Un partido para hacer historia
Oponerse significa estar contra algo o alguien, involucra ser un obstáculo, una obstrucción, un impedimento, en otras palabras, implica ejercer una resistencia; sin embargo, no podemos oponernos o resistir fuera de un contexto.
Por ejemplo, la resistencia contra Pérez Jiménez encontró en la Acción Democrática de entonces, todo el coraje y la claridad que las circunstancias imponían. Por supuesto, hubo fallas, espejismos, creencias de que esa cruel dictadura, que la remató Pérez Jiménez, después de la altísima y personal traición de Carlos Delgado Chalbaud contra el legítimo Presidente Gallegos, no duraría mucho. Todos sabemos que duró demasiado. Diez largos años.
Es fácil imaginarse la gravedad actual con más de 20 años encima. Sin embargo, solemos olvidar las grandes lecciones de la historia, porque nos creemos súper avispados y todavía se espera sentado en México que la delegación oficial llegue y se siente a negociar, así no más, como parte de magia. Absolutamente nadie tiene duda que Acción Democrática fue el partido más importante de la resistencia, por el número de sus activistas presos, torturados o heridos, pero tuvo la humildad y la valentía de aliarse con el Partido Comunista de Venezuela, sin dudas, pequeño pero muy heroico, con URD y Copei, viejos enemigos, con el propósito común de derrocar la dictadura militar. Estas alianzas nos mostraron que oponerse con un fin y en un contexto demanda movimientos estratégicos que, a veces, muchos no comparten o entienden.
Rómulo Betancourt, quien sufrió atentados dentro y fuera del país, fue el gran diseñador de una estrategia para derrumbar al dictador del momento, autor de crueldades que pretenden ahora olvidarse, y quien siempre supo, en medio de la Guerra Fría, que el PCV se alzaría y tratarían de dividir al partido, como en efecto hicieron, tiempo más tarde, para impulsar las guerrillas ordenadas, financiadas y alentadas por Fidel Castro.
En esos momentos de la historia, no había redes sociales ni teléfonos inteligentes, pero los activistas involucrados supieron comunicarse entre la dirigencia nacional, intermedia y de base, arriesgando la vida misma, con toda la estrategia y la táctica necesaria. Estas redes desesperaron a Pedro Estrada quien intentó desmontar el fabuloso andamiaje de la resistencia. Los adecos que se fueron al exterior para no volver hasta la caída del régimen, lo hicieron por órdenes del partido; así como por órdenes del partido, se iban al exilio y volvían clandestinamente para afinar todo el esfuerzo de lucha. No es que hacían del exilio un pretexto vacacional, para tirar piedras por aquí o por allá, declarando envanecidamente sobre lo divino y lo humano, derrochando físico – como decimos hoy – gracias a un cambur burocrático. Por el contrario, los exiliados se fajaban y si la orden era reingresar por cualquier parte de la frontera y arriesgar el pellejo, lo hacían.
Un partido que desde su fundación tuvo altas y bajas, con pérdidas muy valiosas, de dirigentes que preferían dar la vida para obtener el país que soñaban y por el cual estaban luchando; casos emblemáticos como Leonardo Ruiz Pineda, y Alberto Carnevali quienes por llevar el timón de la organización en la clandestinidad perdieron sus vidas. Estos tristes hechos fortalecieron más a la organización y a los dirigente que desde adentro y afuera continuaron la lucha, hasta obtener la salida de Marcos Pérez Jiménez en el 58 o combatir con éxito esa intentona guerrillera de los años 60’. Acción Democrática es el partido que, para muchos venezolanos, fue parte de su historia familiar y la construcción de la democracia como la conocimos.
Este mes de septiembre, fecha de su fundación y el fallecimiento del líder fundador Rómulo Betancourt, es un mes donde recordamos ese adequeismo que vivió y se insertó en muchos corazones venezolanos, y que, por muchas razones, se fue perdiendo; es un tiempo para recordar a esos grandes conciudadanos que, por causas, aparentemente, desconocidas, lucharon por Venezuela, dando el mejor ejemplo de intelectualidad, fortaleza y honestidad a la generación que le siguió. Sin embargo, las nuevas generaciones han tomado caminos distintos, por hacer de su liderazgo un tema personal, y han permitido que los venezolanos padezcan por más de 20 años un régimen que se disfrazó de salvador y que ha sido el gran verdugo y destructor de la República.
Hemos insistido, resistido y persistido a lo largo de los veintitantos años que ha durado este régimen. Por ello sé que hoy más que nunca necesitamos partidos políticos fuertes y con una visión democrática global de inclusión, porque sin ellos es difícil la reconstrucción de un país.
Necesitamos y queremos partidos que observen y revisen la historia de otros partidos cuyas acciones siempre estuvieron por encima de las apetencias personales de sus líderes para lograr la unificación y la construcción democrática de nuestro país con bases duraderas que nos muestren un futuro con mejores perspectivas de vida.
@freddyamarcano