Mujeres garantizan la victoria
En estos tiempos de mucha incertidumbre recorro las páginas de las Sagradas Escrituras y desfilan ante mis ojos un gran número de mujeres, de condición social y edades, diferentes. La lista de damas llenas de cualidades es larga, pero una pequeña reflexión sobre algunas, nos recuerda que Dios ha amado y favorecido siempre a las mujeres, tanto como a los varones.
La Biblia tiene varios ejemplos de mujeres, temerosas de Dios, que marcaron el rumbo en su momento. Esas mujeres se destacaron en un mundo machista, como le llamarían hoy, demostrando que Dios se vale de todos para cumplir sus propósitos. Por ejemplo, Débora era una profetisa y jueza que lideró a Israel cuando no había rey. Ella convocó el ejército y animó a los guerreros a derrotar a los cananeos. Bajo el liderazgo de Débora, Israel tuvo paz durante 40 años.
A Débora, una jueza de altos quilates, honesta y amante de la paz, Dios la dotó con facultades proféticas que le merecieron la veneración de las tribus israelitas y obtuvo una gran autoridad sobre ellas. Mostró desde un principio su sabiduría al mediar en los litigios que le eran presentados: Se sentaba bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la montaña de Efraín; y los israelitas subían donde ella, en busca de justicia. Fue más bien la confianza que inspiraba Débora en el desempeño de tales funciones, lo que le permitió promover la liberación de su patria, que sufría en aquella época bajo la opresión de los cananeos, que gobernaban a su antojo y mantenían el poder de la mano de los brujos Baal y Asera, entre otros.
Lo que hacía del ejército cananeo una fuerza indetenible, eran los novecientos carros de hierro que poseía. Este ejercito era capitaneado por el general Sísara, cuyos cuarteles generales estaban muy bien reforzados para enfrentar a los israelitas. La dictadura cananea llevaba veinte años oprimiendo duramente a los hijos de Israel, cuando Débora manifestó que la voluntad de Dios era la de liberar a su pueblo. Dio a conocer el designio divino en primer lugar al general Barac. Débora le conminó a que reuniera sus fuerzas y ocupara la montaña Tabor, con un ejército de diez mil hombres, al tiempo que le prometía que Dios pondría en sus manos al general Sísara junto con el ejército cananeo.
Barac se avino a cumplir estas instrucciones, pero solo con la condición de que le acompañara la propia profetisa. Esta aceptó, prediciéndole, sin embargo, que la gloria por la derrota de Sísara pertenecería a una mujer. La profecía no se refería a ella misma, sino a otra mujer de nombre Jael. No obstante, Débora compartió la gloria de Barac. La llamada a la batalla no se dirigió solamente a las tribus norteñas de Neftalí y Zabulón. El “Cántico de Débora” ensalza a las tribus de Efraín y de Benjamín, en el seno de las cuales había vivido la profetisa, así como a las tribus occidentales de Manasés y de Isacar, por proveer sus contingentes, en tanto que reprueba a las de Rubén, Gad y Aser por su negativa a tomar parte en la contienda.
En la batalla del monte Tabor, que señaló un hito en la historia de Israel, Débora desempeñó un papel importante. Fue ella la que indicó el momento de atacar al enemigo, y alentó a Barac a que descendiera con resolución desde las montañas para luchar en la llanura, a pesar de la ventaja de los cananeos en terreno llano gracias a los carros con que contaban sus tropas. Dios cumplió las expectativas que había suscitado a través de la profetisa. Una furiosa tormenta provocó la crecida del torrente de Cisón e hizo del terreno un cenagal, desventajoso para los movimientos de los pesados carros de hierro. El pánico se apoderó del ejército cananeo y su derrota fue total. El general Sísara huyó del campo de batalla y acabo muriendo a manos de Jael para que se cumpliera la profecía.
En el texto sagrado se atribuye el “Cántico de Débora” a Barac y a la misma Débora. Este antiquísimo poema constituye uno de los documentos que narra la historia del período de los Jueces. La fe en el Dios del Sinaí de las tribus, cuya interconexión era todavía precaria, encuentra viva expresión en el cántico, que describe de forma extraordinaria la aflicción del territorio, hasta que surgió Débora y la heroica lucha por la libertad a la que estimuló a sus compatriotas.
Si algo me queda claro, después de recopilar la información que sirve como soporte a este artículo, es que, cuando los hombres demostramos incapacidad para resolver las complejas situaciones que la vida nos presenta, debemos tener la suficiente humildad para cederles el paso a las mujeres, a fin de que, sean ellas quienes conduzcan las batallas que garanticen la victoria final y la libertad definitiva de los pueblos.
Coordinador Nacional del Movimiento Político GENTE