La accidentada ruta de la Primaria
Para muchos de nosotros, empeñados en seguir dando una batalla cada vez más compleja por la recuperación de la libertad y la democracia en Venezuela, el anuncio de la creación de la Comisión Nacional de Primaria (CNP), y su excepcional conformación, integrada por reconocidos y probos ciudadanos y líderes de la sociedad civil, fue un respiro en un camino de frustraciones y altibajos donde la unidad de la oposición, un objetivo que juzgamos indispensable para cualquier estrategia de minar el poder del régimen, se percibía cada vez más inalcanzable.
Los eventos de la AN legítima a comienzos de enero, en los cuales violando la Constitución y desatendiendo el consejo de nuestros más destacados juristas, se disolvió el gobierno interino de Juan Guaidó y se designó una suerte de gobierno parlamentario colegiado, constituyeron inmediatamente una prueba de fuego para la CNP, por el hecho obvio de que sus mandantes, los miembros de la Plataforma Unitaria, y especialmente el G4, estaban profundamente divididos.
De esta primera prueba salió airosa la Comisión, porque su presidente y demás miembros precisaron que su mandato les creaba una obligación con la sociedad venezolana más allá del origen de su designación por la Plataforma Unitaria.
La auto-destructiva dinámica de la oposición venezolana continúa inclemente, para satisfacción del régimen y sorpresa de la comunidad internacional, entre ellos nuestros amigos más cercanos, Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, que no alcanzan a entender la animosidad y la ácida diatriba entre líderes y organizaciones que deberían estar aliadas contra un adversario común que mantiene atenazado el destino de un país sumido en la pobreza, y amenazado de desintegración por la división de su territorio entre grupos y bandas criminales, con instigación nacional e internacional.
Por otro lado, se ha generado un estado de considerable desasosiego popular, que trasciende a las menguadas organizaciones políticas, y cuya motivación inicial, centrada en reivindicaciones económicas ha ido dando paso a un creciente activismo ciudadano que se plantea objetivos mucho más ambiciosos, que podrían traducirse en el debilitamiento inesperado de las bases de un régimen que se siente dueño y señor de los destinos de los venezolanos.
Esta es una ruta que parece prematuro asegurar, pero que puede tener consecuencias profundas e impredecibles para el destino del país. La protesta social tiene caminos y mecanismos propios que trascienden las diferencias del liderazgo de los partidos y pueden producir una unificación y una eventual estrategia común de propósitos y acciones que no es posible desestimar.
La relación entre los dos elementos anteriores, la división opositora y la protesta popular, con la misión de la CNP debería ser evidente. Frente a una población presa por un lado de la frustración por la desacertada actuación del liderazgo y, por otro, indignada y amenazada por la implacable acción destructiva del régimen, la Primaria puede constituirse en un elemento generador de confianza que permita no solamente escoger un candidato presidencial para la elección que presuntamente se realizará el 2024, sino articular un mecanismo para seleccionar un liderazgo unitario emergente que repare la unidad viable y posible de la oposición y no persista en el camino sin destino de la división frente a un régimen que increíble y paradójicamente está seriamente debilitado por sus acciones y sobrevive fortalecido por las nuestras.
Así las cosas es necesario defender y apoyar la realización de la Primaria con honestidad y activismo, intentado solventar los enormes obstáculos técnicos, logísticos que implica su realización.
Pero entendiendo que la Primaria no es un fin en si mismo sino una vía, un mecanismo, para activar y organizar a la población para el objetivo superior de debilitar al régimen, conducir a elecciones libres y eventualmente refundar, un término en el que la Conferencia Episcopal ha insistido con profundidad, una nación que aprenda a vivir en una democracia perdurable. Este objetivo superior se traduce en que no es posible apoyar una Primaria que se aparte del mismo.
En particular, la participación de la diáspora, el uso de un Registro Ciudadano y un proceso de votación confiables que no estén bajo el control del CNE, y la adopción de un mecanismo de selección múltiple que garantice la escogencia del candidato que apoye la mayoría, no simplemente una minoría controlada por un candidato u organización específico, y la garantía de participación de todos los candidatos sin restricciones de pertenencia a partidos políticos, no son condiciones negociables como lo hemos expresado desde el Movimiento Ciudadano Venezolanos en el Mundo. Las mismas exigencias han sido recogidas por importantes actores políticos y activistas ciudadanos.
Si la Primaria es saboteada por los mismos grupos que la propusieron porque se sienten perdedores del proceso, o si la misma se aparta de modo sustantivo de las exigencias anteriores, perdería su condición de evento confiable para una ciudadanía que difícilmente apoyaría una Primaria minusválida cuyo único propósito fuese garantizarle un candidato opositor disminuido al poderoso Super Bigote.
Estos eventos abrirían la puerta para que la ruta para seguir la lucha contra el régimen se orientara por otros caminos para configurar un liderazgo unitario emergente en el espíritu de un Nuevo Pacto de Punto Fijo. Este es, sin duda, un escenario posible, pero asumirlo ahora en todas sus consecuencias, sería extemporáneo y prematuro.
Los tiempos de la política son complejos y, con frecuencia, impredecibles cuando se producen en medio de turbulencias nacionales e internacionales, como las que sacuden a Venezuela.