Inventos buenos y malos
Se cumplen 5 décadas de la aparición en el mercado del primer teléfono celular. Se trataba de un sorprendente aparatico portátil desde el cual era posible iniciar comunicaciones que sorprendieron a la humanidad. Fue el ingeniero de Motorola, Martin Cooper, el que diera la noticia aquel 3 de abril de 1973. Desde entonces se han puesto a la venta todas las novedades de celulares que pasan de mano en manos, como los smartphones, desde los que se puede hablar, fotografiar, elaborar proyectos online, llevar una agenda y hasta editar películas. Fue un gigantesco salto en comparación con el teléfono concebido por Alexander Graham Bell, que como era de esperarse también dejo perplejo al mundo con aquella primera conversación que se produjo el 10 de marzo de 1876. Muy lejos quedó el telégrafo, ese sistema que ahora es pieza de museos, pero que en el momento de su descubrimiento, comenzó a dinamizar las comunicaciones, facilitando de manera prodigiosa que la información se desplazara velozmente.
Apareció también el versátil ordenador personal que transformó la mecánica de trabajo en las oficinas, al día de hoy proveídas de la internet y conexas con las redes sociales. Y, más recientemente, el gran invento de los automóviles autónomos desarrollados desde la empresa británica Wayve, que provocan un gran viraje en las modalidades de transporte. Anteriormente-hace más de un siglo-en 1903, fue inventado el avión. Ese acontecimiento hizo posible imaginar y fabricar medios de transportes expeditos para acortar distancias. Fueron los hermanos Wright los que hicieron posible materializar sus sueños en esa fecha memorable. En medio de esas primicias se encendía el Motor de combustión. Ya el motor de vapor había emergido, convirtiéndose en pieza esencial; pero desde que se creó este motor de aviones tornando el aire y el combustible en energía, se han esbozado las inauditas naves F-35 Lightning II o los Boeing F-15E Strike Eagle. ¡Ah!, otra originalidad, al día de hoy es posible pensar y realizar viajes espaciales de turismo.
Son muchos los inventos acunados en la mente del ser humano como fuente de inteligencia inagotable. Esas iniciativas han sacudido la vida en el planeta Tierra, aún continúan estremeciéndola e impactándola para bien y para mal. Desde los tiempos iniciales de la Revolución Industrial, con su peculiar máquina de vapor patentada en el año 1769 por James Watt, fueron apareciendo esas creaciones que han marcado el devenir de la existencia humana. Mujeres y hombres se encierran en sus laboratorios para dar nacimiento a los deslumbrantes hallazgos que sus mentes febriles procrean. Antes, en el ajetreo por sobrevivir, los humanos prendieron el fuego que vino a representar un parteaguas en el proceso de desarrollo de la humanidad; se creó también la pólvora que al ser tocada por un chispazo decidía victorias o derrotas en las confrontaciones bélicas; la rueda que ha dado lugar a carretas, locomotoras, automóviles y trenes de aterrizaje y para los viajeros llevaderas maletas rodantes en todos los diseños. El Hormigón, combinación de piedras, cemento y arena, para edificar descomunales obras de infraestructuras como el arcaico Acueducto de Toledo, hasta las soberbias represas de Guri en Venezuela y las Tres Gargantas en China; otra modalidad fue el arado que ha dado paso a las flamantes cosechadoras o tractores.
No menos importante resultaron el invento de La bombilla, gracias al ingenio de Thomas Edison y Josephn Swan, quienes se dispusieron a patentar ese proyecto en 1879 y en 1880 encendieron sus primeros faroles. También con electricidad se puso a funcionar la Silla Eléctrica, no para alumbrar sino para apagar vidas. En su concepción incursionaron el ya célebre para la época Thomas Alva Edison, propulsor de la bombilla. Pero fue un integrante de su staff, Harold P. Brown, el abanderado de tal emprendimiento consistente en un inédito sistema de ejecución que procuraba ser más efectivo que la horca. El prototipo de Edison funcionaba con la corriente continua. Sin embargo, la Silla Eléctrica operaba con el modelo de corriente alterna creado por George Westinghouse.
La imprenta no se queda atrás como uno de las más significativas ocurrencias atribuida a Johannes Gutenberg en 1400 y un siglo después esos artilugios eran maniobrados, masivamente, en toda Europa, haciendo de la imprenta una herramienta propulsora de la difusión de la información y, lo más trascendental, de la democratización de la educación.
En materia de salud se produjo un invento buenísimo para preservar la salud de las personas: Los antibióticos. Explorados en 1877 por Louis Pasteur y Robert Koch. Seguidamente, en 1928, Alexander Fleming dio a conocer su obra medicinal, la penicilina, un combinado químico con atributos antibióticos. Gracias a su existencia han sido innumerables vidas las que han sido salvadas. En contraste, se crea una inyección letal, un método con el que se castiga con la pena de muerte a los sentenciados de algunos delitos. Tal medida se aprobó en Texas y Oklahoma en 1977 y consiste en inyectar por vía intravenosa una mezcla de distintos productos químicos de manera continua. En esa misma línea creativa ya había aparecido La Guillotina con la impronta de sus diseñadores Antoine Louis, Ignace Guillotin y el artesano alemán Tobías Schmidt, con lo cual queda en evidencia que La Revolución Francesa no sólo trajo libertad, igualdad y fraternidad, sino que legó al mundo ese artefacto tan escalofriante como también fue tétrica la Cámara de Gas concebida por Kurt Gerstein, uno de los oficiales del Cuerpo de Protección (SS por sus siglas en alemán), quien, siguiendo instrucciones de Adolfo Hitler, “potenció los efectos del gas Zyklon-B, que fue utilizado por primera vez en 1940 para matar a 250 niños gitanos. Después, en 1941 fue utilizado en Auschwitz (Polonia), el campo de exterminio más famoso del nazismo. El gas estaba compuesto por cianuro de hidrógeno cristalino, un estabilizador y un odorante de advertencia”.
Finalmente tenemos los prodigiosos inventos para proteger vidas, como lo son las bombas de infusión que se emplean para propagar medicamentos a los seres convalecientes de una enfermedad por intermedio de un catéter venoso central; la otra cara de la moneda tiene perfiles de muerte con la invención de la Bomba Atómica, arma de destrucción masiva que se activa como resultado de la fisión nuclear (reacción que se produce en el núcleo del átomo de ciertos elementos químicos como el uranio o el plutonio). En este caso no se bombardean medicamentos sino neutrones que dan lugar a una descomedida reacción nuclear en seguidilla. El resultado final de este procedimiento es la generación de una monstruosa suma de energía. Ya sabemos lo que se desencadenó con el lanzamientos de esas bombas durante la Segunda Guerra Mundial, la primera cayó sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945, la segunda tenía como blanco Nagasaki, el 9 de agosto de ese mismo año.
Ojala que la insondable inteligencia de los humanos se dedique a inventar todos los elementos medicinales que hacen falta para salvar vidas; desarrollos tecnológicos para producir más y mejores alimentos para disminuir la hambruna y métodos para revertir los efectos negativos del cambio climático y ampliar la cobertura de la educación con calidad hacia todos los niños del mundo.
@Alcaldeledezma