Las víctimas de Putin
La víctima más dolorosa y directa de este tirano es, desde luego, el pueblo de Ucrania. Una guerra brutal en pleno siglo XXI, con un costo altísimo de vidas inocentes y la devastación progresiva de Ucrania. Y todo ello, ¿por qué?: por el afán de dominio y de poder.
Putin ha obviado los más de setenta años que nos separan de la Segunda Guerra Mundial, y sus amenazas, nada veladas, de su capacidad nuclear, son una realidad inaceptable.
Pero Ucrania ha resistido con un coraje que conmueve al mundo, y que el presidente Selensky encarna con heroísmo. Todo ello demuestra que Putin no sólo es un tirano, sino un asesino amoral que no le importa provocar un genocidio, con tal de imponer su maligna voluntad.
Otra gran víctima de Putin es el precario equilibrio de poder a nivel global. Se dice rápido, pero sus consecuencias son impredecibles. Los países de Europa oriental, liberados a finales del Siglo XX, no están dispuestos a caer bajo el control de Putin.
Occidente, no como realidad geográfica sino política e ideológica, fue tolerante con Putin, pero en medio de la encarnizada invasión a Ucrania, está reaccionando con variable intensidad. Incluso Biden, inseguro y vacilante por naturaleza, está tratando de enfrentar la trágica situación.
Si Putin se saliera con la suya, el mundo se convertiría en una jungla sin amparo, y la ya frágil institucionalidad internacional quedaría hecha añicos.
Y otra víctima terrible de Putin es Rusia. Ya lo era porque Putin es igual a despotismo y depredación. Pero Rusia es una gran nación, cuyo sufrimiento histórico casi no tiene par. Por causa de Putin, el pueblo ruso está cada vez más aislado y cada vez más escarnecido.
Nadie, de buena voluntad, se come el cuento de Putin como heraldo del nacionalismo ruso. Y tal parece que desde San Petersburgo hasta Vladivostok, tampoco. Esta guerra monstruosa no es de Rusia, es de Putin. Ojalá que los generales y almirantes del Kremlin, hagan honor a la verdad.
Putin contra mundi… El mundo no está equivocado. Ucrania es la primera víctima, pero no la única. Ya basta de Putin.