Rusia o el grito venezolano…
Mucha muerte
Los venezolanos no somos unos mariquitos, sensibleros o llorones de nuestro tiempo. Nuestras quejas son lamentos genuinos, pronunciados por heridas reales, por flagelaciones innegables, que nos ha causado la tiranía más feroz y dañina que se haya conocido en la historia de Las Américas. Las llagas profundas en nuestro espíritu son aún visibles, corre sangre en nuestra mirada, hay hambre, hay enfermedad, hay destierro, hay muerte. Mucha muerte.
El cinismo socialista se ha instalado en la región, los venezolanos venimos del futuro y lo advertimos, conocemos de memoria la ruta de la ruina. Por eso gritamos, por eso mentamos madres.
¿Quién escucha?
No más lamentos, acciones
Cuando Vladimir Putin, el peligroso genocida del siglo XXI, se abrazaba a Chávez y Maduro, los venezolanos sabíamos que tal alianza consolidaba peligros reales para los Estados Unidos y el Mundo. Lo avisamos, lo señalamos, lo vociferamos y nos trataron de exagerados, hoy que transitamos la posibilidad de una guerra nuclear, que decenas de miles de ucranianos mueren por el delirio expansionista de un genocida y que millones huyen de su país es demasiado tarde para reproches. No más lamentos, acciones.
Si la civilización de la democracia y la libertad no se une y actúa contra el peligro que asecha, el daño será catastrófico. Neutralizar al chavismo en Venezuela puede ser estratégicamente vital.
¿Se enseriará el mundo?
El trágico sovietismo
Chile, Colombia, Brasil, Perú, además de las ya dañadas, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Argentina, han enfilado nuevamente hacia el oscurantismo soviético. Porque en realidad detrás del “socialismo latinoamericano” está la Unión Soviética y sus formas aterradoras y esclavizantes. Cuba ha sido fundamental porque ha tropicalizado las cínicas prácticas de Stalin, pero lo que está de fondo es el desprecio desde la nomenklatura del poder al ser humano, su apoteósica corrupción y su maldad, surgidas en el trágico sovietismo.
Rusia –la Unión Soviética– quiere penetrar en el modo de vida americano y estrangularnos con sus asfixiantes procederes políticos.
¿Cómo es posible que haya quienes aún son tentados por esa maldita quimera?
La otra Rusia
Soy como muchos un gran admirador de la cultura rusa. Recuerdo como si fuera ayer el estremecimiento intelectual y estético que me causaron Tchaikovski, Rachmaninoff, Shostakóvich, Tolstoi o Dostoievski. Todavía me lo causan. En una ocasión le pedí a Gabriela Montero que interpretara para mí, sólo para mí, en mi casa, el Concierto No. 2 de Rachmaninoff para sentir el espíritu más sensible y conmovedor de Rusia. Quedé hechizado en el éxtasis.
Me pregunté ¿cómo una cultura tan sensible y universal ha sido capaz de crear tanta tiranía: el zarismo, el estalinismo o ahora el putismo?
La respuesta es triste: toda luz se equilibra con su oscuridad.
El colapso de la civilización
La verdadera lucha es espiritual y como tal debe llevarse de manera personal. Las ideas, visiones y prácticas rusas –soviéticas– han penetrado en Venezuela, se han unido a las mafias del narcotráfico y la guerrilla y han creado una grotesca forma de vida. Los venezolanos lo hemos padecido y algunos lo hemos combatido. No nos rendimos, nuestros gritos son parcialmente escuchados, pero no podemos cesar en vociferar. Si Rusia triunfa en Ucrania y en América Latina la civilización tal como la conocemos colapsara. ¿Eso deseamos?
No es tarea sólo de Estados Unidos o Europa evitarlo. Tú y yo también tenemos nuestra cuota máxima de responsabilidad. Que no sólo sean gritos los que damos, actuemos.
Evitemos que el mundo entero sea una otra Venezuela chavista.
@tovarr