Es maestra pero también hace tortas y trabaja como peluquera: «Así me ganó la vida»
Caracas, 24 ene (EFE).- Dentro de las aulas, Lourdes Villarreal, profesora venezolana de 56 años, da clases de Artes Escénicas y Castellano. En su casa, corta, seca, plancha y tiñe cabellos, además de hacer tortas, actividades con las que complementa su escaso ingreso como docente, un problema que ha impulsado las múltiples protestas del gremio en las últimas semanas.
Sobre una mesa de su casa, en una zona popular de Caracas, tiene un libro, un cuaderno y anotaciones sobre sus estudiantes, algunos de sus materiales como maestra. Al lado, un secador de cabello, una plancha, ganchos, un recipiente de plástico para preparar tintes y una brocha, utensilios que utiliza cuando cambia la tiza de la pizarra por el cepillo de peluquera.
«Me gano mi dinero así», dijo la docente a EFE, que cobra 5 dólares por secar el cabello y hasta 30 por aplicar un tratamiento.
Reposteros, taxistas, camareros o, como en el caso de Villarreal, peluqueros, pero primero docentes. Esta es la realidad de los educadores en Venezuela por los bajos ingresos, lo que ha obligado a muchos a dedicarse a otras actividades, renunciar a su profesión o migrar, lo que, a su vez, ha afectado la educación, cuyo Día Internacional se conmemora este martes.
Entre diciembre y enero -período en el que el precio del dólar se incrementó de manera vertiginosa-, su salario quincenal, de 305,73 bolívares, cayó de 18,58 dólares a 14,74 al cambio, tras la fuerte devaluación de la moneda local frente a la divisa, cuando su familia, de tres personas, necesita unos 80 dólares semanales para alimentarse, según sus cálculos.
Al mostrar su refrigerador, prácticamente vacío, recuerda cuando, a principios de este siglo, lo tenía «lleno de pollo, de carne, de lo que quisiera», y ahora, al abrirlo, solo ve «agua y luz», a excepción de una única bandeja de proteína.
Según una encuesta de 2022, elaborada de la Red de Observadores Escolares de la organización Con La Escuela, en la que participaron 329 docentes de 6 estados, el 49,54 % tiene otra fuente de ingreso o trabajo alternativo, lo que «se ha convertido en una práctica cotidiana y necesaria para los maestros».
Además, el 45,4 % de los encuestados respondió que su trabajo adicional no tiene relación con la docencia.
Belkis Bolívar, directiva nacional de la Federación Venezolana de Maestros (FVM), dijo a EFE que, ante «toda esta debacle del sistema educativo, el docente ha incursionado en otros oficios que le producen mejores ingresos».
Caída de la calidad de vida
Villarreal recordó que, en 2004, cuando empezó a trabajar, ganaba lo suficiente para llenar la nevera, las alacenas, comprar otros productos básicos y pagar a la banca los créditos con los que viajaba al interior del país, y conoció Cuba, Panamá y Costa Rica.
«Ahorita es una tristeza lo que está pasando. Aquí hay docentes que, si almuerzan, no cenan, y son colegas que están jóvenes pero prematuramente se están envejeciendo porque no se están alimentando bien (…) Aquí lo que hay es hambre», dijo Villarreal, quien aseguró que los educadores tampoco tienen seguro médico ni funerario.
Muchos de sus compañeros no han sentido la recuperación económica pregona el Gobierno, que achaca los problemas salariales a las sanciones económicas, aun cuando el Estado ha reportado un crecimiento en la recaudación tributaria y en los ingresos por exportaciones.
Según un diagnóstico educativo elaborado por Devtech Systems, en asociación con ANOVA Policy Research y la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), el número de profesores de educación inicial, básica y media bajó de 669.019 a 502.681 entre 2018 y 2021, una caída del 24 %.
De los 166.338 docentes que ya no están en el sistema educativo, 68.023 emigraron y 98.315 desertaron.
Y si se computa el personal administrativo y obrero dentro del sector educativo, indicó Bolívar, la nómina es de unos 700.000 trabajadores, cuando en 2018 era más de un millón.
Se trata, además, de un problema que ha afectado a la educación de los jóvenes, ya que «hay un déficit de docentes que está alrededor del 40 %», sobre todo en matemáticas, física, química, biología, idiomas y educación física, según la directiva de la FVM.
«Los docentes que quedan en los centros educativos son los que subsidian la educación, (…) y cuando sale de su escuela, sale a hacer otro trabajo para poder ir a atender a sus muchachos al día siguiente, saca de su bolsillo para el pasaje, para los recursos pedagógicos, para recargar el teléfono», agregó. EFE