El lado oscuro de un crimen (III)
Isaías Rodríguez no creía a Giovanni José Vásquez De Armas capaz de gran cosa, y si hablaba sobre el montaje en torno al crimen de Danilo Anderson, nadie mejor que él sabía de su poca credibilidad. Pocas frases alteraron esa percepción del fiscal general.
“Todo lo que declaré en el juicio de los Guevara es mentira. […] Todo fue algo que me dijeron que dijera. […] Mi prueba fue introducida de último, ellos ya tenían todo montado.”
Se escuchó la noche del martes 08/04/2008 por Globovisión. La televisora divulgó una entrevista grabada dos años atrás con la cual se habría negociado la libertad de Mezerhane. En esta Vásquez dejó claro que:
“[…] jamás hubo ninguna reunión, ni en Maracaibo ni en Panamá […] ninguno de los jefes paramilitares estuvo involucrado en los hechos […]”
Recalcó que a finales de noviembre de 2004 lo contactó el ex Fiscal Gilberto Landaeta, quien le ofreció “buen dinero” para organizar el montaje y le entregó fotos de las personas que querían implicar, a quienes, resaltó, no conocía, “ni siquiera a los hermanos Guevara”. Y se mostró pesaroso en relación a éstos últimos:
“Si no tienen nada que ver, que me perdonen. Yo pensaba que, según lo que me dijo Isaías, ellos eran culpables […] Todo fue una maniobra política”.
Vásquez cerró sus declaraciones con:
a) La confidencia que Landaeta le hiciera a él: “José Vicente Rangel, Yoraco Bauza e Isaías Rodríguez tienen que ver en el asesinato”. Premisa del ex fiscal para aclararle, al testigo estrella, la vinculación del hecho con la Banda de Los Enanos.
b) La confirmación de su preparación en La Orchila, donde Hugo Chávez le habría agradecido su apoyo, aparte de bromear sobre la falta de pruebas.
Isaías, en respuesta, insinuó otros elementos que, según él, también sustentaban la sentencia condenatoria dictada a los Guevara, lo mismo hizo el 25 de enero de 2006:
“[…] una persona que merece mucha credibilidad me llamó y me dijo que hay otra persona que puede confirmar lo dicho por Giovanny Vásquez”.
Insistía el fiscal general en la veracidad del testimonio de Vásquez en juicio y con ello creyó conjurar la invalidez del proceso, algo difícil de lograr, el testigo comenzó por reconocer que jamás había visto ni conocía a los Guevara:
“[…] los reconocí [a los Guevara] porque Yoraco (Bauza), que estaba en una zona posterior, me mandaba mensajes de texto diciéndome cómo estaban sentados”.
El “súper testigo” estuvo más convincente ante la prensa. Sin rodeos, relató situaciones violatorias del principio de igualdad entre las partes.
– Nunca vi a Giovanny Vásquez con un teléfono porque estaba a espaldas de nosotros, pero recuerdo que Yoraco mandaba mensajes de texto cuando a nosotros no se nos estaba permitido -rememoró Pedro Miguel Castillo, abogado defensor de los Guevara.
La actuación de Vásquez brotó donde germinó el fraude: la complicidad institucional.
“El resto es, para ella -Jackeline Sandoval-, una serie de irregularidades que ya habían denunciado. Entre ellas Castillo destaca que la declaración que dio Vásquez de Armas ante el juez no menciona por ninguna parte las reuniones que su propia acta de entrevista y la acusación fiscal señala en Panamá y Estados Unidos. Se trata de `un proceso judicial donde hubo un vicio de incongruencia´, lo que en términos coloquiales resume como una condena que no juzgó los hechos que acusaba el expediente fiscal”.
Ese abril de 2008, Vásquez dirá:
“[…] que jamás había ido al tribunal a presentar una prueba anticipada”.
A continuación, se va de la lengua:
“Cada dos o tres días venían con un acta nueva y me decían: `Mira esto´. Una vez llegaron al hotel con hojas en blanco, y yo las firmé. Más nada. Ni siquiera estaban llenas, con esto te digo todo; y eso yo lo dije en la Fiscalía”.
La condena de los supuestos autores materiales perdía sentido. Vásquez “acusó a [Isaías] Rodríguez de ser el responsable del forjamiento de las actas” y viéndose desamparado también de su amigo Landaeta, que lo persuade de sumarse a la trama, arremetió contra éste.
Afirmó escuchar del ex fiscal lo que los hermanos no vendidos del occiso sostenían desde la noche del suceso: Landaeta me confió que José Vicente Rangel era el “verdadero autor intelectual del asesinato”. “Landaeta me dijo que José Vicente lo mandó a matar”.
El hecho develado, en opinión de otro de los incriminados, el ex comisario Johan Peña:
“[…] da como resultado que de una investigación policial pasaríamos a una pesadilla política”.