¿Y entonces, María Corina?
¡Ay, María Corina! ¡Qué decepción contigo!
Solía decir, ingenuo yo, que estando en desacuerdo con todo, absolutamente todo lo que propones, reconocía en ti la honesta virtud de la verticalidad y de la terca coherencia entre lo que decías y hacías. Te miraba como una Juana de Arco, delirante, frenética, equivocada, siempre equivocada, ¡equivocadísima!, pero de reluciente armadura y con una bandera negra ondeando sobre tu testa.
Lo tuyo, tu receta, rumiaba yo, era: uno, cero diálogo… con los que tú llamas con estridencia truhanes del narcoterrorismo; dos, incendiar las calles, como alcanzaste a proponer alguna vez de modo explícito y rotundo… aunque, eso sí, tú te cuidaras de refugiarte en la retaguardia: allá, en la vanguardia, unos mozalbetes con escudos de cartón piedra, arrastrados al sacrificio inútil; y tres, pedir a voz en cuello que las tropas gringas invadieran nuestra patria: ¡Please, Mr. Trump!, se te escuchaba farfullar, con lastimosa voz de ruego.
Así fuiste aislándote a un minoritario gueto del extremismo oposicionista, allá, en el fétido rincón de la ultraderecha.
Al G4 lo llamaba yo, en cambio, oposición merengue: un pasito para allá y un pasito para acá: hoy voto, mañana no, luego tal vez; platico, dialogo y negocio con el enemigo… pero me levanto de la mesa con ínfulas de indignado… para regresar después a ella, cabizbajo, vencido, con el rabo entre las piernas; pido pero no pido pero sí pido invasiones gringo-colombo-brasileñas.
Pero hete aquí que, acaso por una improbable epifanía democrática, y para sorpresa, perplejidad y pasmo de todos, vienes a anunciar, ¡ay, María Corina!, que sí, damas y caballeros: la señora Machado va de voto: que participarás en las primarias del G4 y que quieres ser candidata presidencial en 2024. Es decir, ¡vas a elecciones!… con este CNE supuestamente espurio y con el tenebroso dictador Maduro, como lo llamas tú, mandando en Miraflores.
Entonces, María Corina, no puedo sino preguntarte, con el debido respeto, lo siguiente:
¿Y no era que con este CNE ilegítimo tú no ibas ni a la esquina, según te cansaste de proclamar a los cuatro vientos?
¿Y no era que *primero se cesaba la usurpación*, después se conformaba un gobierno de transición… y sólo luego se podía ir a elecciones???
¡Hasta Ledezma, perdido en el tupido laberinto de sus frustraciones, te ha pedido explicaciones! Y no es para menos, María Corina. ¿Qué dirá el tocayo Aristeguieta Gramcko?
Así que, ansiosa por no quedarte fuera de la historia, has terminado por empañarte de esa incoherencia que es propia de la oposición del G4.
Pero tú, taimada, astuta, ladina, sabes que el G4 hace un mal negocio porque, ¡ay, María Corina!, ¡ay María Corina!, también tú traes tus taras con las que empañarás a tu vez la frágil línea electoral de la autollamada Plataforma Unitaria.
El extremismo, de izquierda o de derecha, es como una peste, y basta tener en el grupo a un contagiado cargado de tales bacterias infecciosas para que la epidemia de babiecadas extremistas se expanda como una pandemia.
El discurso de los extremistas es bipolar, como Dr. Jekyll y Mr. Hyde, típica dualidad judeo-cristiana: valientes contra cobardes, honestos frente a colaboracionistas, puros e impuros, alacranes contra escorpiones. Pero el extremismo es épico, entretenido, exultante: la marcha del no-retorno, el cese de la usurpación, la ruta del coraje, La Salida Ya, los marines desembarcando por Macuto, en fin; …y los moderados, en cambio, son, somos aburridos: diálogo, negociaciones, voto, paz, soberanía. Tú lo sabes. Fácil te será chistar los dedos y despertar al genio de la lámpara, a los demonios del radicalismo infecundo, a los fantasmas de las barricadas de 2014. Frente al tedio perezoso y lento de la política, ganará siempre la propuesta de guerras fulminantes de la política ficción que acabarán con un rayo mortal y en un instante cegador a los enemigos de la libertad. Taumaturgia, María Corina, taumaturgia.
Así que has llegado con tus alforjas cargadas de pazguatadas y majaderías inútiles. Vienes de vuelta, sí, pero, estemos claros, a imponer tus condiciones, como una reina en sus dominios señoriales. Veamos:
1. Primarias, sí… pero sin el CNE (no importa que ese mismo CNE sea el que va a regir las elecciones de 2024 y que por tanto tu prédica estentórea ahonde las dudas en el voto, principal arma de un demócrata).
2. ¿Diálogo?, bueno… tú ¡jamás! (eso que lo hagan otros: tú eres pura y virginal).
3. Con esos alacranes colaboracionistas tú no participas… y con estos escorpiones del G4, bueno, sí, ¿qué más se hace?, …pero con un pañuelo en la nariz.
4. Y tu tremebunda promesa básica es ganar la presidencia para luego emprender “la solución final» de exterminio del chavismo (aunque represente, por lo menos, un tercio del país): perseguirlos con tus huestes hasta echarlos al mar, confiscarles todos sus bienes, encadenar a sus principales jerarcas y remitirlos a Guantánamo. ¡Qué de ilusiones, María Corina, qué de ilusiones! Mejor no olvidar que los rusos también juegan, según la memorable frase de Manuel Francisco dos Santos, mejor conocido como Garrincha.
Te diré algo, con el corazón en la mano: sigues dando tumbos… y la oposición contigo.
¡Larga vida a Maduro!, gritan las muchedumbres del Psuv: con enemigos así, no se necesita de amigos.
La verdad sea dicha, cada vez me afirmo más en mi consigna: ni gobierno ni oposición sino todo lo contrario.