Del infantilismo progre

Opinión | septiembre 16, 2022 | 6:26 am.

Mi apreciado amigo Álvaro me responde un tuit para precisar que los personajes de fábula al fin y al cabo pueden representarse con otras características, incluso con rasgos asiáticos, africanos y color de piel distinta, como el caso de la Sirenita, Pinocho y tantos otros. Esto es precisamente lo que por estos años estamos viviendo o padeciendo, en eso llamado la ‘visibilización de las minorías’.

Bajo esa interpretación la industria del entretenimiento y otras más, dan entrada a personajes de la fábula universal en la asexualidad o la pansexualidad, además de re-construir personajes con rasgos, color, sexo, virtudes y creencias religiosas, incluso opuestas a aquellos que fueron concebidos por sus creadores originales.

Estas nuevas formas de reinterpretación de personajes universales están creando en los niños y jóvenes formas diferentes de conocimiento, tanto de la literatura como, obviamente, de la historia. Todo ello, indudablemente, trae otra interpretación de la realidad y con ello la modificación del lenguaje, valores, principios y tradiciones culturales.

Se quiera o no, esta neo realidad es una presencia que se ha instalado, tanto en los medios de comunicación masivos, redes sociales, como en las aulas educativas. En principio no creo que ello sea nocivo o negativo en la difusión, por asimilación directa y afectiva, de la literatura fabulada y sus personajes universales. Lo pernicioso y peligroso pareciera ser cuando ello toca las zonas que tienen que ver con los intereses religiosos o políticos, y, sobremanera, en la psicología y tradiciones de una sociedad.

El advenimiento de las ‘grandes minorías’ que se han escudado detrás de los personajes de la historia de la literatura fabulada o fantástica, tiene hoy sus rasgos estratégicos que les han permitido derrumbar la férrea concepción, por ejemplo, de la heterosexualidad como paradigma cultural universal.

Así, las minorías sexuales con su disfraz de progresismo ha irrumpido en las narices de sociedades envejecidas donde el poder se ha anquilosado, derrumbando creencias seculares y estableciendo nuevas formas de pensamiento, transformadas en leyes y normas, que se ven ahora como el nuevo poder. Vivimos en tiempos donde una persona nacida como mujer, por ejemplo, se trans-forma en hombre, y, teniendo como pareja a un hombre, que a su vez se ha trans-formado en mujer, cumple su ciclo de embarazo. En estas circunstancias el reflejo de la realidad animada en nuevas experiencias fílmicas, busca representa o adecuar aquellos personajes que por décadas fueron grandes arquetipos para las sociedades, en estas nuevas experiencias.

Las generaciones de las últimas tres décadas han consolidado una nueva manera de pensamiento cifrado en una libertad, democracia y sentido de la vida, sobre bases que intentan solidificarse en las estrategias de aceptación de estas y otras minorías. La ‘tolerancia’ y aceptación del Otro diferente es piedra angular de este pensamiento que asume en política la estrategia del populismo progresista como bandera que arropa todo aquello opuesto a lo socialmente aceptado. Movimientos ecológicos, sexuales, políticos, artísticos, de creencias o nueva era, se ven representados por las gigantescas corporaciones de la tecnología de las comunicaciones que explotan el fanatismo de quienes comulgan en las filas de estas grandes minorías.

En estas circunstancias las viejas mayorías sociales, empequeñecidas por la realidad virtual y la pantalla comunicacional, toman distancia de este asalto al poder, sea por la introducción de estructuras legales o, de hecho, en las turbas que incendian iglesias, derriban estatuas o simplemente, desnudan su humanidad y muestran sus traseros.

La readaptación de las obras clásicas de la literatura dirigida a niños y jóvenes está ahora sirviendo como punta de lanza para identificar una nueva generación de seres asexuados, trans-genéricos, adeptos a las nuevas creencias progresistas/populistas, con otros valores y principios, que han aprendido a conocer la literatura clásica y sus personajes universales desde sus propios valores.

Todo ello trae otra narrativa o reinterpretación de la literatura fabulada y de la misma historia y cultura. Esto está cambiando hasta el mismo lenguaje en todas las sociedades, unas más adelantadas que otras. El dinamismo que representa es el sello impuesto por una generación que está desafiando a Dios y al Demonio.

Creo que de seguir como vamos en pocas décadas asistiremos al advenimiento de nuevos dioses, nuevos ángeles y demonios, entremezclados en su pansexualismo, gritando su histeria a los cuatro vientos, sin otra máscara que aquella descubierta en la agitación de una vida experimentada con sobresaltos.

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