgar licencias de importación a productos de suministro esporádicos y con nula información del cumplimiento de las normas sanitarias lo cual constituye un atentado contra la salud pública del consumidor y un serio escollo para los productores.

En tercer lugar, es imprescindible la consideración sobre la suerte de los productores que ven imposibilitados la participación en el mercado de su producto. En general en Venezuela existen 2.000 productores de azúcar que dan empleo a un promedio estimado de 8.000 trabajadores, los cuales irremisiblemente perderían sus empleos.

Es probable que la participación de estos piratas del azúcar sean los causantes de una escasez futura del producto, pues su participación es una aventura solitaria al no ser proveedores permanentes pueden ocasionar la quiebra de los productores nacionales que se irán a la ruina, se retirarían del mercado, generando una situación de escasez que afectaría directamente al consumidor.

Ante esta perspectiva es importante apelar a la responsabilidad del consumidor. Es imprescindible que el consumidor cuente con la información sanitaria que respalde sus decisiones al momento de adquirir los productos de su dieta. En los casos que aparezca una oferta de productos alimentarios en condiciones extravagantes por debajo de los precios de los abastecedores tradicionales y sin información sobre su calidad y cumplimiento de normativas sanitarias, debería el consumidor  disponer de la información precisa que permita evaluar la situación antes de hacer una compra compulsiva alentada sólo por el bajo precio del producto. Es lo más probable y con toda seguridad que este producto desaparecerá de los estantes una vez terminada la aventura comercial del importador casual. Es muy frecuentes constatar en los países que ejercen un especial cuidado en su salud publica que los compradores, se detienen en el momento de decidir comprar, analizan la información que proporciona al producto antes de decidir. Esto significa que valoran la información que aporta el producto e invierten un tiempo preciosos en el cuidado de su salud.

Por estas razones y no por un afán proteccionista de aventuras comerciales en busca de ganancias fáciles, es importante que el consumidor ejerza su responsabilidad ciudadana y no decida contra la suerte de la inmensa cantidad de productores que compiten lealmente, acatan las normas sanitarias y respetan a su consumidor. Un mínimo ahorro en una compra de un producto invasor puede ser la muerte de un sector, de sus trabajadores y un perjuicio a la salud. No se trata de proteccionismo anti-mercado es lo contrario, un reclamo contra la aparición de traficantes de alimentos que propician aventuras piratas en el comercio del sector, arruinan las instituciones, las empresas, los trabajadores que tienen comprometida su vida en integrar al mercado el mejor producto al precio acordado nacional y mundialmente, conspirando abiertamente contra los fines de asegurar la seguridad alimentaria del país  !No a los piratas de alimentos y al azúcar amarga¡