La prófuga del diálogo: Camila Fabri
La belleza de Camila Fabri les resguardó el papel de reina. Ojos profundos como relámpagos en el Parnaso. Asediada desde la infancia cuando recibía halagos al salir de la escuela. Cada mañana una flor junto a una manzana, entregada por un amor infantil, que también le escribía poemas.
Su vida trascurrió entre trabajos de poca monta. Fue modelo sin mayores episodios trascendentes, tuvo un fugaz romance con un futbolista de la cuarta división del Cremonese. Apenas tenían para comer. La situación estaba tan apretada que la desesperación no la soltaba. Un salami de baja calidad y algo de verduras era lo que la acompaña en aquel instante cuando brillo la posibilidad.
Ese día un empresario colombiano de nombre Alex Saab se cruzó con ella en una calle de Roma. Desde el principio el hombre presumió de representar al gobierno venezolano. Allí estaba quien podría darle el confort que no encontró en las pasarelas.
Se citaron en Pizzería Da Baffetto en la angosta vía del Governo Vecchio. Ensaladas con pizzas románicas de vieja receta, ella vestida de blanco marfil, haciéndole el juego a la decoración azul sobre un piso de mármol de Carrara. Alex Saab alardeaba de su próspera realidad. Mando a cerrar el local, lo llenó de flores dejando una generosa propina en Euros. Un buen vino tinto roseado con prolijidad. Camila Fabri, llena de deudas, estaba a punto de ser expulsada de su apartamento, cuando la oportunidad, se vistió de un regordete hombre del Caribe colombiano.
El matrimonio era cruzar el océano de la necesidad extrema. Poder vivir en zonas exclusivas en donde la penuria escaseaba. Un romance con una visita a Barranquilla, para conocer familiares y allegados de su novio. Se casaron en el año 2014 con bombos y platillos, la pareja se instaló en una suntuosa propiedad en Condotti 9 de Roma. Los negocios con el régimen venezolano fueron haciéndolos potentados. En la sombras como maestro de la intriga Alex Saab cruzaba el océano como enviado de Nicolás Maduro para diligencias desconocidas.
Camila Fabri comenzó a realizar sus propias actividades al margen de la ley. Tras haber declarado sueldos como vendedora a tiempo parcial, en 2019 dentro de sus gastos se incluían un alquiler mensual de 5.800 euros y un vehículo Range Rover Evoque valorado en más de 50.000 euros, según reportó el diario Corriere della Sera.
Las autoridades le incautaron activos por cerca de 10 millones de euros, incluida la suntuosa propiedad en la via Condotti 9 de Roma y algunas valiosas obras de arte del artista pop Edward Spitz.
La incautación fue ordenada en octubre 2019 por la jueza de instrucción Francesca Ciranna, tras investigaciones de una unidad de la policía italiana especializada en finanzas, quienes trabajaron para llegar al origen de la fortuna y dieron con un complejo sistema internacional de lavado de dinero originado en Venezuela, reportó el diario La Republica en noviembre de ese año.
¿Cómo una aspirante a actriz y vendedora con un trabajo parcial y un sueldo de 1.840 euros declarados anualmente podría permitirse tales lujos?»: fue una pregunta que se hicieron en su momento varios medios italianos. «El capital generado por una red internacional de corrupción y blanqueo de capitales con sede en Venezuela, investigados por la justicia estadounidense, llegó a Italia», escribió el periodista Francesco Salvatore. Sus tías Arianna y Patrizia Fiore, fueron detenidas en Roma, en abril del 2022 por vinculaciones con una trama de lavado de dinero dirigida por el llamado testaferro del dictador venezolano Nicolás Maduro.
Camila Fabri es evadida de la justicia italiana. De regresar a su país, con toda seguridad, sería detenida. Está catalogada como miembro de una peligrosa red hamponil. La justicia está moviéndose por toda Europa para seguir recabando información. Estos delitos pueden hacerla pagar hasta veinte años de cárcel.
Es un irrespeto que una ciudadana extranjera, prófuga de la justicia italiana, esté en una mesa de negociación donde se discuten temas fundamentales de un país que no es el suyo.
Alguien de dudosa reputación tratando de ser un factor de presión para buscar que su esposo sea liberado. Un hombre del cual existen numerosas pruebas como malhechor, sindicado de ser factor fundamental en el lavado de dinero.
Esa delegación opositora tenía que haber elevado su voz de protesta. Al no hacerlo quedan como unos vulgares cómplices. Los principios ante todo.
@alecambero
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