Maduro, el autócrata
El término de “autocracia” proviene de la antigüedad griega, y tiene aparición en la obra de Platón en el siglo V a. C., en la que se hablaba de autokráteia como sinónimo de poder absoluto (derivada de autos, “por sí mismo”, y kratos, “poder”).
Más adelante lo emplearon también los zares rusos para referirse a sí mismos y a su poder, distinto al de los monarcas constitucionales de la Europa occidental. Pero el término autócrata comenzó a popularizarse a partir de 1803, cuando el poeta inglés Robert Southey (1774-1843) lo rescató para referirse a Napoleón Bonaparte.
Hoy en día, cualquier forma de dictadura y/o totalitarismo son perfectos ejemplos de un gobierno autocrático, y esto es la antítesis justamente de un gobierno democrático.
No se debe olvidar que las autocracias se caracterizan por: acumular todo el poder político en una única figura, a menudo divinizada o tenida por guía incuestionable del destino de la nación.
Quienes se oponen al poder autocrático normalmente son perseguidos y castigados, de modo que no existe una oposición formal al gobierno. Bajo una autocracia, la vida de la población suele ser muy controlada, tanto si está sometida a los rigores de la pobreza y la miseria, como si se cuenta con abundancia económica para distraer la falta de libertades.
Las autocracias modernas emplean diversos mecanismos para permanecer en el poder, más allá de la fuerza militar y la violencia: pueden amañar elecciones, celebrarlas sin participación opositora, reescribir las leyes a su conveniencia o modificar el texto constitucional, todo con tal de permanecer en el poder.
No es difícil hallar ejemplos de autócratas en el mundo. Si deseamos ejemplos históricos, basta con elegir algún faraón, algún monarca medieval o algún gobernante de la Rusia zarista, o algún dictador de los regímenes nacionalistas europeos del siglo XX, como Adolfo Hitler o Benito Mussolini.
Otros ejemplos más recientes son:
La dictadura de Robert Mugabe (1924-2019), un político y héroe militar de la independencia de Zimbabue, quien gobernó con puño de hierro la nación africana a pesar de experimentar una brutal crisis económica,con cifras inflacionarias de 14.000.000% y numerosas acusaciones de fraude electoral, así como la represión a los opositores.
Otro ejemplo, es el régimen comunista de la República Popular de Corea del Norte, el cual comenzó en 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, tras el fin de la ocupación japonesa. La nación ha sido gobernada desde entonces por un estricto régimen revolucionario militarista y nacionalista, en manos de la dinastía familiar iniciada por Kim Il-sung (1912-1994), a quien sucedió en el poder su hijo Kim Jong-il (1942-2011) y a éste su hijo Kim Jong-un (1983-).
El gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, que comenzó en el 2013, tras el fallecimiento del Teniente Coronel, Hugo Chávez Frías, fundador de la autodenominada Revolución Socialista Bolivariana. Hoy día Maduro es considerado una autócrata, debido a sus numerosas violaciones de los derechos humanos, persecución de la disidencia, desmantelamiento de los poderes independientes del Estado y manejo unipartidista y personalista del sector público.
La autocracia y la democracia son formas de gobierno opuestas. La democracia se fundamenta en la libre elección popular de quien detentara temporalmente el poder político, sometido siempre a la revisión y supervisión de los otros dos poderes públicos republicanos, y guardando respeto a los derechos humanos. En cambio, un gobierno autocrático no responde a la voluntad popular. Puede guardar más o menos las formas, o sea, disimular sus intenciones dictatoriales, pero en el fondo un autócrata no se somete al control de otros poderes, ni está dispuesto a abandonar el poder fácilmente.
Es la dolorosa experiencia que se vive en Venezuela desde hace 23 años, lo cual Maduro hasta cínicamente y sin desparpajo alguno, ha manifestado que gobernará hasta el 2030, y que la oposición no llegará al poder ni con votos y sin ellos.
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
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