Doctor Yaso cumplió 17 años alegrando la vida a quienes están en hospitales y albergues juveniles
Cuando los médicos, enfermeras, pacientes y familiares ven entrar a los payasos de hospital que forman parte de la asociación venezolana Doctor Yaso, cambian sus expresiones de cansancio y preocupación por la alegría que pintan los miembros de esta ONG frente a la crisis sanitaria del país.
Ataviados con batas de médicos, medias de colores, mallas vistosas, pañoletas, sombreros, lentes y cintillos en la cabeza, los payasos de hospital venezolanos se enfrentan no solo a la realidad de la enfermedad, sino a las carencias del sistema de salud público que el pasado mes de diciembre se declaró en «cierre técnico», según denunció la Federación Médica de Venezuela (FMV).
Pero, aunque las cifras de la FMV oscurecen el panorama, pues refieren que en la red hospitalaria venezolana es «casi imposible trabajar con 3 o 4 % de medicamentos» y el «abandono» se repite en más del 80 % de los hospitales, los payasos de hospital se reinventan para hacer reír a quienes lo necesitan.
«Desdramatizar»
Las incursiones de estos animadores empiezan con un círculo en el que se «cargan» con la energía necesaria para brindar buenos momentos a los pacientes que verán. Mientras, un payaso «pasillero» recorre el espacio para ubicar las habitaciones en las que es posible entrar, dependiendo del estado de los pacientes.
Entre tanto, va contando chistes y haciendo mofas a los médicos y personal de salud que caminan con la premura propia de su oficio.
«Lo importante es no perder el norte de nuestra misión, nuestro norte es desdramatizar los ambientes en los cuales nosotros nos encontramos. Llevar juegos, sonrisas, alegría, esperanza y acompañamiento», explica a Efe la voluntaria de Doctor Yaso Laura Maldonado.
Con Maldonado coincide el coordinador de la organización en Caracas, Amilcar Ruiz, para quien este voluntariado es una forma de «acompañamiento» en el dolor de otros.
«No es simplemente ir a sacar una sonrisa a un hospital, sino escuchar, abrazar. En este caso, por la pandemia, no podemos estar mucho con los abrazos, pero sí hay gente que necesita eso, ser escuchado, que en ese momento tú estés allí. Hay gente que lo que necesita es que, simplemente, tú te pares al lado y lo veas y, ya con eso, a esa persona le cambia el rostro», dijo Ruiz a Efe.
Para lograr ser apoyo, el grupo se prepara con talleres en los que aprenden a afrontar y contener cualquier situación que se pueda presentar durante las visitas a fin de cuidar el bienestar emocional de los pacientes, explica Ruiz.
Del otro lado, los pacientes, en su mayoría niños, reciben con risas y aplausos cada juego de los payasos en los que participan no solo los pequeños, sino sus padres o representantes que agradecen a los voluntarios el momento de distracción en medio de las precarias condiciones que viven dentro de los hospitales.
Reinvención
Maldonado, que lleva cinco años como voluntaria de Doctor Yaso, dice que, hace tres, la organización decidió cambiar su estatus a «payasos humanitarios» para «transformar» su alcance y lograr llegar a las comunidades vulnerables donde también se hacen presentes las enfermedades y las carencias.
«Hicimos un cambio hace tres años, antes de la pandemia, de payasos de hospital a payasos humanitarios porque veíamos la necesidad de expandirnos. Aunque ya, como payasos de hospital, nosotros trabajábamos en otros ambientes, (como) hospitales y ancianatos, vimos la necesidad de transformar nuestro alcance para ir más allá», apunta.
La voluntaria agrega que este acercamiento con espacios distintos a los hospitales se concretó con la llegada de la pandemia, cuando la organización tuvo que reinventarse para seguir apoyando a los enfermos venezolanos, pese a no poder entrar a los hospitales.
A partir de ahí, los payasos humanitarios iniciaron jornadas de apoyo virtual a niños hospitalizados a los que les enviaban vídeos con actuaciones de 15 o 20 minutos para intentar hacerlos sonreír.
También iniciaron las presentaciones en plazas y parques públicos, así como visitas a casas en los barrios en los que lograron que los enfermos disfrutaran de una experiencia diferente y que los vecinos y transeúntes olvidaran sus problemas por un momento.
Para Ruiz, la importancia del trabajo es precisamente lograr ese cambio de actitud en quienes reciben la visita de los payasos de hospital y se quedan con la esperanza que les inyectan en cada carcajada. EFE