Pases de factura
De cuando en vez, la hegemonía ha escenificado supuestos combates contra la corrupción. Deben ser ajustes de cuentas, cobros políticos o pases de factura. Aparte, claro está, de la puesta en escena y su utilidad publicitaria.
Lo que nada de eso ha sido ni podría ser, es una lucha verdadera por la rectitud en el manejo de recursos. Ello sería una contradicción, un oximoron, porque en la esencia de la hegemonía está la depredación, es decir la corrupción.
Las magnitudes de esta realidad son difíciles de imaginar y por tanto de cuantificar. El exministro Giordani presentó hace casi una década, una denuncia por estafas cambiarias que llegaba a los 200 mil millones de dólares, en un periodo relativamente corto. No sólo no pasó nada, en relación a la documentada denuncia de alguien que tenía que saber lo que denunciaba, sino que se trataba de una parte en el inmenso conjunto de la depredación de la hegemonía.
Un conjunto de mayor alcance, porque la depredación se ha hecho extensiva a muchos ámbitos que no provienen de la «revolución», pero que han depredado y depredan al alimón. Ámbitos económicos y también políticos de amplitud multicolor.
Las denuncias de diversos sectores de la oposición política, entre ellos mismos, y con relación a activos en el exterior, también son motivos que ensombrecen el horizonte venezolano, todavía más.
Se espera que a estas alturas, sean pocos los que se coman el cuento de la lucha contra la corrupción por parte del poder establecido.
Así mismo, se espera que cada día sean más los que se convenzan que la superación de la hegemonía, por los anchos caminos constitucionales, es indispensable para que pueda abrirse una etapa de reconstrucción en Venezuela.