El síndrome del voto castigo en América Latina
Los procesos electorales presidenciales de América Latina realizados desde 2018 hasta el presente 2022, han producido resultados inesperados para numerosos expertos en el tema y para los árbitros de tribuna, quienes resaltan la escasez de memoria de los pueblos cuando votan por candidatos no tradicionales o de la esfera del Foro de Sao Paulo.
Sobre la decisión de los votantes priva su condición de vida y la calidad de gestión de sus gobernantes, antes que los temores de ver convertidos sus países en las nefastas tragedias de Venezuela, Cuba o Nicaragua, al exigirles a los presidentes en ejercicio, políticas concretas en la producción de trabajos dignos, con poder adquisitivo, seguridad social y respeto a los derechos humanos.
Si bien es cierto ninguno de los pueblos del continente quisiera tener entre sus políticos gobernantes, a personajes como Maduro, Diosdado, a Daniel Ortega o a Díaz Canel, quienes son vistos como la peste por su villanía en el ejercicio del poder, al mismo tiempo exigen resultados factibles y no solo promesas electorales, o que les manipulen con el coco de candidatos próximos a los impresentables ya señalados.
Veamos el caso de algunos países, comenzando por Perú, país que conoció en tan solo un periodo presidencial (2017-2021) 4 presidentes, acusados de corrupción y de crímenes, escenario que le facilitó el triunfo a un improvisado Pedro Castillo ante su contrincante Keiko Fujimori vinculada a la dictadura de su padre.
Y si vemos el caso de Brasil, ante el derrumbe del Partido de los Trabajadores (PT) gobernante desde 2013 hasta 2016, al ser depuesta Dilma Rousseff por numerosas acusaciones de corrupción del entorno del PT que lo llevó a perder el poder, vimos el ascenso de Jair Bolsonaro, cuya gestión autoritaria y caprichosa facilita el retorno del juzgado por corrupción Lula Da Silva.
Al tratar el tema de Chile, observamos un proceso electoral en noviembre de 2021, en una contienda que confrontaba al candidato de la izquierda Gabriel Boric contra un confeso pinochetista el derechista José Antonio Kast, en un contexto de rechazo al dictador Pinochet y a la gestión de Sebastián Piñera le facilitó el triunfo del actual presidente.
En el caso de Argentina luego de las dictaduras gorilas del siglo XX no hubo gestiones más acusadas de corrupción que las de la familia Kirchner, derrotadas por el liberal Mauricio Macri en 2015, cuya gestión basada en un duro plan de ajuste económico del FMI y sus resultados impopulares, abrieron las puertas al regreso del cuestionado peronismo.
Al referirnos al reciente proceso reciente de la hermana república, los colombianos se enfrentan a una incertidumbre, entre el malo conocido y el bueno por conocer, con la característica de que ninguno de los dos reconoce las dimensiones de la tragedia vivida por el pueblo venezolano, incluso con la presencia de más de 2 millones de migrantes víctimas del chavismo, y del retorno a Colombia de 3 millones de sus ciudadanos otrora migrantes en la prospera Venezuela del siglo XX.
Consecutivamente podemos continuar con otros países con resultados diversos como los casos de Uruguay, Paraguay, Ecuador, Bolivia, México, que en sumatoria indican la ausencia de un liderazgo continental que conduzca a la América Latina por caminos diferentes a los accidentados de hoy, de marchas y contramarchas, en procura de la libertad, el desarrollo económico, el trabajo digno, los derechos humanos, en resumen, la concreción del bienestar de nuestros pueblos.
Debemos destacar que en los países mencionados al menos hay procesos electorales con garantías de alternabilidad en el poder, este no es el caso de Venezuela, donde no se puede ejercer el voto castigo ante una dictadura, tarea primaria a reconquistar acorde con las enseñanzas de nuestra historia republicana.
En definitiva, lo demostrado en el relato de las recientes experiencias de alternabilidad en el poder, es que a la hora del té los pueblos ante la decepción por una mala gestión gobernante, miran primero en el ombligo de su patio interior, y echan mano del primer hombre a caballo que sea capaz de relevarlo en el poder, así este se convierta luego en su victimario.
Revertir esa tendencia es una tarea histórica en nuestra América Latina, veamos cual será el primer país del continente que mediante elecciones libres y transparentes, elija entre una oferta plural de candidatos capaces, decidir el mayor garante de las libertades y la soberanía nacional.
Ojalá estemos conscientes de que el tiempo global se agota, en medio de un mundo donde la tecnología copa el escenario de los avances para el desarrollo humano, entre tanto nuestro continente se puede quedar con las manos vacías, al quedarse sin caramelos la piñata de la riqueza planetaria.
Movimiento Laborista