Informe Casla: Responsables de crímenes de lesa humanidad se reunían en la Dgcim al menos 1 vez al mes
El último informe del Instituto Casla reveló que representantes del gobierno de Maduro visitaban la sede de la Dgcim al menos una vez al mes para reunirse y conocer sobre el estado de los privados de libertad: «sabían bien lo que estaba pasando».
El Instituto Casla dirigido por la abogada defensora de DDHH Tamara Súju publicó en PDF el documento de casi 50 páginas que recoge nuevos datos de los crímenes de lesa humanidad cometidos por funcionarios de fuerzas de seguridad de Nicolás Maduro. El informe fue enviado a la CPI, para aportar información al caso que se le sigue a Venezuela en el máximo tribunal.
Según el Informe Anual de Crímenes de Lesa Humanidad en Venezuela 2021 «Licencia para matar y torturar», en el primer semestre de 2021, se registraron al menos 825 ejecuciones extrajudiciales lideradas por el Cicpc, la PNB y el Faes; y GNB a través del Conas. Dichas ejecuciones se esconden detrás de supuestos operativos de seguridad: irrumpen de madrugada en barrios populosos y sacan a las víctimas de sus residencias, siendo algunos ejecutados delante de sus familiares.
Pero las figuras que más pesan para los cuerpos de seguridad son quienes tienen resonancia política. En 2021 a la lista de presos políticos se sumaron diputados, comunicadores sociales y periodistas, líderes y miembros de partidos políticos y miembros de ONGs. Otros fueron intimidados y/o amenazados, expuestos al escarnio público, incluso forzados al exilio. Profesionales y militares han sido víctimas de detención arbitraria y procesos acusatorios basados en expedientes forjados: Roland Carreño, General Ovidio Poggioli, Javier Tarazona, Rafael Tarazona y Omar García, son algunos de los más recientes.
«El régimen utiliza la tortura como método para tratar de conseguir que perseguidos de inculpen o acusen a otras personas de delitos que incluso, el mismo régimen ha armado en sus propios organismos de inteligencia. Las cárceles del Sebin y de la Dgcim llegaron a estar repletas de civiles y militares detenidos por supuestas conspiraciones, y al día de hoy el régimen las ha desocupado para fingir que quieren mejorar las condiciones de encarcelamiento de víctimas que han denunciado las terribles torturas a las que fueron sometidos».
No hay secretos entre Maduro y perpetradores
Exoficiales de inteligencia y exfuncionarios protegidos en el exilio contaron al Instituto Casla el grado de perversidad bajo el que operan funcionarios y oficiales de organismos de inteligencia y de la Fanb «en la planificación e inducción de la comisión de crímenes de lesa humanidad proveniente de órdenes directas del Ejecutivo Nacional. La metodología contenida en manuales de contrainteligencia para torturar a las víctimas en diferentes niveles de dolor, y la inducción y ejecución de dichas torturas por parte de oficiales cubanos que intervienen directamente».
Instituto Casla presentó ante la CPI varios testimonios que detallan cómo se falsifican expedientes y procedimientos penales para acusar y encarcelar a opositores, cómo se señalan a oficiales de la Fanb y se forjan expedientes contra ellos por «mera sospecha»: esto demuestra que aunque no existan pruebas, basta con ser un supuesto sospechoso para ser señalado y detenido.
«Es las mismas oficinas del Dgcim en Caracas se traman procedimientos ejecutados fuera de ley y forjamiento de expedientes para acusar y perseguir a opositores políticos, líderes sociales y gremiales y miembros de organizaciones no gubernamentales, que son realizados con la anuencia, inducción y complicidad de los más altos cargos, empezando por Nicolás Maduro, su ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López y funcionarios del Ministerio Público», reza el texto en PDF. «Al menos una vez al mes, o dependiendo de la circunstancia, en los períodos entre 2014 y 2020, según testimonios, se reunieron en las oficinas del director de la Dgcim en Boleíta, el ministerio de Interior y Justicia, ministro de la Defensa, presidente del TSJ, fiscal general, director del Faes, director del Sebin «y otros invitados especiales».
Durante estos encuentros, se conocían las «novedades» sobre la labor de contrainteligencia, se exponían los nombres de quienes estaban bajo seguimiento por «conspiradores» o activistas que alimentaban manifestaciones, forjamientos de expedientes para implicar o neutralizar acciones de la oposición y procedimientos al respecto.
«Desde Vladimir Padrino en adelante, pasando por Néstor Reverol, Maikel Moreno y Tarek William Saab conocían todo lo que bajo la dirección de los organismos se estaba haciendo, así como lo que sucedía con los presos políticos que estaban en el mismo edificio, enterrados en celdas ubicadas en los tres sótanos que conforman el estacionamiento. El MP mantiene presencia activa en la sede de la Dgcim con una oficina y fiscales asignados que incluso, según testigos, han presentado episodios de torturas y son nombrados constantemente por las víctimas. Mientras estos altos funcionarios se reúnen en dicha sede, generales, coroneles, comandantes, mayores y otros oficiales, así como mujeres y hombres civiles, son torturados y maltratados bajos sus pies».
De torturas y torturadores
Para consumar todos estos crímenes, el gobierno de Maduro se vale de funcionarios «leales»: son agentes del Estado con licencia para matar, torturas, desaparecer o violar.
«El régimen se apoya en personas ampliamente comprobadas por su lealtad y maldad, quienes no tienen ningún tipo de escrúpulos en cometer cualquier tipo de crimen, incluso lo hacen porque les gusta, porque les da poder entre los suyos por ser considerados duros o porque les tienen miedo, y porque sacan mucho dinero de las extorsiones, secuestros, vacunas y otros negocios ilícitos que les proporciona comodidad», aseveró Instituto Casla
Los siguientes nombres fueron continuamente repetidos por fuentes y víctimas:
– Coronel Rafael Franco Quintero
– Teniente coronel Alexander Granko Arteaga
– Comisario José Miguel Domínguez
– Abel Angola
– Capitán Néstor Blanco Hurtado
– Capitán Jonathan Becerra
– Capitán Jesús Cárdenas
– Primer teniente Moisés Saúl Méndez Calderón
Sobre las torturas, Casla describe lo siguiente:
– Azotes con cabilla en las piernas, zona lumbar y costillas
– Azotes con cables de electricidad en todas partes del cuerpo, en especial en los pies y costillas
– Sujetar a la víctima con una cuerda, cable o soga, atándole los pies y manos. En algunos casos del cuello a un punto fijo, como una columna, de tal manera que si la víctima trata de sentarse o agacharse se puede asfixiar
– Sumergir a l víctima desnudo en un pozo helado por tiempo prolongado hasta causarle síntomas de congelamiento
– Introducir una cuchara en la nariz y en las orejas que causen lesiones sangrantes
– Uso de sustancia irritante aplicada a la piel, incluyendo en heridas abiertas y sangrantes, que causa quemaduras y descamación en la piel
– Inyecciones de sustancias desconocidas que provoca alucinaciones, alteración del ritmo cardíaco, descritas por exfuncionarios como sustancias que alteran el sistema nervioso: comienzan a sudar, a decir cosas sin sentido, o repetir lo que les dicen los victimarios
– Pistola dentro de la boca para accionarla varias veces
– Juegos de guerra para el disfrute del torturador: arrastrarlos atados de pies y manos como rehenes encapuchados o desnudos, arrodillados mientras están esposados y encapuchados, para simular ejecución; jugar a la ruleta rusa con ellos mientras los demás observan sonrientes.
– En otros casos, las víctimas fueron desnudadas completamente o solo estaban vestidas con ropa interior mientras eran torturadas o interrogadas, siendo víctimas de burla. Otros fueron acusados de violación, o amenazados de violar a sus esposas e hijas.