¿Por qué Maduro II es mejor gobierno que Chávez II y III y Maduro I?
Muchos, algunos de buena fe, otros con no tanta, me preguntan críticamente por qué a veces defiendo algunas de las ejecutorias de este segundo gobierno de Maduro.
– ¡Pareces chavista!, me espetan.
Voy a explicar algunas cosas, para tomarme la licencia de decirlo con el verso de Neruda (cuando pasó, luego del impacto humano de la guerra civil española como él mismo nos da cuenta, de su poesía meramente lírica a sus poemas sociales y épicos).
Solía yo decir, en una frase que tuvo fortuna y que muchos repitieron, que el gobierno de Maduro (el primero) era el peor gobierno de nuestra historia. No me desdigo de esa opinión, aunque debo admitir a la distancia que mucho ayudó para que así fuese la estrategia insurreccional de la oposición que no le dio tregua, anunciada y ejecutada desde el primer día de su administración.
Fue el peor porque pretendió reproducir mecánicamente las mismas políticas estatistas y populistas de Chávez en un contexto en todo diferente, con una fuerte restricción de ingresos. Pero ¿cuáles fueron esas políticas de Chávez, cuál fue el fulano “legado» que yo califico de ponzoñoso?
Por cierto, los pueblos deben ser también autocríticos y no sólo endilgar toda la responsabilidad en los políticos: si llegamos hasta aquí es también porque millones de venezolanos votaron por Chávez una y otra vez, hechizados por su verbo de caudillo decimonónico (yo, por fortuna, no, aunque él me pidió por allá en 1997 personalmente que lo apoyara: le respondí que no podía hacerlo porque el no creía en la economía de mercado y yo sí). Pero asumamos nuestra responsabilidad colectiva como pueblo, señoras y señores.
El legado ponzoñoso
En resumidas cuentas el fulano legado es éste:
• Siguiendo una receta económica más que superada en el mundo, con la revolución bolchevique y cubana agitándose en su afiebrada e inculta mollera, Chávez estatizó 1.000 empresas (para que el Estado “produjese” leche, azúcar, café, hortalizas, harina de maíz, bicicletas, celulares, automóviles, cemento, hierro, etc., etc., etc.)… y las quebró todas o casi todas (caso más emblemático Sidor que Teodoro privatizó en 1997, con 20 % de acciones para los trabajadores, que les fue arrebatado por Chávez pues eso era un “pecado capitalista», y que producía riqueza y pagaba buenos impuestos al Estado: hoy, reestatizada, requiere una erogación de $ 350 millones de subsidio cada año para su funcionamiento precario);
• De 12.000 industrias en 1998 pasamos a sólo ¡2.000! en 2013 (cuando murió Chávez), muchas huyendo de la furia estatizadora del nuevo gobierno, otras por los rígidos controles de precios;
• Estableció un supuesto control de cambio que sobrevaloró el bolívar, afectando así la actividad exportadora del país, no atajó el dólar y sí en cambio se convirtió en un antro de corrupción (mucho peor que Recadi);
• De $ 30.000 millones de deuda pública en 1998 que ya eran un escándalo subimos a ¡$ 100.000 millones! en 2013 (¡y teniendo el petróleo a $ 100!, tal era su voracidad fiscal): no es verdad, como sostienen algunos, que esa deuda era una decisión acertada, habida cuenta del crecimiento del PIB, pues éste se debía sólo al incremento de los precios del petróleo, en todo volubles, y en el contexto de un país que producía menos riqueza, por lo que ese endeudamiento desbocado fue una irresponsabilidad;
• Desde 2007 (diez años antes de las sanciones y con un país en paz sin golpes ni paros, con la oposición volcada a la ruta democrática y con plata, mucha, mucha plata) toda la producción agrícola e industrial comenzó a caer en picada (arroz, azúcar, leche, café, carne, hierro, cemento, automóviles, etc., etc.);
• Encima de todo eso, bajó en 60, 50, 40 % (se discute cuál fue el monto) los gastos de inversión de Pdvsa para destinarlo, ese porcentaje sustraído, a construir casas, curar enfermos y repartir comida, tareas de las que no tenía por qué hacer parte Pdvsa …y así la quebraron, pues destruyeron las refinerías y los pozos por falta de mantenimiento.
• Y, por consecuencia, subsidios aquí, subsidios allá, según el Fondo Monetario Internacional anunció en 2012, el déficit fiscal del sector público consolidado en Venezuela había pasado del -2,6% del Producto Interno Bruto en 2007, al -5,4% en 2008, y al -8,2% alcanzado en 2009. Muchos economistas y empresas de asesoría anunciaban ya para entonces que para 2012 podría llegar al -19 % del PIB y alertaban sobre la muy probable espiral inflacionaria para 2013. Déficit que, como sabemos, se cubría con dinero inorgánico, dinero de papel, sin respaldo en la producción, lo que hacía que el bolívar cada vez valiese menos y las divisas más y más. La perfecta receta inflacionaria. Así que la inflación que todos padecimos aquel año, y en los 9 siguientes, no era una sorpresa para nadie. No nos cayó del cielo: se gestó en las entrañas de una economía maleada, pésimamente manejada por largos 14 años.
Los venezolanos no lo veíamos porque andábamos sumergidos en el festín petrolero de las apariencias, el rentismo y extrativismo de siempre, con un gasto público descomunal que Chávez repartía con manos dispendiosas a diestra y siniestra, sólo a cuenta del barril de crudo a $ 104 para 2012.
Pero lo que vivíamos, parafraseando a García Márquez, era la crónica de una inflación anunciada.
Legado éste que menciono en lo económico… porque en lo político habría que añadir la perniciosa cultura del partido/Estado que aún pervive hoy, encarnada en caudillismo, autoritarismo, centralismo, burocratismo y militarismo.
¿Que todo lo hizo Chávez con buenas intenciones? ¿Qué había en él una natural inclinación reivindicadora y emancipadora de las grandes masas depauperadas y pobres del país? Puede ser, en lo personal no lo dudo, pero de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno, como decían nuestros mayores.
Maduro I
Éste, amigas y amigos, es el desastre que recibió Maduro en 2013. Ningún “paraíso terrenal», como parecen creer muchos de mis buenos amigos chavistas anti-maduristas. El legado no fue sino una bomba de tiempo que le estalló en las manos al nuevo Presidente.
Durante su primer gobierno, Maduro quiso seguir haciendo lo mismo que Chávez (estatizando, repartiendo sin producir, subsidiando aquí y allá, etc.) y, por consecuencia… pero eso sí, lo subrayo, gestada de cuando Chávez… activó un atroz proceso hiperinflacionario, el primero de nuestra historia, que destruyó el salario, las prestaciones y las pensiones y desmejoró la calidad de vida del venezolano a niveles nunca vistos en 170 años de historia republicana (desde la catástrofe económica que implicó para el país la guerra federal a mediados del siglo XIX, como tanto repetimos por aquellos días).
Maduro II
Ahora se intenta (de modo insuficiente, pero se intenta) corregir estos entuertos, revertir buena parte del nefasto delirio chavista, y, a mi modo de ver … y lo digo sin sonrojarme, por el bien del país eso debe ser apoyado. Al menos es lo que yo creo, tal vez porque no estoy enfermo de antichavismo patológico, tal vez porque no soy de los que creen (aprendizaje del MAS de Teodoro y Pompeyo en tiempos del puntofijismo) que nunca es verdad que mientras peor estén las cosas, mejor… para el proceso de cambio.
Así que si el primer gobierno de Maduro fue el peor gobierno de nuestra historia, este segundo no lo es porque, vistos en perspectiva histórica, el segundo y el tercer gobierno de Chávez (el primero no, que duró meses y produjo una nueva Constitución) fueron peores. Esta conclusión no es un mero divertimento historicista, no es una ociosidad académica. Ella implica e impone, de ella se derivan, trascendentes criterios y pautas para una oposición que se diga democrática y que quiera ser de Estado y no un mero, ramplón e infecundo oposicionismo.