Dictadores hablando de libertad
El actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, persiste en abogar por la presencia de Nicolás Maduro en la Cumbre de Las Américas, que próximamente se realizará en la ciudad Los Ángeles.
Pareciera que confunde en una misma cosa la naturaleza y propósitos del Foro de San Pablo, hoy reconvertido en el Grupo de Puebla, con esa reunión de alcance internación que tiene como razón la comunión de jefes de Estados comprometidos con la defensa de los valores y principios que le dan forma a la democracia.
Entonces, ¿qué pueden aportar esos personajes que apuntalan regímenes despóticos, como el que impera en Cuba, así como las dictaduras que encabezan Ortega y Maduro en Nicaragua y Venezuela respectivamente?
Es como si la ONU programara un seminario para abordar planes que ayuden a combatir el narcotráfico y a alguien se le ocurriera pedir que inviten al «chapo» Guzmán. No cuadraría eso por ninguna parte, ¿verdad? O dicho con otro ejemplo, ¿qué papel tendría el diablo en un conclave de cardenales en el Vaticano? Ya basta de tantas hipocresías a la hora de cumplir con los propósitos de esas organizaciones instaladas con fines muy claramente delineadas. No es comprensible tantas contradicciones como esas que se desprenden cuando se miran apoltronados a los delegados de Cuba, Venezuela y Rusia en las butacas que ocupan los integrantes de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Otro elemento a tomar en cuenta es que instituciones judiciales de Estados Unidos de Norteamérica han ofrecido montos significativos de dólares, como recompensa por la captura de varios jerarcas del régimen que usurpa los poderes públicos de Venezuela, entre ellos Nicolás Maduro, por cuya captura se estipulan 15 millones de los llamados verdes. Nos preguntamos: ¿qué harían los funcionarios llamados a cumplir sus obligaciones de seguridad si avistan en esa Cumbre de Los Ángeles a un solicitado por la DEA, como sería el caso de Maduro? ¿Rendirle honores o detenerlo inmediatamente?
En Venezuela siguen detenidos centenares de militares y civiles, simplemente por discrepar de las tropelías del régimen. Recientemente se cumplió un año más de aquel día en que Chávez le robo la señal a Rctv; siguen en la memoria de los ciudadanos venezolanos aquellas dolorosas imágenes en las que se observan a los grupos de choque de la dictadura de Maduro disparando a matar a los estudiantes; o de la masacre del Junquito en la que cegaron la vida del inspector Oscar Pérez y sus compañeros. ¡Y muchos ejemplos más! Entonces ¿en razón de qué, tendría cupo en ese encuentro internacional ese esperpento de la política latinoamericana?
No sería fácil explicarle a la comunidad internacional que un claro indiciado de ser perpetrador de crímenes de lesa humanidad se pavoneara como si ni hubiese “matado una mosca”, en un evento en el que la agenda contempla ventilar el compromiso de defender los principios democráticos entre ellos los derechos humanos que se violan constantemente en ese triangulo oscuro que forman Maduro, Ortega y Diaz-Canel.