Sombras sobre la democracia liberal
Desde finales del siglo XIX, los partidos políticos democráticos han sido actores fundamentales en la construcción de sociedades avanzadas y en la estabilidad y paz en Occidente. Pero en estas primeras décadas del siglo XXI se observa un agotamiento de la representatividad y la autoritas de importantes partidos ancestrales en Europa y el continente americano.
La decadencia de los partidos tradicionales ha abierto puertas al populismo demagógico y al extremismo en sociedades avanzadas como, entre otras, Suecia, Francia, Italia, Hungría, Polonia, Estados Unidos.
Un emergente nacional populismo, escudado en buena medida en la anti inmigración, amenaza con desplazar a los partidos ancestrales. Notable es el caso de Suecia, tenida hasta el presente como bastión de tolerancia e igualdad. En Italia el extremismo ya es gobierno, en Francia ya es la segunda fuerza más importante, mientras simultáneamente agoniza el partido Socialista. En EE.UU. la tóxica polarización que crece entre Demócratas y Republicanos amenaza su tradición centrista y moderada, fundamento de su prosperidad, y hasta compromete su robustez institucional.
Ese creciente desapego por parte de los electores parece obedecer a la decadencia del tradicional estado de bienestar, a la acentuada desigualdad socioeconómica y a un cuestionamiento atizado, en algunos casos, por la erosionada calidad de los líderes. Y un importante factor subyacente que alimenta las nuevas alternativas, son las sociedades cada vez más pragmáticas y menos ideológicas.
También en Latinoamérica hay que mencionar las nuevas variantes autoritarias que han emergido en Brasil, El Salvador y México, con cierta injerencia del factor militar. En todos los casos, se trata de la aparición de un liderazgo alternativo que, indistintamente de derecha o izquierda, asume posiciones extremistas y autoritarias con significativo apoyo popular, y contenciosamente identitarias.
Estas tendencias, en ausencia de sustancial corrección de la visión y desempeño de los partidos más importantes, se ciernen como sombras sobre el futuro de la democracia liberal.