Las alarmas que no se escuchan
Hay alarmas que emiten sonidos y otras que encienden luces de advertencia. Ocasionalmente fallan por defectuosas o por haber sido dañadas. Por lo general funcionan, pero a veces aplica el refrán de que no hay peor sordo que quien no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver.
En las refinerías de petróleo, por ejemplo, existe un sofisticado sistema de alarmas y de alertas; además, el registro de incidentes y de accidentes indica el grado de seguridad de las operaciones.
Como en la Pdvsa roja está una gerencia inepta que no realiza el mantenimiento preventivo, el mendaz ministro Tarek El Aissami se hace el sordo y el ciego, atribuyendo las fallas de las alarmas y los accidentes a sabotaje de opositores o del presidente colombiano.
En política, las encuestas son la herramienta de alarma más utilizada para medir el grado de aceptación o de rechazo de determinadas decisiones o de candidatos. Cuando no son del agrado, tanto el régimen, como la oposición, alegan que son sesgadas. Las mismas indican claramente un elevado rechazo a la gestión de los rojos, pero también al desempeño del liderazgo opositor. Sin embargo, ambos se hacen los desentendidos.
Del lado del régimen está claro que el objetivo es perpetuarse en el poder por la sumisión de genuflexos funcionarios de toga y birrete, y por la complacencia del Alto Mando militar. La pobreza, elevada inflación, deficiencia de los servicios médicos, educacionales, escasez de agua y de electricidad no le importa. Mucho menos la huida de más de seis millones de venezolanos obligados a buscar refugio en otros países.
Del lado de la oposición es difícil explicar la sordera y ceguera de una parte de la dirigencia para aceptar la validez de las encuestas y tomar decisiones que conduzcan a la salida del Maduro y su equipo de ineptos. Lamentablemente, los partidos políticos se han vendo a menos. Este es un fenómeno que no es exclusivo de Venezuela, sino una realidad en muchos países. En nuestro medio, no puede obviarse que algunos de nuestros dirigentes viven de la política y no para la política y otros pretenden competir con los 70 años de actividad de la apreciada reina Isabel. En los países desarrollados, un dirigente que pierde una elección o que no cumple sus promesas se retira voluntariamente. En nuestro patio el retiro político es casi impensable. Desafortunadamente, tenemos más imitadores de Caldera y de Carlos Andrés, que de Betancourt, Leoni y Herrera Campíns
Otro factor que quizá explica parcialmente la desfavorable opinión pública sobre nuestros partidos es la presencia de las redes sociales. Hoy, millones de opinadores sin formación política quieren imponer su verdad. Frecuentemente estos opinadores exigen a los políticos una gran inflexibilidad, la cual está reñida con esa profesión. Es deseable que haya un número de compatriotas que quiera aplicar con rigidez lo que Weber llamó la ética de la convicción, ya que son la conciencia de que hay límites que no se pueden violar. Además, tienen la excusa de que no son directamente responsables de las posibles consecuencias negativas derivadas de esa inflexibilidad.
Por su parte, los políticos no pueden darse ese lujo. Tienen que tomar en cuenta el concepto de Weber sobre la ética de la responsabilidad. Es decir, prever el grado de afectación de determinada decisión sobre la mayoría de los ciudadanos. Esto viene a colación sobre el punto de acudir o no a votar. Los seguidores de la ética de la convicción tienen razón al afirmar que Maduro no es presidente y, por lo tanto, no debe haber una elección convocada para sustituirlo. Sin embargo, como no hay otra opción válida, la consecuencia sería que Maduro compita con unas marionetas y siga en Miraflores.
Como menciona el colombiano Mauricio García Villegas, doctor en ciencias políticas y articulista, “un político responsable puede verse abocado a ceder parte de sus principios o incluso a negociar con sus enemigos políticos con tal de evitar males mayores. Eso fue lo que hizo Mandela en Sudáfrica para acabar con el apartheid. Otra cosa es negociar para obtener fines personales. La ética de la responsabilidad nos exige afrontar las consecuencias de nuestros actos sin liberarnos de la exigencia que tenemos de justificar los medios que utilizamos”.
Los políticos deben escuchar las inquietudes de los ciudadanos de a pie y estos entender que no es lo mismo observar el juego desde las tribunas que dirigirlo desde el campo. Las alarmas están activadas desde hace tiempo. En el caso de la Pdvsa roja no quisieron escucharlas y por eso la empresa está quebrada. Todos nosotros debemos contribuir a escuchar las verdaderas alarmas y descartar las imaginarias para que el país no se siga hundiendo.
Como (había) en botica: Al tener que escoger entre Petro y Rodolfo, los colombianos están entre la espada y la pared. Tomás Páez, estudioso de nuestra diáspora, anunció la creación de la Red Global de la Diáspora de Venezuela. Páez declaró a El Nacional que este proyecto “es la iniciativa más importante de facilitación para el trabajo conjunto de las organizaciones de la diáspora”. Participan 200 organizaciones en Madrid, Toronto, Bogotá, Buenos Aires, Miami y Washington. La farsa del juicio al apreciado periodista Roland Carreño evidencia, una vez más, el sometimiento de los jueces a las órdenes de Miraflores. Lamentamos el fallecimiento de Hugo Perich, compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!