Schubert en su isla
Hace cuatro años, Karina Sainz Borgo (Caracas, 1982), con su primera y estupenda novela, La hija de la española, desvestía hasta la realidad a nuestra querida ciudad capital, mostrando su piel caótica y sombría desvalijada de sus atributos de amable metrópolis. Sus moradores, en especial los más vulnerables, refugiaban su miedo y su desengaño en las frágiles paredes de sus hogares, hasta que, cansados, tiraban los dados a la aventura del éxodo.
Hoy, nuestra joven narradora desata su potencial poético e imaginativo en una narrativa que hurga sin compasión en la fantasía, en el realismo alucinante de cuanto ocurre en una ínsula mágica, rodeada de profundidades abismales, La isla del doctor Schubert (*), su novela que ve la luz en esta primavera.
Con una inventiva inagotable, Karina desafía la tolerancia literaria del lector. Lejos de la narración tradicional, hila una procesión de imágenes en la que se superponen lo real y lo quimérico. Desfilan seres mitológicos: ondinas, sirenas, furias, abisales, en vibrante atmósfera, perfectamente convivientes con los personajes humanos. En ese territorio de isla y mares, “al que acuden los dragones para desovar el fuego”, nos ofrece un relato de bella y desbordante imaginación.
Un libro de aventuras que evoca nuestras lecturas juveniles de Emilio Salgari o Las mil y una noches. El título de la novela se emparenta con aquel también mítico relato, La Isla del doctor Moreau. En este caso, el protagonista no hace experimentos científicos como en la obra de H. G. Wells, este de ahora es un personaje perpetuo, legendario, sin marco de referencia en el espacio y el tiempo, el doctor Schubert, “el hombre que todos los días se levanta a las cinco de la mañana para arrancar certezas del huerto de sí mismo”.
No admite rediles la creatividad literaria de Karina.
(*) Sainz Borgo, Karina, La isla del doctor Schubert, Penguin Random House Books, Barcelona, marzo de 2023