Citizen Lab, el azote canadiense contra los espías cibernéticos
Desde su base de operaciones en la Universidad de Toronto, el Citizen Lab se ha convertido en los últimos años en el principal azote de espías cibernéticos, de empresas que facilitan la vigilancia de teléfonos móviles y de estados que utilizan estas tecnologías para controlar la disidencia.
Objeto de atención en España tras publicar un informe en el que denuncia el espionaje masivo a personas vinculadas con el independentismo catalán, el Citizen Lab fue fundado en 2001 por el profesor de ciencia política y filósofo Ronald Deibert como parte de la Escuela Munk de Asuntos Globales de la Universidad de Toronto.
Según ha declarado Deibert, el instituto nació con la idea de utilizar las herramientas de vigilancia electrónica para la defensa de la sociedad civil y los derechos humanos.
Pero con los años se ha convertido en una de las principales instituciones que investiga y vigila las amenazas estatales contra los derechos humanos y la sociedad civil en las redes.
En 2008, Citizen Lab denunció que China espiaba a los usuarios del programa de comunicación Skype, para detectar conversaciones delicadas para Pekín como las relativas a la independencia de Taiwán o el grupo Falun Gong.
Un año después, Citizen Lab participó en el descubrimiento de GhostNet, una operación de ciberespionaje de grandes dimensiones presuntamente organizada por las autoridades chinas que afectó a sistemas informáticos de 103 países y cuya finalidad era espiar al Dalai Lama y el exilio tibetano.
En 2015, Citizen Lab también denunció que grupos de piratas informáticos atacaban de forma sistemática desde 2008 a opositores y medios de comunicación independientes en los países de la Alianza Bolivariana para América (ALBA).
Y en 2017, la institución canadiense reveló que en México, periodistas, abogados e integrantes de la sociedad civil estaban siendo espiados con el sofisticado programa para teléfonos móviles Pegasus, desarrollado por la compañía israelí NSO Group.
Ese mismo programa también ha sido utilizado en los últimos años para vigilar activistas de Emiratos Árabes Unidos (EAU), Arabia Saudí, Togo, India, Palestina y El Salvador, entre otros.
En julio de 2020, tras descubrirse que 1.400 usuarios en todo el mundo de la popular aplicación Whatsapp habían sido el objetivo de Pegasus, Citizen Lab dijo que entre ellos había un reducido número de políticos españoles de partidos independentistas catalanes.
Entonces, el principal autor de la investigación, John Scott-Railton, en una entrevista con Efe calificó como «preocupante» el caso del espionaje y dejó entrever que el uso de Pegasus había sido más generalizado que los casos revelados.
Scott-Railton también fue el investigador que denunció que el teléfono de Hanan Elatr, la esposa de Jamal Khashoggi, había sido infectado supuestamente con Pegasus meses antes del asesinato del periodista saudí.
El pasado 18 de abril, el periodista Ronan Farrow (hijo de Mia Farrow y Woody Allen) publicó una exclusiva en la revista The New Yorker en el que reveló la investigación que el Citizen Lab ha llamado CatalanGate.
Según la institución canadiense, al menos 63 personas relacionadas con el movimiento independentista catalán, entre ellos destacados políticos y dirigentes de grupos como la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Omnium, han sido espiados con Pegasus.
Y aunque Citizen Lab no acusó directamente al Gobierno español, la institución dijo que hay «pruebas circunstanciales» que apuntan a que las autoridades españolas estaban detrás del espionaje.
No es de extrañar que por su labor, los investigadores del centro canadiense hayan denunciado a su vez estar siendo vigilados.
En 2019, Scott-Railton y Deinbert denunciaron que personal de Citizen Lab había sido objeto de operaciones de inteligencia para descubrir información sobre su trabajo en torno a Pegasus así como detalles de su vida personal.
Citizen Lab señaló entonces que creía que las operaciones habían sido realizadas por investigadores privados. EFE