La Shoá, el exterminio nazi: ¿evitable?
Para comprender un fenómeno tan complejo como fue la Shoá [El Holocausto], no basta una explicación historiográfica sobre la llegada de Hitler al Poder [30/01/1933] en el marco de la Alemania de la posguerra de la Republica de Weimar.
A la zafra surge la revolución del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores [NSDAP] de progresiva narrativa racista, seguido de los jerarcas de la Alemania Hitleriana que condujeron a la Solución Final respecto a los judíos europeos.
Las órdenes de exterminio autorizadas y ejecutadas por los rangos elevados e intermedios del régimen nacionalsocialista en Alemania e involucrados en la conquista del “espacio vital” en la Europa del Este (Bankier, 2001) fueron producto de una apología propagandística, cruel e indetenible.
La lógica Nazi: Una cuestión de “espacio”
El plan de Hitler de exterminar a los judíos europeos fue secreto de Estado sólo compartido con Himmler, responsable de la puesta en práctica de la Solución Final. Fue en 1943 cuando se verbaliza a oficiales de las SS y líderes del partido nazi, el exterminio necesario.
El origen -al decir del historiador Rafael Rafecas [Historia de la Solución Final] – fue la búsqueda del “espacio vital” devenido de “los fatídicos meses del verano y otoño de 1941, del Plan Siberia, que consistía en generar un corredor hacia el este de Europa para el asentamiento de judíos desplazados.
Dicho plan se frustró tras la derrota de Stalin a tropas alemanas. Era el preludio de la “cuestión judía” [Shoá] a escala europea. Si no tenemos espacio para los judíos, pues no queda más… Nos dice Rafecas: “El tránsito de la lógica nazi del imperialismo racial, de expulsiones a asesinatos masivos, tuvo lugar en las operaciones bélicas en la URSS, y no en Polonia… siendo el curso de la guerra antibolchevique lo que posibilitó la radicalización del temprano consentimiento judeofóbico hitleriano, sostenido en complicidad de perpetradores y colaboraciones […] La indiferencia cómplice de la población local, mucho antes de la apertura del frente del este y de las consecuencias de Pearl Harbor, fue delirante y trágica.
Denuncia [Rafecas] que persiste la impresión -tranquilizadora– que el exterminio llegó pura y exclusivamente “a merced del voluntarismo de un puñado de dirigentes psicópatas encabezados por Adolfo Hitler”.
Pero desde la retina de la psicología social (Zygmunt Bauman, Giorgio Agamben, Enzo Traverso) la Solución Final no fue determinada sólo por unos alemanes desquiciados [Hitler, Göring, Himmler, Goebbels] sino por la aquiescencia de comunidades enteras que, en plena modernidad, no detuvieron la masacre… Nunca fue más relevante la pregunta de Hanna Arendt, a Alemanes y paisanos judíos: «El tema no es por qué obedeciste sino, ¿por qué cooperasteis?»
Complicidad, limpieza política, ideológica y étnica
El 1/4/1933 se puso en funcionamiento el primer campo de concentración en las afueras de Múnich: Dachau […] El Lager (Dachau/ el establecimiento) previsto para el encarcelamiento, “detención preventiva” de funcionarios comunistas, de la Reichsbanner [fuerza de choque favorable a la República de Weimar] y socialdemócratas. Comenzaba una furtiva estrategia de segregar comunistas y socialdemócratas. Cárcel, muerte, tortura y exilio sobre la base de la “Ley de Incendio del Parlamento” del régimen. Más de 3.000 diputados socialdemócratas fueron encarcelados. Luego [Hitler] apunta a sectores de izquierda –rivales históricos de los nazis– y a la minoría judía para “erradicar su influencia”.
En Europa del Este, los judíos se destacaban en negocios y finanzas; periodismo, actividades culturales; la medicina y la ley; política liberal y de izquierda. El blanco de la agitación antisemita comenzó por reprochar su “éxito económico y la creciente visibilidad colectiva sin poder político”.
“Para el nazismo, los judíos, el peligro judío y la lucha sin fronteras contra ‘el Judío’, eran un el mito movilizante del régimen” concluye Rafecas… Había llegado la hora de agitar el eslogan de Goebbels ‘¡Los judíos son los culpables!’ y compeler al pueblo alemán “a combatir esta amenaza mortal con todas las fuerzas disponibles, ofreciendo a los miembros del partido el necesario aumento de retribución”.
El obispo Otto Dibelius, principal autoridad protestante de Alemania justificó las acciones del nuevo régimen en un discurso por radio a los EE.UU. “Mis queridos hermanos: […] Siempre me he considerado antisemita. Uno no puede ignorar que los judíos desempeñaron un papel importante en las manifestaciones más destructivas de la civilización moderna [Friedländer, 2009: 68-69].
La radicalización del problema judío
Himmler no se cansaría de repetir públicamente; ob cit: “Decidí encontrar una solución absolutamente clara. Y es que no me sentí con derecho de extirpar a los hombres y dejar crecer a los menores para que se vengaran de nuestros hijos y nietos. Me hubiera parecido cobarde”. Y la “cuestión judía” la “resolvió” cobardemente, exterminándoles sin piedad.
Entonces el gaseamiento en el gueto de Lodz en Wartheland/Polonia; la inauguración del campo de concentración Dachau [1933], Sachsenhausen (1936), Buchenwald (1937), Mauthausen y Flossenbürg (1938), y Ravensbrück (1939) [un campo exclusivo para mujeres]; de Belzec, [1942], la aniquilación sistemática de judíos europeos en Sobibór, los crematorios a la interperie de Treblinka; el discurso de “guerra total”; la propaganda nacionalsocialista que culpaba a los judíos de manipular-desde las sombras-la dirigencia política norteamericana y soviética; la responsabilidad de haber desencadenado la guerra contra Alemania-sic-; la matanza de los judíos de Riga, capital de Letonia, [entre el 7 y el 9/12/1941, donde fue asesinato el más destacado historiador judío, Simón Dubnov [81 años], y Auschwitz…ocurrieron arbitrariamente, tiránicamente, impunemente, frente al mundo moderno.
La mayor empresa criminal de la historia que aniquiló 6 millones de judíos, 1.5 millones niños, y acabó con la vida más de 50 millones de almas fue un proceso de radicalización predecible que se enhebró sin resistencia local ni global. La propaganda hizo el resto. ¿Historia previsible repetida de enfilamiento en el siglo XXI? ¿Cooperación, por acción o por omisión? ¿Lo ataja la Justicia Penal Internacional? ¿Responsabilidad de proteger aún sin regular?…
A Dubnov -enfermo y con fiebre, con las piernas debilitadas – no pudo moverse lo suficientemente rápido como para salir del gueto hacia el sitio de las ejecuciones, y un guardia lo fusiló por la espalda. Según el relato, las últimas palabras de Dubnov mientras caía, ¡fueron: “Schreibt un farschreibt!”: “¡Escriban y registren!
Vale citar a Theodor Adorno: “la exigencia de que Auschwitz no se repita es la primera de todas en la educación”. Y eso intentamos: escribir, registrar, educar…
@ovierablanco
Embajador de Venezuela en Canadá