Docentes se las ingenian para sobrevivir: se rebuscan como costureras y reposteras
En medio de la crisis económica y la espera por el aumento del 1 de mayo, docentes de diferentes estados contaron a TalCual cómo se las ingenian para poder adquirir lo básico para comer y mantenerse: se rebuscan como costureras, reposteras o venden algunos alimentos.
Una maestra del estado Anzóategui contó que tiene dos estatus: el primero como jubilada y el otro como docente activa en La escuela La Providencia 152, en el municipio Bruzual. Recuerda que en los 90 compró dos vehículos 0 kilómetros. «Eso la hace sonreír, pero esa curva en el rostro se va y entra la nostalgia cuando piensa en su carro accidentado desde hace siete meses. Ni los repuestos he podido comprar».
Como jubilada cobra 800 bolívares mensuales. Y como docente activa de primaria, Bs. 378. Por esa razón, durante la pandemia decidió incursionar en el comercio: vende casabe, queso, miel, cacao y en ocasiones, café artesanal. Cuando le va bien, obtiene hasta $200 semanales.
Para otra maestra de Apure, dar clases en un pueblo o comunidad rural es «toda una proeza». Elba Judith Garzón, docente seis de la escuela Simón Rodríguez, de El Nula (municipio fronterizo José Antonio Páez); da fe de ello.
La maestra se encuentra en proceso de jubilación, cobraba 486 bolívares hasta que el instructivo Onapre, que suprimió sus primas, le bajó el sueldo a Bs 374. Luego, la migración de la nómina docente de la gobernación de Apure a la del Ministerio de Educación, se lo dejó en Bs 360.
Pero además a Elba la conversión de bolívares a pesos colombianos, –moneda imperante en esa franja–, le hace perder cuatro dólares de su salario. Es decir, los Bs 360 bolívares –equivalentes a $14,60, de acuerdo a la taza del Banco Central de Venezuela, del 24 de abril (24,61 BS/$)– se convierten en 54.000 pesos: $10 en Colombia.
«¿Qué puedo comprar yo con eso para mantenerme 15 días? Un litro de gasolina cuesta 4.000 pesos y si no tengo gasolina para la moto no me puedo trasladar», se lamenta Elba. La educadora, además, tiene que trasladarse unos 30 kilómetros, de ida y vuelta, de donde vive a la escuela en la que da clases.