Un reino, el poder y las normas
Reinó por mas de 70 años. Lo hizo siempre apegada a las leyes, normas y costumbres que siguió, respetó y acató al pie de la letra. Nunca se salió de ese cartabón, se mantuvo firme en todos los procesos que vivió personalmente y que debió administrar en medio de no pocas turbulencias políticas, económicas y sociales. Tampoco esquivó las tormentas familiares que repercuten dentro de los palacios que habitan la familia real y que desatan todo tipo de comentarios y juicios populares.
Se adaptaba a los modelos políticos de cada funcionario con rango de Primer Ministro, fuera liberal o conservador. Para ella lo vertebral era la carta magna de Inglaterra, como lo he señalado, sus códigos escritos y la costumbre. Desde el inigualable Winston Churchill, que ocupó ese pedestal en dos períodos, uno de ellos en plena segunda guerra mundial, hasta la recientemente designada lider conservadora, Liz Truss, a quien recibió y avaló pocos días antes de su deceso. Fueron 15 lideres que pasaron a ser residentes del numero 10 de Downing Street a partir del reinado de Isabel II.
Dos presidentes venezolanos fueron recibidos por la monarca en el palacio de Buckingham. Primero, Carlos Andrés Pérez quién junto a su esposa doña Blanca de Pérez, pudieron saludarla el día 23 de noviembre de 1976. El presidente Pérez fue respetuoso de las normas protocolarios para ese tipo de encuentros, cosa que no hizo otro jefe de Estado venezolano que también fue recibido por Isabel II.
Es el caso de Hugo Chávez quién el día 24 de octubre de 2001 despedazó el protocolo, extendiendo sus brazos para intentar un frustrado abrazo del que la monarca supo librarse. Otro mandatario venezolano que sostuvo encuentros con representantes de esa casa real fue Rómulo Betancourt, quien el 9 de febrero de 1962 estrechó manos con el príncipe Felipe Mountbatten, que arribó a Venezuela, aterrizando el avión The Dark Herald que él mismo venia piloteando.
Lilibet, como solía llamarla en el núcleo familiar su padre el rey George VI, fue sin lugar a dudas bien preparada para que pudiera salir airosa de ese encargo que se prolongó por mas de 7 décadas. Estudió con profundidad historia constitucional, se metió de lleno en los capítulos de las leyes que debía comprender e interpretar, al mismo tiempo que se empapaba de temas literarios y económicos. No fue una improvisada que se limitaba a lucir una corona sino que se alistó para desempeñar con brillo y sentido de grandeza semejante responsabilidad.
La reina Isabel II deja una estela imborrable para la posteridad. Será siempre motivo de debates, de análisis y múltiples controversias. Pero seguramente nadie le regateará sus méritos como monarca que supo cumplirle fielmente a sus súbditos.