Dos comentarios
Un comentario internacional sobre la situación internacional, dominada por la guerra de Rusia contra Ucrania; y un comentario relacionado con la situación venezolana.
Continúa la guerra de Rusia contra Ucrania. No cesa la preocupación internacional por la agresión armada de Rusia contra Ucrania, siguen los bombardeos contra ciudades, aumenta la baja de civiles y la destrucción de infraestructuras, ya más de tres millones de ucranianos se han refugiado en países vecinos, y se agrava la crisis humanitaria, no obstante las rondas de negociaciones que se adelantan entre los dos países. Ante esta circunstancia, la ministra británica de Relaciones Exteriores, Liz Truss, en una entrevista con el diario The Times, dijo que no se ha visto “ninguna propuesta seria (por parte de Rusia) sobre la mesa” y que temía “que la negociación solo sea un nuevo intento de distraer y crear una cortina de humo”.
Suiza, un país históricamente neutral, ha declarado, en voz de su presidente, Ignacio Cassis, que “el 24 de febrero cambió la faz del mundo, y no de la mejor manera (…) esta guerra está impulsada por una locura devastadora que hace añicos todos los principios y valores de nuestra civilización (…) Rusia ha violado masivamente la prohibición del uso de la fueza, un principio anclado en el derecho internacional. De permanecer inactiva, Suiza habría jugado el juego del agresor”.
Por su parte, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ordenó a Rusia “suspender de inmediato las operaciones militares” en Ucrania, pero el acatamiento de esa orden depende de la voluntad de Rusia, y, si Ucrania recurre al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Rusia puede usar su derecho a veto para bloquear cualquier iniciativa.
El presidente chino, Xi Jinping, en una videollamada con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo, cautelosamente, que “como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y las dos primeras economías del mundo, no sólo debemos guiar las relaciones entre China y Estados Unidos por el camino correcto, sino también asumir nuestra parte de responsabilidades internacionales y trabajar por la paz y la tranquilidad mundiales”, y agregó que “la crisis de Ucrania no es algo que deseamos ver”.
Nada de eso ha servido para moderar al presidente ruso Vladimir Putin, quien, el 18 de marzo en un estadio de Moscú, pronunció un discurso que fue una especie de oda al cinismo y la desfachatez, al citar la Biblia para justificar la llamada “operación militar especial” que Rusia inició el pasado 24 de febrero contra Ucrania, a la vez que celebró el octavo aniversario de la anexión de la península de Crimea, manu militari y posterior referendo controlado, en el 2014.
El Papa Francisco, desde la Plaza San Pedro en Roma, ha elevado una súplica a la comunidad internacional, en estos términos: “No se detiene la violenta agresión contra Ucrania, una masacre insensata donde cada día se repiten atrocidades y no hay justificación para esto. Suplico a los actores de la comunidad internacional para que se comprometan para que cese esta guerra repugnante”.
La situación venezolana. El régimen dictatorial de Nicolás Maduro mantiene incólume su apoyo a Putin, a pesar del repudio mundial contra éste por creerse un nuevo zar de Rusia, y a pesar, como lo ha señalado la destacada internacionalista Elsa Cardozo, de que las sanciones impuestas a Rusia por su invasión a Ucrania afectan mucho a Venezuela para el flujo financiero, para arreglos, para evadir sanciones y poder poner petróleo en otros mercados.
En Estados Unidos hay un firme consenso bipartidista demócrata-republicano en la política hacia Venezuela: se mantienen las sanciones con el paso del gobierno de Trump al de Biden, y más bien Biden ha adoptado nuevas sanciones, considerándose al gobierno de Maduro como un gobierno de facto, sin legitimidad de origen y sin legitimidad de desempeño, que ha masacrado el Estado de Derecho. El encuentro, el pasado 5 de marzo, de una delegación de Estados Unidos de alto nivel con el régimen de Maduro, como lo comenté en el artículo precedente, tuvo como principal objetivo buscar la liberación de todos los estadounidenses detenidos en Venezuela, lo que se logró para dos de ellos.
El asesor de la Casa Blanca para Latinoamérica, Juan González, después de la entrevista, ratificó que sólo se puede “aliviar la presión” sobre el régimen de Maduro si se dan “pasos concretos a la restauración de la democracia en el país”. Hay que resaltar también que la Misión de Determinación de Hechos de la ONU decidió que no sólo se deben investigar los autores materiales de las violaciones de los derechos humanos, sino que la investigación se amplíe a la cadena de mando de los responsables de tales violaciones.
Por si todo lo anterior fuera poco, esta dictadura que aflige a Venezuela está acusada de participar en el narcotráfico y de crímenes de lesa humanidad ante varias instituciones internacionales, entre ellas la ONU y la Corte Penal Internacional.
En lo que respecta a la situación económica del país, el economista Luis Crespo, en declaraciones de fecha 18 de marzo a Noticiero Digital, expresó: “Venimos de tener un salario mínimo pulverizado de 1,7 dólares, y con este ajuste salarial los trabajadores pasan de la miseria a pobreza extrema. Si utilizamos como referencia el criterio del BM (Banco Mundial), que establece que los trabajadores que ingresan 1,9 dólares diarios están en el cinturón de pobreza extrema, perfectamente esa definición permite describir lo que viven los trabajadores venezolanos: salarios pulverizados que afectan sus condiciones de vida”.
El nuevo salario pasó a 29 dólares al mes, y a 39 dólares con cesta-ticket. Según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), la sola canasta alimentaria –no la canasta básica que incluye, además, servicios- promedio de los venezolanos ronda los 448 dólares; por eso, la empresa privada, cada vez más, paga en dólares a sus empleados hasta el punto que a principios de año (2022) el 71% de los salarios en la empresa privada en Caracas se paga en divisas.
Crespo añadió que “si se revisa la cesta alimentaria, bien sea del Cendas o del OVF, notamos que el poder de compra de ese salario es de 7-8% apenas”, y se preguntó “¿quién puede vivir con 29 dólares al mes?”. Seguimos teniendo la inflación más alta del mundo, a pesar de que el BCV oficializó en diciembre de 2021 el fin de un ciclo hiperinflacionario de cuatro años.
Lo que nos está ofreciendo el chavomadurismo en sus más de cuatro lustros de ejercicio amañado y apocalíptico del poder, no puede ser más condenable: una política internacional dictada desde el exterior por ventrílocuos autoritarios y una política nacional que deletrea a diario la palabra fracaso.