Un grito de auxilio: el embarazo precoz
Voy a reiterar en el tema del embarazo precoz que abordé en mi primer artículo titulado “Desamparo” y publicado en este portal. Me motiva una nueva tragedia que impacta a unos padres, a una comunidad y debería a un país, en la simbólica fecha del 24 de diciembre. ¿Descuido, irresponsabilidad? Quiénes somos para juzgar a una madre de 23 años que ya tenía un hijo de siete y cuatro más de 1,3,4, y 6 años. Todos los niños murieron a consecuencia de un incendio en su rancho, dormían quizá con la ilusión de encontrar al día siguiente unos regalos del Niño Jesús. Sus padres los habían dejado encerrados bajo llave, en su casa, construida de madera y zinc, en el barrio Corozal en Guasdualito, estado Apure.
Una vez más la pobreza, la ignorancia y la maternidad prematura se juntan como un desencadenante de la desventura de unos seres desvalidos, abandonados a su suerte, en medio del jolgorio y los fuegos artificiales de unas festividades navideñas. Pero nuevamente esta tribulación encierra la realidad de este país, es solo una muestra del alto porcentaje de familias depauperadas que pululan a lo largo y ancho de Venezuela.
Yo creo que toda tragedia encierra un grito de auxilio: aquí estoy, necesito apoyo. También una reflexión que conduzca a la acción sobre, lo que, como sociedad, debemos hacer y exigir. No hay cabida para la indiferencia ante hechos tan terribles,
Y es que la maternidad no siempre es maravillosa, la sociedad crea un halo de amor, sacrificio y entrega frente al hecho de tener un hijo. No toda mujer está preparada para ser madre o tiene condiciones para serlo, o se es demasiado joven para enfrentar el reto de amar y cuidar a otro ser humano que por años dependerá de ella. Decir y aceptar esto es casi un pecado, pero es verdad, cuantas mujeres hemos visto agobiadas por el trabajo de criar hijos, sobre todo en nuestras sociedades patriarcales. Y no está mal reconocer que en algunos momentos de nuestra vida de madres nos hemos sentido sobrepasadas.
Pertenezco a una generación privilegiada que contó con abuelas y hasta bisabuelas que ayudaban en el día a día de los hijos. Pudimos estudiar y desarrollarnos profesionalmente. Ir a fiestas y viajar para renovarnos, pero no todas cuentan con ese apoyo emocional, ni económico.
La acción del Estado debe dirigirse hacia estas personas que en su fragilidad no tienen las herramientas para asumir el trascendental reto de cuidar y formar para bien a niños, que en todo país son la esperanza de un futuro mejor.
En Venezuela constitucionalmente el Estado debe proteger a la familia, a los niños y a las embarazadas. La Constitución en su artículo 76 establece que la maternidad y la paternidad son protegidas integralmente y el Estado garantizará la asistencia y protección integral a la maternidad …” En este sentido se creó en 2019 el Consejo Consultivo de Prevención del Embarazo a Temprana Edad y Adolescencia (PRETA) el cual es responsable de diseñar el plan de acción, así como el acompañamiento en su desarrollo. Los resultados que muestran las cifras nacionales casi que dicen que es letra muerta o con un impacto muy pequeño frente al gran problema descrito.
También en el país existen organizaciones no gubernamentales encargadas de prevenir el embarazo precoz y de apoyar a las adolescentes embarazadas, cuya efectividad en su accionar se circunscribe a universos pequeños que ayudan, pero no solucionan la problemática nacional.
El Fondo de Naciones Unidas para la Población (Unfpa), que es una agencia de las Naciones Unidas para impulsar el derecho de las mujeres y jóvenes a tener una vida sexual y reproductiva saludable, en un informe señala que el embarazo adolescente y la maternidad temprana impactan la vida de miles de mujeres latinoamericanas, y uno de sus asesores, Federico Tobar, dice una frase lapidaria “El embarazo adolescente es una fábrica de pobres en América Latina”- Venezuela ocupa el tercer lugar en Sudamérica de embarazos precoces, 95 nacimientos por cada mil adolescentes.
La educación sexual, el acceso a los anticonceptivos y la orientación sobre la responsabilidad que implica el inicio de las relaciones sexuales, son herramientas que deben ser masificadas sin tabúes para que procure que la maternidad tenga un desenlace feliz tanto para la madre como para el niño.