¿Juego trancado?
Paradoja de paradojas: el país “con las mayores reservas de petróleo del mundo”, posee los menores salarios mínimos y pensiones de América Latina y tal vez del planeta, mientras los “oprobiosos” capitalismos de Costa Rica, Uruguay y Chile encabezan – de lejísimos- la lista. Además, según la ONU, hay seis millones de venezolanos que no comen completo, de los que más de cuatro son niños. ¿Esos niños serán el tan pregonado “hombre nuevo”? Por si fuera poco, los siete millones de venezolanos de la diáspora son récord mundial, por encima de países en guerra. ¿Para eso era la “revolución”?
Y cuando los maestros, profesores universitarios y personal de salud protestan sus salarios de hambre, el gobierno en lugar abordar soluciones, lo que se le ocurre es decir “no tengo plata”, mientras saca lista de culpables:
– el bloqueo, como si olvidaran que más grande es el “saqueo”.
– las sanciones – como si olvidaran que llegaron después de la destrucción de Pdvsa y del país.
– la “extrema derecha” (culpable estelar), porque “le solicitó las sanciones al imperio”. Como si ignoraran que las sanciones las ha aplicado el mundo occidental a los países con serios déficits democráticos, o a países acusados de terrorismo. Por ejemplo, Irán, Libia, o Rusia.
Mientras tanto el desmantelamiento nacional sigue su curso. Los sueldos tiempo ha, no alcanzan para comer, y ahora… ni para el transporte, manifestantes dixit. Hambre y más hambre.
La realidad es que el gobierno perdió la capacidad de dar respuestas. Como la economía está quebrada y no tiene respaldo de divisas, si sube los sueldos, se devalúa la moneda y se destapa la hiperinflación.
Por lo pronto se jacta de cubrir con pensiones a 5 millones de venezolanos. Pero los arregla con pírricos 400 millones de dólares al año, a seis dólares por mes cada uno. Similar sucede con los maestros, trabajadores de la salud y con los empleados públicos en general.
Para el gobierno pagar pensiones y salarios mínimos de apenas 100$, muy inferior al resto de América Latina, requeriría por lo menos 12.000 millones de dólares al año. Y no los tiene. Claro, si no hubiera destruido a la industria petrolera (que fueron ellos, no lo dude), Pdvsa produciría por lo menos 70 u 80.000 millones de dólares al año. Saque cuentas.
Además, del arco minero, la ciudadanía solo ve el desastre ambiental, mientras los dólares producidos llenan las faltriqueras de los “mineros” (más saqueo). El portentoso desarrollo de Guayana es un recuerdo. El 80% de las empresas de Venezuela han desaparecido. El PIB ha decrecido en 70 %. La única esperanza para los venezolanos de a pie, es un cambio de este modelo llamado Socialismo del siglo XXI.
La “revolución” actúa como si no supiera la estrategia de negociación de Estados Unidos con el gobierno de Venezuela: te cambio sanciones por democracia. Claro, porque saben que “democracia” en este escenario donde nadie los quiere, implica una contundente derrota en las presidenciales.
¿Juego trancado?, exactamente. “Negociación o muedte”, tal vez les aconsejaría el “compañero” Fidel.
Daño estructural
La baja la producción de petróleo y gas, o la escasez de gasolina, son producto de la destrucción de Pdvsa, cuyo hito es la exclusión de 23.000 trabajadores petroleros. Para subir la producción de hidrocarburos hace falta un cambio sistémico. Sin parchos, que hacen peor el remedio que la enfermedad. Un gobierno que genere confianza en los inversionistas de 15.000 millones de dólares al año. Seguridad jurídica, nuevas leyes petroleras.
Los malos servicios y el bajísimo consumo de alimentos son producto de la desvirtuación de los hospitales, las empresas eléctricas, las de agua y la desaparición de casi todo el parque empresarial. El Guri opera a la mitad de su potencial. En Tocoma se ha gastado cuatro veces el presupuesto inicial de construcción y todavía no arranca. Y el agua… tubos viejos que se turnan para romperse. Los hospitales están enfermos. La educación, ni se diga. La destrucción es gigantesca. Es imperativo aplicar reingeniería a lo largo y ancho del país.
Para que los maestros realmente logren niveles salariales acordes con su valor agregado a la sociedad y con su tren de vida, hay que cambiar el modelo. Igual a los trabajadores de la salud. Idem el país. Cambio de modelo. Y eso se llama política. Y la política a hacen los políticos y los ciudadanos (usted y yo).
Por eso parece contradictorio, oír a algunos “líderes” declarando que hay ocuparse de los problemas del pueblo olvidándose de la política, de las elecciones, de los presos políticos. Claro que hay que conectarse con los problemas de los ciudadanos. Buscar soluciones al hambre, a los pésimos servicios, al mínimo poder adquisitivo; pero sin perder de vista que las verdaderas soluciones obedecen a acciones políticas. Porque la solución no es de parchetes, es sistémica. Acciones integrales que redunden en la solución de los problemas particulares.
No nos engañemos, la verdadera solución es …
… política
Se trata de reconstruir a Venezuela. Por ello, urgen líderes políticos capaces de inspirar a la colectividad, de hacerle ver que sí se puede, que elaboren un Acuerdo Nacional que redunde en la unidad para toma del poder y el apoyo al gobierno resultante por unos años.
Urge una Propuesta de País, que contenga libertades económicas, de prensa, de pensamiento, reinstitucionalización, descentralización, rescate de las petroleras, de Guayana, de las eléctricas, de todas las empresas, elecciones libres… nada nuevo bajo el sol, lo que han hecho todos los países triunfantes.
¿Habrá políticos capaces de liderar el retorno a la democracia? Ojalá el tiempo le dé la razón a Rómulo Betancourt, quien le dijo a Fidel Castro, que cuando la patria necesitó líderes no los importó, los parió.
Es ahora, o nunca. O rescatamos a Venezuela o nos quedamos observando una reliquia cada vez más vetusta y difícil de recuperar.
Se solicitan rómulos betancoures. Abstenerse imitadores.
Ya está bueno.