Los 100 años de Pompeyo
Conocí a Pompeyo días después de derrocada la dictadura de Pérez Jiménez. Él salía de la clandestinidad y yo de la Cárcel de Ciudad Bolívar. Nos presentó el poeta Rafael José Muñoz, quien lo conoció en la lucha clandestina. Nuestro contacto siguió siendo, por razones de trabajo en diferentes frentes y lugares, el poeta Muñoz.
En una atmósfera de protesta contra lo que significó la tiranía de Juan Vicente Gómez, especialmente contra el pueblo venezolano –porque los sectores históricamente dominantes en nuestro país la habían disfrutado aumentando sus riquezas ilícitamente- nació a la vida política Pompeyo Márquez.
En la Parroquia San Juan de la ciudad de Caracas oyó los primeros disparos, presenció el sáqueo a varias casas de connotados gomecistas y recibió el impacto psicológico que obliga a los jóvenes a pensar en las razones o en las causas de los hechos políticos promovidos por los hombres.
Pompeyo vagabundeaba un poco con sus compañeros de la barriada, hacía guantes de sombra con Oscar Calles –el famoso “Torpedo de San Juan” que llegó a ser campeón pluma nacional de boxeo- y empezaba a estudiar bachillerato.
Como era un muchacho pobre vendía periódicos de los cuales sólo leía los titulares. Todavía no pensaba redactar un periódico para el combate político, pero la reacción de los lectores lo inclinaron a creer que las luchas sociales requerían de una trinchera ideológica que disparara mensajes, que agitara a las masas, que educara el pueblo. No sabía exactamente qué esa era la función de la prensa política, pero formaba parte de ese engranaje como vendedor del periódico de la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV) en cuya organización se inscribió a los 14 años.
De allí seguirá participando en los más importantes acontecimientos de la política nacional, dirigiendo periódicos o revistas o colaborando en ellos, para reforzar la acción de la organización política en la que milita, y acompañando y dirigiendo al pueblo en su lucha por un cambio social y político sustancial, por un cambio histórico.
En 1936 oyó por primera vez hablar de socialismo, de marxismo, de revolución sin entender mucho su significación, pero se colocó al lado de la clase obrera y de los sectores progresistas, cuyos dirigentes presionaban al gobierno del Presidente López Contreras para que golpeara al gomecismo, para que democratizara más al país.
Su ingreso al Partido Democrático Nacional (PDN) la organización única de las izquierdas, se produjo a los 15 años. A esa misma edad recibió el primer carcelazo, cuando lo detuvieron por repartir un manifiesto de la Federación de Estudiantes de Venezuela.
Dos años después lo confinaron a Jobito, un pueblo cerca del río Orinoco. Aquí como en toda cárcel política lee profusamente. Con especial atención escucha a Miguel Román Volcán exponer sobre los fundamentos científicos del marxismo. Cuando termina el confinamiento en 1939 entiende claramente las diferencias entre la socialdemocracia y el socialismo, y entre el Partido Democrático Nacional y el Partido Comunista de Venezuela (PCV) Identificado con los principios básicos del marxismo. Ingresa al PCV en septiembre de 1939, después de un intenso debate sobre política nacional e internacional, especialmente sobre el Pacto Germano-Soviético y la intervención de la Unión Soviética en Finlandia. Pompeyo se identificó con la posición del Partido Comunista de Venezuela, de respaldar ambos acontecimientos. El PDN los reprobó en un documento que hizo público con la firma de Rómulo Betancourt.
Todavía es un militante de base que no ha participado en la Segunda Conferencia del PCV, y menos en el II Pleno del Comité Central, en los que se tomaron decisiones muy importantes. Se reconoció que el Presidente Medina Angarita no era autócrata ni fascista, sino un hombre que jugaba al equilibrio político para conservar el poder.
Se diferenció de algunos ministros y presidentes de Estado profundamente reaccionarios y otros intelectuales que representaban intereses de la burguesía liberal. Los peligros de golpe de Estado contra el Presidente Medina Angarita hicieron cambiar la política o el tipo de oposición que hacía el Partido Comunista. Pompeyo Márquez se adhiere con absoluta firmeza a esa política.
En lo interno defiende los intereses de la clase obrera y del socialismo, desde la tribuna política y de los periódicos que para la época representaban y expresaban la opinión del movimiento popular y revolucionario. En lo internacional se afilia al campo aliado del cual formaba parte la Unión Soviética, contra el nazismo y el fascismo alemán e italiano que amenazaban al mundo democrático. Desde las páginas de Aquí Está, semanario que dirigían Miguel Otero Silva y Carlos Augusto León y luego Ernesto Silva Tellería, comienza una labor periodística que se extenderá por muchos años.
La pasión por la política y el periodismo lo convierte en uno de los más destacados dirigentes del PCV en el Distrito Federal, a cuyo Comité Regional asciende muy rápidamente, aun siendo muy joven. Cuando se dividió el Partido Comunista, Pompeyo era suplente del Comité Central y pasó a formar parte de Unión Popular Venezolana, que se instaló en Caracas el 14 de julio de 1944, presidido por Rodolfo Quintero. Sus buenas relaciones con algunos dirigentes del Partido Comunista que dirigía Juan Bautista Fuenmayor, permite que en el proceso de unificación del PCV, fuese nombrado Secretario del Comité Organizador de Unidad.
En estos momentos, considera el propio Pompeyo, comienza su verdadera carrera de revolucionario profesional. Desaparecido el semanario Aquí está, colabora con el Popular y luego en Tribunal Popular (de la cual es fundador) hasta que éste es eliminado en 1950 por la Junta Militar que había derrocado al Presidente Constitucional, Rómulo Gallegos.
En la clandestinidad Pompeyo no abandonará el periodismo como instrumento de lucha, para contribuir a difundir el socialismo y la democracia, y organizar los cuadros del Partido para la resistencia anti dictadura. Pero será la conducción política del PCV que lo consagró como uno de los grandes dirigentes de la política de nuestro tiempo. Detenido Jesús Faría, Pompeyo Márquez asume la Secretaría General del Partido Comunista y da comienzo a la leyenda de Santos Yorme, el nombre de combate contra la dictadura y por un régimen democrático.
En medio de una gran precariedad organizativa y de contacto con las masas, acosado por la policía política de Pérez Jiménez, la tenebrosa Seguridad Nacional, condujo a su Partido con acierto, tanto el repliegue de los primeros años de la dictadura, como el auge de masas que se hace presente en los meses finales de 1957 y los primeros días del mes de enero de 1958, para derrumbar los soportes de la tiranía.
Sin embargo, años después hará una crítica y autocrítica para juzgar el papel desempaña por el movimiento popular y revolucionario que se conformó con dar mueras al dictador y vivas a la libertad, mientras la burguesía sentaba sus figuras más representativas con apariencia de luchadores democráticos, en el Palacio de Gobierno, en Miraflores.
Dos años antes había visitado Moscú, centro del comunismo internacional, cerebro mundial de la revolución, a donde se marchaba, por lo menos en 1956 a mirar el universo con la esperanza de transformarlo. Fue como delegado del Partido Comunista de Venezuela al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, en el que Nikita Kruschev denunció el culto a la personalidad de Stalin y la horrenda cadena de crímenes que se habían cometido durante su mandato.
Pompeyo oyó el discurso de Kruschev a su regreso de China, pero se enteró antes que muchos dirigentes comunistas del mundo, de lo que sería uno de los cambios más significativos, en la vida interna de los partidos comunistas, cuyas repercusiones se pueden constatar en las discusiones sobre el tipo de socialismo que hay que ofrecerle al hombre, sobre el caudillismo, sobre el papel del dirigente tanto en el gobierno como en la oposición, sobre todo después del derrumbe de la Unión Soviética.
A su regreso a Venezuela le tocó conducir la discusión en un partido perseguido por la policía política, con una educación y una influencia profundamente estalinista. La declaración final del Comité Central muy cuidadosa en la redacción, muy independiente, incluso, del Informe de Kruschev, porque no cayó en el anti estalinismo radical, reveló la madurez política e intelectual que había alcanzado Pompeyo Márquez, su redactor.
El estudio de la economía, de la historia, de la sociología, de la filosofía política, del marxismo le permitió a Pompeyo adquirir una de las culturas políticas más sólidas, que dirigente alguno de la izquierda venezolana pueda exhibir. De allí que no solo se le pueda señalar como un dirigete político que haya conducido la organización de un partido político en la clandestinidad, en la legalidad y en todo el proceso de violencia de la década del 60, conocido como la lucha armada, sino que también se le haya visto dirigir comisiones técnicas a nivel del Congreso de la República y tener activa participación en debate parlamentario de los últimos tiempos.
Los errores de Pompeyo Márquez, que él mismo reconoce haber cometido a lo largo de las últimas dos décadas de la historia política de Venezuela son los errores de todo político que actúa, con el coraje y la pasión de un revolucionario que aspira cambiar la sociedad de explotados y explotadores, por una sociedad en la que impere la justicia social, la libertad, el socialismo. Que se los cobren sus enemigos, si lo creen posible. Nosotros consideramos que esta parte de la historia contemporánea del país, está también llena de aciertos políticos y en ellos está impregnada la palabra y la obra de Pompeyo.
El intento de tomar el poder –en la década del 60- mediante la acción violenta de los partidos revolucionarios de la época, es una responsabilidad de muchos –de quienes no estoy trazando el perfil político y por lo tanto menciono- Pompeyo tiene una importantísima responsabilidad en esa acción revolucionaria. El fracaso también es responsabilidad de muchos y entre éstos, sin lugar a dudas, también está Pompeyo. La rectificación y la búsqueda de un camino para sacar a los sectores revolucionarios del foso es también tarea de muchos.
Pero es tarea de muy pocos haber sabido conducirlos l éxito, a organizar un movimiento de aliento revolucionario, que haya experimentado un avance, un crecimiento sostenido hasta conformar una tercera fuerza política en el país, detrás de cuyos planteamientos se han agrupado centenares de miles de venezolanos, sino que otras organizaciones menores imitan su estrategia negándole la iniciativa. Nos referimos al Movimiento Al Socialismo (MAS) Entre los pocos dirigentes que fueron capaces de abrirle nuevas perspectivas al pueblo venezolano, estuvo –entre los primeros- Pompeyo Márquez.
Cuando Teodoro Petkoff y el grupo de jóvenes que le acompañaba formaban una vanguardia socialista, que deslindaba posiciones teóricas y prácticas con el Partido Comunista de Venezuela, Pompeyo Márquez con un mensaje abierto, muy venezolano, muy democrático y plural avanzaba paralelamente con una concepción similar y el control de gran parte de la maquinaria de ese Partido.
Por eso se produjo un fácil entendimiento entre Teodoro y Pompeyo –para darle un nombre sencillo y comprensible a las tendencias que liderizaban- cuando la crisis del Partido Comunista estalló y surge el Movimiento Al Socialismo.
Algunos observadores y hasta políticos muy veteranos en las luchas sociales del país, se sorprendieron porque Pompeyo Márquez haya aparecido en lo fundamental con planteamientos que hacía Teodoro, independientemente de los matices de diferencias que eran fáciles de apreciar.
Quienes se sorprendieron por los pasos que diera Pompeyo, no sólo ignoraban sus planes, sino que también desconocían su pensamiento de avanzada y abierto a otras corrientes ideológicas, y su personalidad política capaz de ponerse al frente de un movimiento socialista renovador y romper con todo un contexto ideológico y organizativo, que lo ligaba y en cierto modo lo hacía depender de la política de la Unión Soviética. De allí el papel que ha podido desempeñar al lado de otros dirigentes masistas- para consolidar un movimiento que ha dejado de ser una moción o un fenómeno electoral, que entusiasmar a un grupo de derrotados, para convertirse en el principal Partido de la izquierda venezolana, que presentaba u recogía las exigencias fundamentales de la Venezuela contemporánea, que no ha encontrado solución a muchos de los problemas más graves, económicos y sociales de una sociedad subdesarrollada, después de varios gobierno de Acción Democrática y Copei.
La alternativa del momento, 1971, la planteaba el MAS a los venezolanos, de organizar la sociedad de una manera moderna, socialista y democrática, como la obra de un grupo de dirigentes revolucionarios, que han sabido analizar y comprender la realidad nacional, entre quienes se destacaban Teodoro Petkoff, su Presidente y candidato presidencial, y Pompeyo Márquez su Secretario General. El entendimiento que plasmaron en un acuerdo que se materializa en la conservación de la unidad de MAS, en la consolidación de una organización política, que reconoce y respeta las tendencias internas lo convertían en un Partido excepcional, el más avanzado en materia de democracia interna, que refleja hacia su condición inequívoca, de movimiento respetuoso e impulsador de un verdadero pluralismo ideológico, que hay que arraigar en la conciencia de los venezolanos, para hacer irreversible un régimen de vida democrática. Si la democracia en nuestro país se consolida, se perfecciona, se profundiza a un extremo de convertirla en una manera de ser venezolano, el ejemplo del Mas sería una referencia innegable que ni el bipartidismo podrá relegar a un segundo plano.
Mientras el MAS no acceda al poder, desempeñará el principalísimo papel que sus dirigentes le han asignado: denunciar la incapacidad de los Partidos Políticos que representan la democracia capitalista para atenderé y resolver los graves males que aquejan a la sociedad venezolana; crear conciencia en el pueblo para demostrar que el capitalismo es un sistema que genera esos problemas, que no tiene soluciones para los mismos, porque forma parte de la esencia explotadora que ha representado en las naciones donde impera, un factor de desigualdad social, de injusticia, de inmoralidad, de corrupción general.
El MAS ha tenido el mérito de reconocerle a la democracia capitalista, el valor humano y universal de imponer la convivencia del hombre en un régimen de libertades, burlados muchas veces, pero respetuosos otras. Pero sobre todo ha tenido el mérito de rescatar para el hombre el carácter libertario del socialismo, no sólo al denunciar la represión política como signo de atraso de la historia de la humanidad, sino también al demostrar que la libertad total, no parcial como en el capitalismo, únicamente es posible en el socialismo. Por eso que no encuentran en el socialismo que existía en la Unión Soviética y en otros países europeos y asiáticos la representación de su utopía. Y aquí está el mayor de sus desafíos, que es también el reto vital de Pompeyo Márquez al abandonar las filas del Partido Comunista. Construir una sociedad socialista que en lo económico y social niegue el capitalismo, que en lo político niegue el llamado socialismo real o conocido hasta nuestro tiempo, o conjuga valores de uno y otros sistemas para encontrar una relación perfecta en la sociedad, parece una tarea mayor, histórica, propia de grandes soñadores que han pretendido cambiar la vida de las naciones y que han triunfado o perecido, según los resultados de los hechos históricos.
Pompeyo Márquez no desertó a lo largo de su vida. Por eso al cumplirse 100 años de su nacimiento, hombres de diversas tendencias le rendimos un homenaje, por su positiva, auténtica, página política insertada en la historia venezolana de nuestro tiempo, que ineludiblemente inclinará a algunos historiadores a una detenida investigación, por su participación en primera línea en los acontecimientos más importantes que le tocó vivir y enfrentar con el coraje y la dignidad de un venezolano ejemplar.