Los oligarcas de Orbán: amistad, obras públicas y dinero de la UE
Budapest, 1 abr (EFE).- Tanto el empresario más rico de Hungría como el segundo equipo de la liga húngara proceden de un pequeño pueblo de 1.800 habitantes, Felcsút, donde pasó su infancia el hombre más poderoso del país, el primer ministro Viktor Orbán.
Que justo en ese pequeño pueblo coincidan el éxito económico, deportivo y político explica mucho sobre el régimen creado los últimos doce años por Orbán, que en las elecciones generales del domingo busca su reelección ante una oposición que ha hecho de la supuesta corrupción del primer ministro uno de los temas de campaña.
A apenas unos metros de la modesta casa de Orbán en el pueblo se erige el moderno «Pancho Arena», un estadio de casi 4.000 asientos -el doble de la población de la localidad- en honor a la leyenda madridista Ferenc Puskas, que nunca puso una bota en Felcsút.
El equipo local es el «Academia Puskas», fundado por Orbán y presidido por Lörinc Mészáros, un amigo de infancia que pasó en tiempo récord de modesto instalador de gas a ser el húngaro más rico.
Los amigos de Orbán
La suerte de Meszaros es paralela a la de Orbán: mientras que el político encadenó desde 2010 tres mayorías absolutas, el empresario ganó tantos concursos públicos que su fortuna creció proporcionalmente más rápido que la de Mark Zuckerberg, dueño de Facebook.
Aunque Mészáros ha bromeado con que «quizás es más inteligente» que Zuckerberg, su fortuna de más de mil millones de euros -según la revista Forbes- no se debe a ninguna innovación sino a la adjudicación de obras públicas, muchas sufragadas con fondos europeos.
La Unión Europea dedicó entre 2014 y 2020 un total de 27.000 millones de euros a Hungría, la mayor inversión per capita del bloque y un gran motor de crecimiento económico en el país.
En una entrevista de 2014, Mészáros agradeció su éxito a «Dios, la suerte y a Viktor Orbán». Los dos han desmentido el rumor que circula desde hace años de que el empresario es, en realidad, el testaferro de Orbán.
Aunque es el más rico, Mészáros es solo uno de los empresarios ligados a Orbán y su partido, Fidesz, cuyas fortunas se han disparado desde que el político llegó al poder.
También hubo caídas en desgracia. Lajos Simicska fue durante dos décadas el principal apoyo económico de Orbán. Eran amigos desde la escuela, pero el empresario comenzó a distanciarse y desde que perdió el favor de Orbán en 2015 sus empresas dejaron de ganar tantas licitaciones.
Empresarios leales
Hungría ha recibido críticas por el creciente control de Orbán y el Fidesz de todas las instituciones estatales y la paralela aparición de un círculo de empresario leales -en la construcción, la banca o la energía-, dispuestos a devolverle favores.
Por ejemplo, el banco MKB, controlado por Mészáros, ha dado créditos a la ultraderechista Marine Le Pen, una aliada de Orbán, para pagar su campaña de las actuales presidenciales francesas, según el diario Nepszava.
Expertos anticorrupción como Gabriella Nagy, de Transparencia Internacional, afirman que Hungría tiene un «capitalismo clientelar» en el que la cercanía al poder, y no el mercado, es la garantía de éxito, más propio de regímenes autoritarios que de un país de la UE.
Si en esos regímenes la explotación de materias primas como el petróleo o el gas es la fuente de riqueza, en Hungría parte del dinero para recompensar a los leales provino de los fondos de la UE, explica Nagy a Efe.
El yerno de Orbán
La ONG Centro de Investigación de la Corrupción documentó que en los seis primeros años de gobierno de Orbán cinco empresarios afines, entre ellos su yerno, István Tiborcz, se adjudicaron el 5 % de todos los concursos públicos, por casi 1.900 millones de euros.
La agencia antifraude de la UE (OLAF) señaló en 2018 que existían «irregularidades graves» en una licitación parcialmente financiada por Bruselas por valor de 65 millones de euros, que una empresa de Tiborcz se adjudicó en 2014 y 2015 para instalar farolas.
La Fiscalía húngara, dirigida desde 2010 por un miembro fundador del Fidesz, no encontró indicios de delito y cerró el caso, aunque las autoridades prohibieron a las empresas de Tiborcz presentarse a concursos con fondos comunitarios.
«Con esa decisión tratan de evitar informes críticos de OLAF. Ahora los concursos más sospechosos están fuera de la financiación europea», explica a Efe Orsolya Vincze, de la ONG anticorrupción K-Monitor.
OLAF no tiene capacidad para investigar las irregularidades que descubre, pero sí la recién fundada Fiscalía Europea, que vela por los intereses financieros de la UE. Hungría es uno de los cinco países del bloque que no participa en el nuevo organismo.
«No es ninguna sorpresa que Hungría no participe de la Fiscalía Europea, pero la oposición ha prometido que, de ganar, el país se sumará al proyecto», afirma Vincze.
La UE ha congelado recientemente miles de millones de euros de financiación a Hungría debido al incumplimiento de estándares democráticos algo que, a medio plazo, puede erosionar la popularidad de Orbán si sigue gobernando. EFE