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Tovar sonríe
Observo a Tovar meditando frente a una luna que se vela y devela entre penumbrosas nubes. La imagen es sobrecogedora, no triste. Logro interpretar que Tovar piensa en la luna de Caracas, sí, piensa en la luna decembrina de Caracas. En su rostro no noto ni nostalgia ni melancolía; lo veo sonreír. ¿Por qué sonríe? No cabe duda, los muchachotes de Armando.info tienen cierta razón cuando lo acusan de delirante. Tovar delira…, debe estar delirando porque, ¿quién en sano juicio sonríe en el destierro?
Tovar lo hace. Lo veo. No sé cuál sea el motivo, pero sonríe. ¿Será que pese a toda la ignominia y crueldad chavista él sigue creando?
Sí, debe ser eso: está creando.
Como Tovar
Muchos venezolanos en el destierro —como Tovar— se han reinventado a sí mismos, para mejor. Muchos venezolanos crean y sonríen. Yo también —como Tovar— lo he hecho. Claro, andamos sin tierra pero sin duda la conciencia, el alma, el espíritu venezolanos, se han fortificado. No vivir en la Venezuela chavista, esa asqueante y caótica cárcel donde serpientes humanas rigen el poder, es a su modo una liberación. Es decir, vivir sin el odio chavista es en sí mismo liberador.
El venezolano, que se cala en silencio la tragedia de tener a Maduro como dictador y a Diosdi como carcelero, no es feliz. Sonríe, pero con muecas falsas.
El destierro tiene su magia.
Tovar empoderado
La mayor magia transformadora del destierro radica en la posibilidad de observar el mundo, de crearlo y recrearlo, con libertad. Obvio, hay que trabajar (no robar como los chavistas), hay que esforzarse y producir para tener techo, comida (variedad de ésta), acceso a la salud y recreación. En especial, educación y esperanza para el futuro de nuestros hijos. Tovar se empodera cuando ve la luna mexicana y sonríe. Como él, millones de venezolanos que viven en el destierro sonríen viendo a sus hijos recibir educación, ver a sus hijos con esperanza de futuro.
¿Cuál es el futuro de Venezuela mientras exista el chavismo, mientras criminales de lesa humanidad rijan el destino de la nación?
No hay. Los hijos de Venezuela se irán a sonreír a otra parte.
Razón de Tovar
Tovar se me acerca y me explica que me equivoco, que él ya no vive en el destierro. ¿Delira? Me asegura que no puede vivir en el destierro quien lleva a su nación, su tierra, sus mares, su cultura, su tradición, su sabor y su música en el alma. Me silencia, tiene razón. Yo también —como él— llevo a Venezuela en el espíritu y posiblemente la creo y recreo mucho más que quienes pisan la tierra. Soy libre, igual que Tovar, puedo expresarme como me venga en gana. ¿Miedo? Ninguno.
Somos más poderosos como venezolanos los que somos libres. La nación está viva y libre en nosotros. Tovar sonríe, yo también.
Venezuela sonríe en nosotros.
Tovar y la otra dimensión
El giro que da la vida venezolana después de este escrito es significativo. La nación va por dentro. Mientras seamos libres, Venezuela será libre. ¿Representa una resignación o una renuncia a la liberación del país? No, ni nos resignamos ni renunciamos, luchamos en otra dimensión, más espiritual, más sutil, por ende más entrañable e imperecedera. Tovar le sonríe a la luna porque entiende que la luna de Caracas pervive en él. Igual, en ejercicio de la libertad, le mienta la madre al chavismo.
El destierro es entonces una figura literaria, no una experiencia. Hablemos de otros temas, somos libres. ¿No hay agua? ¿No hay luz? ¿No hay esperanza? ¿Dónde es eso?
No es en mí, tampoco en ti.
Piénsalo…, o mejor: vívelo.
@tovarr