El voto del señor alcalde

Opinión | junio 13, 2022 | 6:24 am.

Una persona – un voto es el principio esencial de la democracia. Fácil de enunciar, pero también fácil de pasar por alto. Una persona – un voto constituye la base misma de la igualdad entre los ciudadanos en todo proceso electoral y se expande a la posibilidad no solo de elegir a los responsables del ejercicio público, sino también de ser electo para desempeñar alguna responsabilidad de ese mismo carácter.

En el voto libre se fundamenta la esencia de la democracia. Si no es libre, no es voto e incapacita la posibilidad de elegir. La libertad de elección es una exigencia fundamental de la elección misma; sin ella no existiría en absoluto una elección. La libertad de elección significa que el acto de la emisión del voto, este, debe ser ejercido sin coerción y sin presión ilícita.

Para la teoría de la calidad de la democracia, el derecho al sufragio es apenas el punto inicial. La construcción de un régimen democrático no concluye en la urna; no obstante, es un salvoconducto relevante para transportarse hacia un sistema efectivamente democrático y es pieza básica para armar el rompecabezas de un régimen que se precie de serlo.

El voto libre, pilar fundamental para la existencia de regímenes democráticos, en nuestro tiempo se encuentra bajo asedio en muchos países.

Probablemente, el escritor español Miguel Delibes se inspiró en ese enunciado para desarrollar su obra literaria; El disputado voto del señor Cayo, un libro que trata de un tema común en el mundo contemporáneo: la migración de los campesinos hacia las ciudades, dejando atrás su vida en comunidades rurales, abandonando para siempre pueblos que quedan en ruinas salvo por algunos que se resisten a irse a pesar de la miseria.

En el libro se muestra un candidato que ha pasado una buena parte de su vida dando la cara por un ideal que lo ha llevado pasar un tiempo en la cárcel, y ahora en recompensa a tanto sacrificio se le da la oportunidad de postularse para un cargo público. Se embarca en un viaje junto a dos jóvenes militantes para llegar con su propaganda política hasta unos pueblos del norte de la provincia de Burgos, España. Allí conocen a los únicos tres habitantes de un poblado. Su representante, el señor Cayo, su esposa sorda muda y otro campesino enemistado con él.

La obra del escritor español es una sátira acerca del poder político y el desarrollo. La novela profundiza con humor en el choque entre el mundo rural y el urbano, representados, respectivamente, por el señor Cayo, el octogenario alcalde del pueblo de Cureña, por un lado, y por el otro, tres idealistas miembros de un partido político de izquierda.

El partido, en su afán de llevar su voz a todos los pueblos, envía a sus militantes conocidos como, Rafa, un impulsivo militante político convencido del cambio democrático; una elegante dama llamada Laly, decidida, que no se desanima fácilmente, apoya todas las causas feministas y es muy inteligente y reflexiva; y por último, el profesor universitario Víctor Velasco, antiguo preso de la dictadura y aspirante a diputado.

Durante las horas que los tres políticos permanecen en el pueblo, el señor Cayo tiene oportunidad de mostrar su sabiduría ancestral y su enorme capacidad para sobrevivir en solitario. Él cultiva la tierra, sacando de ella sus alimentos, y se procura lo necesario para la vida. A pesar de vivir casi en un aislamiento total, el autor de la obra literaria dice que “su trato es amigable, de hablar pausado, que infunde respeto al hacerlo, seguridad, sabiduría y un profundo sentido de humanidad”.

Cuando se estaban despidiendo los dirigentes de izquierda apareció un grupo de extrema derecha y se produjo un altercado, en el que Víctor Velasco sufre brutales golpes. Pero esto no es lo que impresiona al candidato y a sus compañeros; a ellos los impresiona la enorme capacidad y extraordinaria personalidad del señor Cayo. Por eso, de regreso a la ciudad, paran el carro y beben en una cantina hasta la lúcida borrachera que les hace exclamar: “Hemos ido a redimir al redentor. ¡Viva el señor Cayo, macho!”, o decir, después, en la sede del partido: “El señor Cayo podría vivir sin Víctor, pero Víctor no podría vivir sin el señor Cayo”.

La desdicha de los tres pobladores de Cureña hace que la novela domine un lugar de importancia dentro de la literatura española. La historia del libro de Delibes está enmarcada en el período de elecciones del año 1977, las cuales tienen un significado especial, ya que fue la primera expresión democrática en el país europeo luego de la muerte del general Francisco Franco.

Quizá el romanticismo de las primeras elecciones democráticas celebradas en España tras casi cuarenta años de dictadura, llevó a los políticos a dejarse la piel por conseguir el beneplácito de un electorado con ganas de participar en la vida pública.

La lectura de esta novela deja un sabor agradable para quienes pasamos buena parte de la vida en labores agrícolas. En ella se enaltecen las costumbres simples y el gusto por las actividades del campo. Toda una cultura olvidada en muchos países, que a pesar de que a muchos hombres y mujeres les dejó de importar, sigue estando allí, en el campo, donde queda un cierto sentimiento de nobleza, nostalgia y orgullo para obtener el pan de cada día, a cambio de una cuota de arduo trabajo.

Coordinador Nacional del movimiento Político GENTE

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