Rafael Simón Jiménez: No habrá democracia mientras haya injusticia, exclusión y polarización social
El ex rector del CNE Rafael Simón Jiménez expresó que la pobreza es uno de los problemas más graves que aqueja a la Venezuela actual y condenó que durante los últimos años del chavismo esta se ha intensificado: es urgente que quienes buscan un cambio político centren su estrategia en combatir este flagelo.
«Si existe una prioridad dentro de la grave y profunda crisis que desde ya hace muchos años padecemos los venezolanos, es la pobreza que hoy sumerge, castiga y suplicia a millones de nuestros compatriotas. Sin medidas sustentables dirigidas a acabar con la pobreza, es imposible que los venezolanos podamos alcanzar la legítima aspiración de vivir en paz, con unión, progreso, justicia, seguridad, respeto y oportunidades para todos», expresó según nota de prensa este jueves.
«Reconocer la pobreza como principal obstáculo para la recuperación del país, debería generar un debate nacional, ya que es la pobreza la que genera violencia, criminalidad, desarticulación social, malestar, resentimientos y fracturas. Desde unión y progreso, se está haciendo el debate», adelantó. «Buscamos una análisis, un diagnóstico y una reflexión colectiva, y a su vez, concertar y consensuar un proyecto de desarrollo económico y social, que permita en el mediano plazo, lograr la inclusión, igualdad de derechos y oportunidades para todos. La cohesión que marque el camino de la recuperación democrática».
Jiménez destacó que ha sido el chavismo uno de los gobiernos que a profundizado las «viejas perversiones» del modelo rentista petrolero, y esto solo se traduce en más y mayor pobreza para los venezolanos. «Basado en la visión del capitalismo de Estado, que aparece en la manipulación del discurso con el pomposo nombre del socialismo del siglo xxi. Ese modelo que ha cabalgado en sus exacerbaciones sobre un largo ciclo de precios petroleros altos, ha incrementado nuestra dependencia de ese solo recurso, asfixiando la posibilidad de diversificación económica e incrementando nuestra condición de importador neto de todo tipo de mercancías, en lo que pudiéramos denominar “una economía de puertos».
«Al tradicional rentismo, se adiciona una concepción de asfixia deliberada, del ya débil aparato productivo nacional, acosado y arrinconado por todo tipo de medidas ilegales y arbitrarias: invasiones, confiscaciones, expropiaciones, regulaciones, controles, terrorismo fiscal, que han hecho menguar en mucho más de una tercera parte el número de industrias existentes hace diez años, y que ha traído, entre otros efectos nefastos, alta inflación, desabastecimiento, dependencia de las importaciones, caída de la producción agrícola e industrial, afectación del ya precario empleo formal e incremento de las modalidades de trabajo precario e informal con todas sus consecuencias sociales».