La dimensión desconocida
En los años 60 existía una serie de televisión de antología llamada “La dimensión desconocida”, donde se mezclaban los géneros de la ciencia ficción, la fantasía y el terror. Muchos la recordarán y los más jóvenes a lo mejor tienen alguna o ninguna referencia. El hecho es que la traigo a colación porque con relación a ciertos asuntos de mucha trascendencia para el país, percibo que se encuentran en esa dimensión desconocida, donde sabemos que está pasando algo terrible, pero que está como lejos de nuestra cotidianidad y de nuestro conocimiento, por lo que no le damos la importancia que merecen ante la magnitud de lo que pasa.
En días pasados varias organizaciones de la sociedad civil promovieron la proyección del documental Oro de Sangre, dirigido por Thaelman Urgelles y Juan Urgell, durante nutridos 15 minutos, presenciamos la proporción del daño ambiental y humano del llamado Arco Minero del Orinoco, por eso una imagen dice más que mil palabras, y estas fueron muchas imágenes, acompañadas de testimoniales, que nos impactan en su justa dimensión, realidad que deja de ser desconocida, para taladrarnos la conciencia de lo poco que estamos haciendo al respecto.
También el Informe de la misión internacional independiente de determinación de los hechos sobre la República Bolivariana de Venezuela, presentado el 20 de septiembre de 2022 al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, le dedica un capítulo a la situación de los DDHH en la región del Arco Minero del Orinoco y otras áreas del estado Bolívar.
Quizá se ha prestado poca atención al referido capítulo porque las denuncias de los actos de tortura perpetrados por las fuerzas del orden y los servicios de inteligencia del Estado, reflejados en el primer capítulo resultaron tan impactantes que opacaron la trascendente denuncia del capítulo que trata el tema de los derechos humanos en el Arco Minero del Orinoco.
En el 2011 el entonces presidente Hugo Chávez en una alocución se refirió al Arco Minero de Guayana como una zona para el desarrollo agrícola, pesquero y minero al sur del Orinoco. Con su acostumbrada grandilocuencia habló de unir la Faja Petrolífera con el Arco Minero en una sola zona de desarrollo. En 2016 Nicolás Maduro mediante decreto crea la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional del Arco Minero del Orinoco. Más de cien mil kilómetros para explotación minera que pretendía cubrir la baja de los precios del petróleo y que ahora ocupa medio millón de kilómetros cuadrados de intervención minera, porque llega hasta el estado Amazonas. A pesar de una solicitud de nulidad de este decreto ante el TSJ, introducida por organizaciones ambientalistas, al día de hoy no hay respuesta.
La gran pregunta es si la extracción del oro, coltán, diamante y otros minerales, que solo representa menos del 1% del producto interno bruto del país, justifica la destrucción de un territorio que constituye nuestro mayor recurso hídrico, forma parte del pulmón vegetal del mundo como lo es la Amazonía y es hábitat de comunidades indígenas muy vulnerables frente a quienes explotan la minería. En ningún momento se incentivó la actividad agrícola y pesquera en la zona. Este análisis debe incluir también el ángulo más humano de explotación del hombre por el hombre, que nos resulta intolerable, o ecológico con la contaminación de nuestros ríos con mercurio y cianuro, además de la intervención en el Parque Nacional Canaima, donde se han detectado más de 50 focos de minería.
Se justifica el tráfico humano, el narcotráfico, la presencia de la guerrilla colombiana, aprovechando nuestros recursos en detrimento de nuestro territorio. El Arco Minero del Orinoco debe dejar de existir, dejemos el oro, los diamantes, el coltán en fin todas esas riquezas minerales debajo de la tierra, protejamos lo más importante los recursos naturales que están sobre la tierra, es defender el derecho a la vida no sólo de nuestros indígenas sino de todos los que habitamos esta llamada “Tierra de gracia”, que quiere ser expoliada por unos pocos que se benefician de sus riquezas minerales.
Alcemos nuestra voz ante organismos nacionales e internacionales, no lo mantengamos en la dimensión desconocida, porque la explotación del Arco Minero del Orinoco es un crimen que nos afecta a todos.