Sanciones: ¿actor secundario o estrella de la película?
Observar la discusión acerca de las sanciones hace recordar el chiste del señor que encontró a su esposa haciendo el amor con otro en un sofá, y su solución fue… vender el sofá.
Porque parece que la lucha por la reimplantación de la democracia se ha desviado de su fondo y se ha centrado en las sanciones… en el sofá. Las sanciones son apenas un actor de reparto en esta crisis, y pareciera que quisiéramos considerarlo como actor principal, como la estrella de la película.
Centrar el debate en las sanciones es caer en la trampa gatopardiana del gobierno (cambiar para que todo siga igual), que pretende que creamos que, con su eliminación, Venezuela va a superar esta profunda crisis.
La realidad es que con sanciones y sin sanciones, en el fondo todo seguirá más o menos igual. Las sanciones no han ocasionado esta profunda crisis de país, ergo, eliminar las sanciones no permitirá superarla.
El origen de la crisis está en la destrucción estratégica, de Pdvsa, de Guayana, de la agricultura, de la industria, de las universidades y de la educación, en la “inflación inducida” (por el gobierno), en el dinero inorgánico (emitido por el gobierno), en la corrupción, en los exprópiese, en las tomas de haciendas con revolver al cinto, en las expropiaciones y confiscaciones, en la minimización de la banca, en el desmantelamiento del país. En las elecciones plagadas de ventajismo que logran que ganen los más repudiados.
Y nada de eso tiene que ver con las sanciones. Si por un milagro político, Venezuela amaneciera sin sanciones económicas… ninguno de estos problemas descritos sería resuelto.
Por ejemplo, en el área petrolera, si eliminaran algunas sanciones seguramente se incrementaría en unos cuantos barriles la producción de petróleo, jamás como los niveles anteriores. Y seguiría la escasez de gasolina, de diésel de gas para las cocinas, de combustible para la electricidad, ya que el daño que le ocasionó la “revolución” a las refinerías, no tiene nada que ver con las sanciones.
Para lograr resucitar a la industria petrolera se requerirían miles de millones de dólares al año durante varios años. Y esos volúmenes de dinero sólo lo traen los inversionistas cuando los gobiernos generan confianza. Y la profunda desconfianza que genera este gobierno…no tiene nada que ver con las sanciones.
Similar sucedería con el resto de la economía si se eliminaran las sanciones. Claro que habría un impulso, más ahora cuando el gobierno hace esfuerzos por despedir al socialismo y de la mano busca desesperadamente inversionistas con muchos “dólares criminales” en mano, a objeto de estabilizar la moneda y abatir la inflación. Habría un efecto positivo, pero sería una burbuja, un rebote, un pequeño crecimiento. No hay que ser ciego. Algo sucedería, pero para realmente revertir los efectos de esta desfachatez llamada “revolución”, hacen falta cambios muy profundos. ¿Qué tienen que ver la mala calidad de las empresas eléctricas, de agua, de las telecomunicaciones, del Metro, con las sanciones? Estas afectan; pero apenas son la guinda de esta gigantesca torta que se comenzó a cocinar en el gobierno de Chávez.
Y no hay que olvidar que las sanciones provienen de USA y Europa. Que la posición de estos señores ha quedado clara: te cambio sanciones por democracia.
Si hay una estrella en este complicado escenario, hacia el cual se deben enfocar los esfuerzos para lograr revertir sistémicamente los resultados del país, es hacia el logro la Unidad y la estrategia común de las fuerzas opositoras. Ese sí sería el comienzo de cambios profundos.
Humo blanco como en el papado
Sin liderazgo unitario no habrá solución a este desbarajuste nacional. Y éste, lamentablemente está cada día está más diluido. Es necesario que los líderes, todos: Guaidó, Capriles, López, Ledezma, María Corina, Falcón Ramos Allup, Velásquez, Fernández, Álvarez Paz… todos los que quieran restablecer la democracia en Venezuela, se dejen de andar por las ramas. Que se reúnan… y que no suspendan las conversaciones hasta lograr el humo blanco de la Unidad.
Pero no Unidad de la boca para afuera. Sino respaldada con un compromiso tipo Pacto de Punto Fijo, que contemple la elección de un líder que encabece el proceso de llegar al gobierno y la manera de apoyar ese futuro gobierno.
Que contemple un Plan País, ¿qué hacer con Venezuela? Que plantee acciones políticas, sociales y económicas en el marco de la reimplantación de la democracia, orientadas a superar esta Venezuela depauperada.
Que desarrolle una Estrategia Comunicacional, que permita transmitir a la población la necesidad de materializar esos planes para tener un futuro próspero.
Que tenga suficiente liderazgo para guiar a los venezolanos a la toma del poder, para hacerlos vibrar y creer que sí se puede.
Parece simple, pero no es mágico. Y menos con esta oposición fracturada y dispersa que, y duele decirlo, cada vez luce menos capacitada para capitalizar este gigantesco descontento nacional.
Lo demás, es seguir peleando que si por la carta de los 25, o por la carta de los 68. Que si sanciones sí, que si sanciones no. Ya basta de que los opositores parezcan enemigos entre ellos. Que olviden las prioridades. Es hora de paretizar, de ir al fondo de los problemas.
La verdad es que Biden no saldría de su sorpresa leyendo la contradicción que encierran esas cartas (de los 25 y de los 68) dirigidas desde el mismo bando (la oposición). El presidente norteamericano tal vez se pregunte si esas cartas tan disímiles no las habrá estimulado el gobierno para fortalecerse con aquello de “divide y reinarás”.
Y mientras tanto, Maduro… se ríe.
Mejor sería que esos 93 cartistas (25+68), orientaran sus esfuerzos a dirigir una misiva a los líderes de oposición exigiéndoles la Unidad. Tendrían más que un pleno respaldo, el aplauso nacional, que pide a gritos un liderazgo que lo ayude a superar esta profunda crisis.
Ya basta de darle el Oscar de actor principal a las sanciones, que apenas son actores de reparto. La estrella de esta película es la Unidad. Lo demás… es derrota.
¿Será que prefieren que la ciudadanía los “sancione” y se busque un outsider?
El liderazgo debe dar la talla. Venezuela está cansada de pasar hambre sentada en un barril lleno de petróleo.